Como ya informara Gatrópolis, la localidad onubense de Moguer celebra cada año la Feria de Época 1900. Se trata de un evento artístico-cultural en el que tanto los vecinos como las instituciones se vuelcan para disfrutar de unas jornadas festivas. Desde la concejalía de Turismo hasta la Fundación Municipal de Cultura, pasando por distintas áreas municipales como Urbanismo, Juventud o Comunicación, o las asociaciones y colectivos locales, los establecimientos hosteleros, las academias de baile, los centros deportivos, etc.
Cuarta edición
Este año, la recreación del Moguer de principios del s. XX y el homenaje a su vecino universal, el escritor Juan Ramón Jiménez, se ha llevado a cabo el pasado fin de semana del 22 al 24. La brillantez que ha aportado el buen tiempo, primaveral, y las ganas de los moguereños por echarse a las calles de su localidad, en muchos casos ataviados con la ropa propia de aquellos años iniciales del pasado siglo, han propiciado un nuevo éxito.
La agenda, amplísima, con más de medio centenar de espectáculos y propuestas de animación han hecho de esta cuarta edición de la Feria de Época 1900 de Moguer todo un acontecimiento. Pero si Juan Ramón Jiménez ha vuelto a ser protagonista entre sus vecinos, también cabe destacar el papel relevante que han tenido otros artistas moguereños, como el poeta y compositor Xandro Valerio o el pintor Rafael Romero Barros (padre de Julio Romero de Torres).
Juan Ramón
Es verdaderamente alentador pasear por las calles de Moguer y ver cómo en cualquier rincón está presente el espíritu de Juan Ramón Jiménez, cómo sus vecinos le rinden un continuo homenaje, desde la esplendorosa Casa-Museo Zenobia y Juan Ramón, hasta cualquier esquina donde se puede leer algún fragmento de la obra Platero y yo. Estatuas del Premio Nobel de Literatura 1956 y de su burrito conviven armoniosamente en su Moguer natal (“Platero es un burro pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Come de todo y los del pueblo dicen que tiene acero”).
Pero el legado artístico y personal del escritor no le quita ni un ápice de protagonismo a la que fuera su esposa, la escritora y lingüista Zenobia Camprubí. Ambos contrajeron matrimonio en 1916, y permanecieron juntos hasta que la muerte los separó 40 años después. Pero el agradecimiento y el recuerdo de Moguer los mantiene juntos para la eternidad.
Un ejemplo de agradecimiento
Muchas ciudades deberían tomar nota y saber valorar la fortuna que poseen de tener entre sus vecinos a personajes tan ilustres, que tanta gloria le han dado y que han paseado el nombre de la localidad por donde han estado. Juan Ramón Jiménez se puede sentir satisfecho de tanta admiración y del celo con el que Moguer le recuerda y homenajea.
Todo está tratado con tanto mimo y tanta admiración que es digno de ser alabado. Sin duda, la relación de Moguer con Juan Ramón Jiménez y, como hemos comentado antes, también con Zenobia y otros ilustres de la localidad ha de servir de ejemplo. Para el escritor, exiliado en Puerto Rico, donde falleció, Moguer fue fundamental en su vida y en su inspiración artística.
“Moguer es igual que un pan de trigo, blanco por dentro como el migajón, y dorado entorno -¡oh sol moreno!- como la blanda corteza”, escribió Juan Ramón Jiménez.
Fotografía de portada de Patandi.