En la tarde del jueves 6 de junio, el poeta sevillano Francisco José Cruz continuó con la promoción de su poemario Un vago escalofrío, publicado en 2015 por Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá (Colombia), y que en el actual 2019 ha sido reeditado en España por la editorial Pre-Textos.
La magia de la poesía
La Casa del Libro de Viapol ha sido el marco en el que el poeta alcalareño (de Alcalá del Río) afincado en Carmona, Francisco José Cruz, ha ofrecido una plausible presentación de su obra. Porque si la poesía tiene la capacidad de desarrollar nuestros sentidos hasta niveles sublimes, gozar de la misma a través de la voz del propio poeta, como ha ocurrido en esta ocasión, supone un privilegio impagable. «Reminiscencia del juglar que me hubiera gustado ser», como dijera al término de su intervención.
Y es que en el poemario de Francisco José Cruz, Un vago escalofrío, como ha escrito Antonio Deltoro, «los versos nos sueltan verdades muy fuertes, justo porque son las que todos los hombres enfrentamos; las expone encarnadas y amargas, sí, pero en poemas muy bellos, cada uno con su materia y su sueño». Y como dijera su amigo y también poeta en la presentación realizada recientemente en Valencia, José Iniesta, «… la poesía de Francisco José Cruz está escrita desde la fragilidad, y a un tiempo posee una contundencia y dureza de remoto diamante. Aquí se nos muestra lo que hay, no más, lo que somos todos, desde una desnudez y desamparo que sobrecoge…».
Cuarenta poemas componen la obra de Francisco José Cruz, de los cuales ayer recitó 17, además de uno inédito con el que puso un brillante final al encuentro con sus lectores (‘¡Ay del Carpe Diem!’, ‘No te quites la máscara’, ‘El abrazo’, ‘A un caracol’, ‘En bicicleta’, ‘Desde entonces’, ‘Canción de la marea’, ‘En el tren’, ‘Tórtolas turcas’, ‘Monólogo de la nieve’, ‘Carrera de caballos’, ‘Arte poética’, ‘La rata’, ‘Ante el David de Miguel Ángel’, ‘Carta póstuma a Wisława Szymborska’, ‘Después de tanto amor’ y ‘Lamento de Lázaro’).
Inmaculada Lergo
La presentación de Un vago escalofrío ha corrido a cargo de la escritora e hispanoamericanista sevillana Inmaculada Lergo, licenciada en Geografía e Historia y doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, autora de Antologías poéticas peruanas (1853-1967), quien ha dicho de Francisco José Cruz que «él no se siente por encima de la poesía, ni se siente un iluminado por ella, ni quiere «utilizarla», servirse de ella, sino que la respeta sobremanera y la ama. Y ese amor y ese respeto lo han llevado, en primer lugar, a observarla a través de múltiples lecturas; después, a esforzarse por conocerla; y finalmente a escribirla desde la mayor consideración y mínima arrogancia».
Sobre el poemario Un vago escalofrío, Inmaculada Lergo ha comentado que «me he acercado a él desde una perspectiva muy personal, guiándome expresamente por el impulso y el sentimiento que su lectura me ha sugerido», justificando esto «con un argumento de autoridad», prosigue. Y en este sentido, alude a Dámaso Alonso para recordar lo que él llamaba «el eterno misterio de la poesía». «Para él -explica- el acercamiento a ella debía de hacerse, no desde un criterio racional, sino desde un criterio intuitivo». Por eso, para la escritora e hispanoamericanista, «lo que nos lleva a leer la poesía de Francisco José Cruz es la constatación de que la suya es una voz muy particular. Una voz propia que ha ido buscando hasta encontrarla y moldearla a lo largo del tiempo. Y es una voz, además, que resulta bastante singular dentro del panorama poético actual. Una voz en la que predominan la sencillez, la claridad, la cercanía y, yo diría, la discreción desde el punto de vista cervantino».
Francisco José Cruz, por su parte, se mostró halagado por las palabras de Inmaculada Lergo, a la vez que orgulloso de poder recitar sus poemas ante una respetuosa audiencia, porque como él mismo reconoció, «cuando escribo poesía creo que en el fondo lo hago pensando en poder leerla en voz alta». «De hecho -continuó- pienso que la poesía adquiere su último sentido cuando los demás la comparten de manera oral con el propio autor».
A Chari
Como es sabido por quienes siguen la poesía de Francisco José Cruz, su gran fuente de inspiración es su mujer, Chari Acal. A ella está dedicado el poemario Un vago escalofrío, y en varios de sus poemas aparece cual musa, como ocurre, por ejemplo, en ‘Arte poética’: «Cómo voy a olvidarme/de que sin ti yo nada hubiera escrito,/si eres tú quien les da/a mis prosas y versos/la humedad afectiva y su sentido».
También le hace un guiño a Gustavo Adolfo Bécquer, al reproducir en la portada de Un vago escalofrío un dibujo suyo de 1860, ‘La Musa’.
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.