En la tarde de ayer, José Iniesta presentó en Sevilla su último libro de poemas, titulado El eje de la luz. Este reconfortante evento se llevó a cabo en la librería Caótica, y fue el también poeta, el alcalareño (de Alcalá del Río) residente en Carmona, Francisco José Cruz, quien hizo de anfitrión. Este empezó agradeciendo a Iniesta el detalle de “acordarse de mí para acompañarlo en este acto”, a la vez que reconoció que “me siento muy emocionado por tenerle a mi lado”. Así fue como realizó una bella introducción del poeta valenciano, recordando el origen de su amistad, “a mediados de la década de los 80 del siglo pasado, en los encuentros que el Aula de Poesía y Pensamiento María Zambrano de la Universidad Hispalense organizó en los aledaños del Monasterio de La Rábida”. Calificó a Iniesta como de esas “personas que en distintos momentos y situaciones de la vida han contribuido decididamente al cabal desarrollo de mi vocación”.
José Iniesta ha publicado otros seis poemarios, Del tiempo y sus castigos (1985); Cinco poemas (1989); Arder en el cántico (2008), por el que recibió el Premio Ciudad de Valencia Vicente Gaos; Bajo el sol de mis días (2010), Premio de Poesía Ciudad de Badajoz; Y tu vida de golpe (2013); y Las razones del viento (2016). De él, Héctor Solsona ha llegado a decir que “es un poeta que se mueve por instinto, sin ideas preconcebidas, que toma nota a cada instante del sentir que siente, y que se deja invadir por el sentimiento como una forma de conocimiento más elevada que la inteligencia, que lo lleva hacia la intimidad de la realidad en la que se confunde, empáticamente, con el paisaje y con todos sus elementos«. En este sentido, el interesado comentó ayer que, efectivamente, “aprovecho lo que me va dando la vida diariamente; no busco nada como un cazador”. Su inspiración parte “de mis hijos – explica-, lo más importante en mi vida, de mi mujer (es una pena que no haya podido estar hoy aquí), de mis padres, del paisaje más cotidiano de mi días, de donde vivo, donde encuentro lo más profundo…, y lo intento ordenar como buenamente puedo. Soy muy básico a esos niveles. No parto de una estructura”. Francisco José Cruz apostilló en este punto dirigiéndose a él que “quizás no te plantees hacer un libro premeditadamente porque se te da de hecho una unidad de tono y de tema muy compacta. Aunque no te lo propongas, tus libros tienen todos unidad, porque tu poesía la tiene. Tienes un mundo muy definido y un estilo cada vez más perfilado, y de ahí no te sales por ahora”.
El sugerente título del libro, El eje de la luz, en palabras de Iniesta, “surgió cuando acabé el libro. Son parte de los versos de un poema”. La razón del nombre la fundamenta en que “me daba la idea de lo de dentro y de lo de fuera, de lo que somos; la luz exterior y la que llevamos todos dentro; es ese eje que quería marcar, ese eje vertical de la luz, de la pequeña llama que siento que es mi vida, y la luz fascinante de fuera”.
José Iniesta reconoce que “no puedo concebir la poesía sin el amor; mi poesía es amorosa, aunque también haya algo de dolor”. Cuestionado por la relación de sus dos hijos con su poesía, admite que “no tengo intención de que me lean, ni quiero que escriban, sino que sean libres como lo ha sido su padre. Me siento enormemente libre, si no, no podría escribir. Sé que aprecian lo que hago pero no son lectores míos. Pero el otro día, Irene me recitó, sin yo esperarlo, un poema de un manuscrito que le regalé. Lo escribí sin saber muy bien por qué, y se lo regalé. Estábamos comiendo, de repente me mira, me coge del hombro y me dice: “papá, La rosa de la tristeza”, y empezó a recitármelo de memoria. Para mí, aquello fue un regalo inmenso, cómo entró en mi poesía con este poema, fue hermosísimo. Todos los que estábamos allí nos pusimos a escuchar cómo Irene recitaba La rosa de la tristeza, un poema que está aún inédito”. Y recitándolo con enorme pasión y emoción fue como acabó José Iniesta la cálida reunión que se vivió ayer en la librería Caótica.
Fotografía de portada de Patandi.