“Te vas y me dejas sola tirando del carro…”. Es Carmen Sotillo, la reciente viuda de Cinco horas con Mario, la genial obra que en 1966 publicara Miguel Delibes. A pesar de sus 52 años de existencia, la novela, su contenido, su mensaje… siguen vigentes. En teatro, este papel de Carmen lo ha interpretado durante décadas la dama de los escenarios, Lola Herrera, quien le ha aportado un innegable plus a la perpetuación de su memoria, representándola desde aquel 26 de noviembre de 1979 en que lo hiciera por primera vez en el Teatro Marquina de Madrid. Este personaje de Carmen Sotillo ha estado siempre ahí, velando a su marido, Mario. Ya con motivo del 50 aniversario de la publicación de Cinco horas con Mario, en 2016, la actriz pucelana volvió a meterse en la piel del personaje más importante (que no el único relevante) de su longeva carrera artística.
Esta vez fue en el Teatro Reina Victoria, también en la capital madrileña, en una producción de José Sámano y con la puesta en escena a cargo de Josefina Molina; las dos personas que adaptaron la novela al teatro para aquella primera y lejana representación. Desde el 4 de mayo de 2016 y durante unas noches, Carmen Sotillo, o lo que es lo mismo, Lola Herrera, estuvo junto a su difunto esposo, hablando en un monólogo celebérrimo sobre la incomunicación en el matrimonio, la soledad de la esposa, el sentimiento de culpa, el papel de la mujer en la sociedad… En fin, temas que por mucho que pase, siempre estarán de plena actualidad.
Una nueva ¿y última? gira
39 años después de su primera interpretación del personaje de Carmen Sotillo, Lola Herrera encarnará por última vez este papel en una gira de despedida que comenzará en Córdoba el 12, el 13 y el 14 de abril (Teatro Góngora), desde donde irá a otros puntos del país. “La obra, una adaptación del libro homónimo de Miguel Delibes, será dirigida nuevamente por Josefina Molina”, según informa la productora Pentación Espectáculo. “Cinco horas con Mario –continúa la nota de prensa- escenifica el «diálogo» que Carmen Sotillo mantiene con su marido, que ha fallecido de forma inesperada, mientras lo vela por última vez, y manifiesta, a través de un monólogo de una hora y media, las personalidades de ambos y los conflictos del matrimonio”.
Como queda dicho, la obra fue publicada en 1966, y en palabras de Pentación Espectáculo, productora de la gira junto a Sabre Producciones, “es un documento vivo de los años sesenta que plantea las preocupaciones económicas, religiosas, morales y políticas imperantes en aquel entonces, y reflexiona sobre temas como la culpa, la soledad, la incomunicación y el sentido de la vida”.
Granada Experience 2018 llevará también a Granada la obra teatral Cinco horas con Mario, el 15 de abril (Palacio de Congresos. Sala Manuel de Falla). Será otra de las ciudades por donde Carmen Sotillo velará a su difunto Mario, al igual que Torrevieja, el 4 de mayo (Conservatorio Sala Sinfónica); o A Coruña, el 1 y el 2 de junio (Teatro Rosalía de Castro). El memorable monólogo que despliega cuando la familia se marcha y la dejan sola es merecedor de ser revivido una vez más, y si es por Lola Herrera, mucho mejor, todo un lujo.
Almas opuestas
La novela de Miguel Delibes consta de un prólogo, un núcleo central de veintisiete capítulos (el monólogo) y un epílogo. Cada capítulo comienza con una cita bíblica, al ser estos los pasajes que el difunto Mario había destacado en su Biblia. Carmen (o Menchu) revive los inicios de su relación con su marido, y partir de ahí, le someterá a un lacerante resumen de cinco horas de los muchos años de convivencia, echándole en cara algunas de sus frustraciones vitales que le han provocado el extinto matrimonio. Mario y Carmen, Carmen y Mario, son dos almas antagónicas. Él había sido un hombre que había vivido hacia su interior, idealista, solidario…; ella es una mujer burguesa que añora el bienestar económico que no ha recibido de su marido. Dos ideas contrarias y dos maneras de ver la realidad que provocan en el lector de la novela y en el espectador de la obra de teatro opiniones dispares, para todos los gustos.
En cierta ocasión, Miguel Delibes, al ser cuestionado por los personajes de su aplaudida obra, llegó a reconocer: “Creo que Mario se pasó de rosca, se mostró como un marido radical ante un problema baladí. Menchu, como era frecuente en la época, no era más que una burguesita con un lenguaje mecánico, lleno de tópicos y unas ideas heredadas, pero sin ninguna tacha profunda […] Fueron suficientes unos años para que las cosas empezaran a cambiar. Los lectores ya no se mostraban unánimes con sus juicios: Mario no era el bueno ni Menchu la mala. […] Mas una evidencia se impone: si Mario y Menchu hubieran estado en la misma línea de pensamiento, no hubiera habido novela”.