'La novela de suspense queda huérfana con la muerte de John le Carré'

Como un guiño a la literatura de suspense, intriga y espionaje a la que se dedicó, cambió su nombre de pila (David John Moore Cornwell) por el seudónimo con el que se le ha conocido (John le Carré). A los 89 años de edad ha fallecido en el Royal Cornwall Hospital (Reino Unido). Natural de Poole, donde vio la luz el 19 de octubre de 1931, ha dejado un legado difícil de superar. No en vano, su obra superó los límites de la literatura para acomodarse en uno de los lugares de privilegio en el mundo del cine. Los directores llegaron a coincidir en lo fácil que era dirigir películas basadas en sus novelas por el estilo peculiar que les dio a sus historias y a las tramas de estas.

La novela de suspense queda huérfana con la muerte de John le Carré
Fotografía de EFE

Le Carré y el cine

Como decimos, la obra literaria de John le Carré obtuvo en el cine su cobijo perfecto para poner cara a sus personajes y a esas historias que surgieron de la Guerra Fría y evolucionaron hacia tiempos más actuales. Filmes como El espía que surgió del frío (The Spy Who Came in from the Cold), de Martin Ritt, 1965; Llamada para el muerto (The Deadly Affair, basada en Call for the Dead), de Sidney Lumet, 1966 ; El espejo de los espías (The Looking Glass War), de Frank Pierson, 1969; La chica del tambor (The Little Drummer Girl), de George Roy Hill, 1984; La casa Rusia (The Russia House), de Fred Schepisi, 1990; El sastre de Panamá (The Tailor of Panama), de John Boorman, 2001; El jardinero fiel (The Constant Gardener), de Fernando Meirelles; El topo (Tinker Tailor Soldier Spy), de Tomas Alfredson,  2011; El hombre más buscado (A Most Wanted Man), de Anton Corbijn, 2014; o Un traidor como los nuestros (Our Kind of Traitor), de Susanna White, 2016, sirvieron para darles más lustre a sus trabajos, para que sus seguidores se reencontraran con él a través del Séptimo Arte y para que los que no le seguían por sus libros fueran conocedores de los mismos.

John le Carré se ha ido y ha dejado huérfana a una generación de lectores que han crecido con su obra y a unos personajes que surgieron del frío.

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