Pilar Eyre: “De amor y de guerra es un canto a la solidaridad, la fraternidad y las segundas oportunidades”
Hablamos con la autora sobre su nueva novela
La última novela de Pilar Eyre, como ella misma explica de manera somera, va de amor y de guerra, de ahí su título. Pero profundizando más en la historia que nos ofrece, también va de la amistad inquebrantable, de los prejuicios sociales, de la lealtad, de los ideales políticos, de mujeres luchadoras, de la pelea agónica de unos personajes que sin querer se ven en medio de una guerra, o de más de una, obligados a elegir un futuro que no desean.
De amor y de guerra es una novela que nada en la desgracia humana por mor de las guerras, pero cuyo mensaje transmite mucho realismo. ¿Verdad?
Bueno, también he querido hacer un canto a las segundas oportunidades. Que no parezca que la vida se termina, sobre todo en personas tan jóvenes; los protagonistas del libro lo son. Y, sin embargo, pueden volver a enamorarse, a tener familia, y al final todos tenemos una oportunidad. Incluso los que se van lo hacen de una forma lógica. No puede ser de otra manera. No podía ser otro final.
De amor y de guerra, pero también podríamos hacer un título más amplio, añadiendo de amistad, de vidas destrozadas, de sufrimientos, de muerte, de prejuicios sociales…
Sí, sí, sí… El título es porque me preguntaban de qué estaba escribiendo, y yo respondía, de amor y de guerra, y se quedó ahí (risas). Es un libro de vidas humanas, con todas las contradicciones y los avatares. Me gusta que los personajes en mis libros evolucionen, como se evoluciona también en la vida. Esos libros en los que los personajes están igual en el primer capítulo como en el último me parecen falsos. No me parecen personajes de carne y hueso. Lo más difícil de una novela, pienso yo, es hacer personajes creíbles. Una vez que los has creado y que la gente se ha identificado con ellos, tienes la mitad de la novela. Ellos te empujan un poco, te llevan, sobre todo al final. En los últimos capítulos de este libro, casi, casi, se están haciendo solos. Claro, si están bien construidos.

Fotografía de Andrea del Zapatero
Beatriz y Román mantienen el hilo conductor de la novela, pero hay un elenco de personajes muy vitales. Dentro de esa evolución de la que hablas, ¿han salido como esperabas, o ellos mismos han adquirido su propia personalidad?
A partir de ciertas ideas germinales voy construyendo una historia que sigue gestándose a medida que voy escribiéndola. Las editoriales, ahora, cuando empiezas un proyecto te piden información sobre el libro. Y la verdad es que el resultado final no se parece nada a como se empezó. Los personajes se han desarrollado de una manera o de otra. Yo no puedo hacer personajes negativos o antipáticos. Escribí, por ejemplo, la biografía de Franco, Franco confidencial, uno de los libros de los que estoy más orgullosa porque me costó mucho escribirlo; y creo que el resultado ha sido bueno. Y recuerdo que me entrevistaban o me hablaban mis amigos o compañeros de izquierdas o quienes habían tenido una actuación antifranquista, y me decían “al final acabará cayéndome bien…” (risas). Y en esta novela, Pepe, en concreto, que tenía que ser un personaje negativo y se tenía que suicidar, al final, se reconstruye y se convierte finalmente en uno de los más luminosos.

Las mujeres llevamos muchos años intentando romper con los estereotipos y ser libres
Pilar Eyre
Así es, el mismo Pepe y algunos otros, parece que en un momento de la novela desaparecen, pero regresan, quizás, con más fuerza. Y al final reflejan el espíritu de la historia, pues sus vidas son destrozadas por las guerras (Guerra Civil Española y II Guerra Mundial) y terminan buscándose a sí mismos.
Sí. Pero mi libro también es un canto a la solidaridad y la fraternidad. Ellos se ayudan. Es algo que ahora se ha perdido. Y hay gente que me dice que añora eso que no ha conocido nunca. Añorar cosas que no has conocido es un sentimiento que existe. Y esto de la solidaridad, de la lucha por los demás, los ideales, nuestra generación no la ha conocido. Y, sin embargo, me conmueve pensar que hubo un tiempo en el que los jóvenes, como hemos sido nosotros o lo son nuestros hijos ahora, fueron así. Me parece que el personaje de Beatriz evoluciona mucho. La guerra le ha servido para aprender. Ha sido algo muy duro para ella, pero se convierte en una persona autónoma, valiosa, independiente… Probablemente, si no hubiera sido por la guerra se hubiera casado, hubiera sido una señora… Bueno, como era mi madre, una señora de su casa, con sus hijos… Y Beatriz saca una carrera, tiene un hijo, dispone de un despacho propio y supone un homenaje a todas esas mujeres que se convirtieron en protagonistas.
Varias mujeres tienen un papel muy relevante en De amor y de guerra…
Los libros de historia los escriben los hombres. Y es muy difícil ver el papel de ellas, de las refugiadas, por ejemplo. Para los libros míos anteriores sobre el franquismo hablé con muchas de ellas, que ya están muertas, viajé mucho por los lugares del exilio, en Francia, en Holanda… He estado en los archivos de la CNT en Amsterdam… He estado con refugiadas españolas en Francia, y todas me decían que ellas aguantaban a sus familias. Sus maridos estaban en el bar conspirando, y ellas a lo mejor habían sido jefas de batallón en España, y habían mandado equipos, habían tenido brigadas, habían estado en el frente, y allí tenían que estar limpiando suelos, cuidando a los mayores, o lo que sea, para mantener a sus hijos y a sus familiares. Y el papel de estas mujeres no ha estado reflejado en ningún sitio. En aquella época, las mujeres ya estaban reivindicando sus derechos. Las mujeres llevamos muchos años intentando romper con los estereotipos y ser libres.
La relación de amistad que mantienen Román, Pepe y Félix es muy bonita. Es más fuerte que la propia guerra, ¿verdad?
Sí. Ahí me baso un poco en mi hijo. Él es hijo único, y para él, sus amigos son sus hermanos. Iban juntos al colegio y hagan lo que hagan, todos han evolucionado de manera distinta, evidentemente, pero siguen siendo amigos. Más allá de las pequeñas diferencias. Ese sentido de la amistad se ha perdido un poco. Es todo muy superficial. No tienes tiempo para ahondar en ella. Y yo quería que el libro empezara de una forma ligera. Que la gente cuando lo leyera no supiera de qué iba. En las primeras páginas ves a unos chicos hablando de las chicas francesas, de los helados… en unas conversaciones banales, y no te das cuentas hasta que lees varias páginas que lo que están haciendo es irse al exilio. Quería reflejar el comportamiento de unos chicos normales y cómo estas tragedias como las guerras les afectan a ellos.

¿Quién les pide cuentas a los que mandan a generaciones de chicos a la muerte?
Pilar Eyre
La novela también habla de los prejuicios de la sociedad de entonces, tanto políticos, como sociales…
Bueno, en los barcos que iban a América no se admitían mujeres. Era una injusticia muy grande, aunque la mujer fuera con diez hijos, si no iba con un hombre no la dejaban entrar. La discriminación a las mujeres ha existido en todos los momentos y en todas las capas. Pero la enorme capacidad que tienen las mujeres las hace salir adelante. El personaje de Bea, sin parecerse en sus constantes vitales en nada, está basado en una tía mía que fue abogado. Y digo abogado porque entonces se decía así. La palabra abogada es muy posterior. Y, además, como pongo abogado en el libro, mis correctoras de la editorial me decían que estaba equivocada (risas). Pero es que entonces se decía tal cual, abogado.
Para terminar, no podemos obviar a esos españoles que se vieron inmersos en una guerra sin buscarla y se vieron obligados a tomar partido por un bando u otro. ¿Qué me puedes decir de ese tercer bando del que hablas en la novela?
Este es un dato que también es poco conocido. La gente me pregunta de dónde lo he sacado. Se comprobó que el 90% de la gente que estuvo en el frente estuvo por su localización geográfica en ese momento. O te tocaba Barcelona, o San Sebastián, y solo el 10% luchó por ideología. Y cuando pensaba en estos conflictos mientras escribía la novela, como el de ahora de Ucrania, me decía, “y estas carnicerías que generan estos individuos…; ellos morirán tranquilamente, pero ¿quién les pide cuentas a los que mandan a generaciones de chicos a la muerte?”.