'La literatura española llora la pérdida de Almudena Grandes'

La escritora madrileña Almudena Grandes ha fallecido hoy sábado en su domicilio de Madrid a los 61 años. Un cáncer, detectado en septiembre de 2020, le ha ganado la batalla por la vida. La novela, y la literatura en general, española llora la muerte de una de las grandes escritoras de los siglo XX y XXI.

Almudena Grandes nació en 1960 en la capital de España, donde ha cerrado su ciclo vital. Ganadora, entre otros, del Premio Nacional de Narrativa (2018), del Premio de la Crítica de Madrid, del Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, inició una vertiginosa trayectoria literaria con  Las edades de Lulú (1989), con la que ganó el Premio Sonrisa Vertical, en la editorial Tusquets, y que fue llevada al cine gracias a la adaptación que de ella hizo el director Bigas Luna

Almudena Grandes abre la Feria del Libro de Sevilla 2018
Fotografía de Patricia del Zapatero

Además de Las edades de Lulú, Almudena Grandes nos regaló otras obras como Te llamaré viernes, Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, Castillos de Cartón, El corazón helado, Los besos en el panEl lector de Julio Verne, Las tres bodas de Manolita, Los pacientes del doctor García o La madre de Frankenstein.

La escritora madrileña poseía una arrolladora personalidad y un carisma que sobrepasaba la línea literaria. Su espíritu reivindicativo, comprometido, feminista y su defensa de la política de izquierdas la convirtieron en un referente público.

Almudena Grandes, un referente

La autora madrileña, como decimos, fue un referente social por su compromiso personal con la sociedad que le tocó vivir. Su espíritu luchador y reivindicativo lo puso al servicio de la defensa, entre otros, de los derechos de la mujer. De hecho, en intervenciones públicas llegó a declarar sobre el papel de estas en la literatura que “el principal riesgo para las mujeres escritoras y la peor de las discriminaciones que padecemos es la necesidad perenne que tenemos de justificarlo todo”. En este sentido, preguntaba, “¿Por qué tenemos que preguntarnos siempre tantas cosas?, ¿Porque soy una mujer? Ahora, por suerte, ya no me hago tantas preguntas”, respondía con seguridad. Un día confesó que en una conversación mantenida hacía mucho tiempo con Carmen Martín Gaite, ésta la sacó de dudas: “esta necesidad constante de reflexionar sobre nuestro oficio ha logrado que las mujeres  fuéramos mucho más conscientes de las limitaciones y de las ventajas de la escritura que los hombres”.

La principal de las conquistas de las mujeres escritoras en el siglo XX -llegó a declarar- no ha sido el publicar con su nombre, sino reivindicar que se puede mirar a las cosas en femenino y producir una mirada universal”, entendiendo que  “escribir es mirar al mundo y contar lo que se ve”. 

Almudena Grandes no escondía el dolor que le provocaban las discriminaciones que han sufrido muchas escritoras por el hecho de ser mujer. A veces recordaba la figura de la genial Ana María Matute, de quien dijo que “es una escritora que puede optar con holgura al título de mejor narrador/a en español del siglo XX y nunca, nunca, aparece en esas quinielas”.

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