Nando López: “La literatura nos sirve para construir espacios y lugares seguros”
Nando López nos habla de Los elegidos
Los elegidos (Ediciones Destino) es una historia de amor en todos los niveles. Nos enseña las diferentes formas que puede adoptar en las relaciones entre las personas. Pero, sobre todo, es una declaración de amor hacia los libros, hacia la cultura. Esa que nos hace libres e invencibles. Nando López acaba de publicar una novela que nos lleva a algunos de los años más oscuros de nuestra historia reciente, de 1954 a 1956, en plena dictadura franquista. En ella un grupo de personas decide luchar y rebelarse contra el orden establecido, exponiendo sus propias vidas, para conseguir un futuro más libre.
Los elegidos es un libro que deja una sensación triste en el lector, pero también esperanza para luchar por una sociedad más justa y libre, ¿no?
Sí, tenía que ser así. Habla de una parte oscura de nuestra historia, de la que no se quiere hablar. Pero también tiene esa parte esperanzadora, que viene de la fe en la cultura, y del poder que tiene. Fueron años que estuvieron determinados por la lucha desde la universidad, desde el cine, la poesía o el teatro.
Esta es una novela que te ha llevado unos siete años terminar, ¿cuál es la chispa que hace que escribas esta historia?
La chispa surgió al descubrir que existieron unas jornadas poéticas en la Universidad Complutense de Madrid, llamadas así de manera extraoficial. Y que a partir de ahí estalló una lucha ideológica y cultural. Desde la reivindicación de la poesía. Me pareció muy poderoso y motivador. Decidí ponerme a indagar en todos esos hechos que ocurrieron entre 1954 y 1956. Gracias a los cuales se logró, al menos, que se implantara una semilla de inconformismo y rebelión en parte de la sociedad. Sí que hubo logros, pero desgraciadamente la historia es muy ingrata con quienes no consiguen grandes victorias. También quería hablar, como parte del colectivo LGTB, de una parte de la historia que ha sido ocultada. Los elegidos nos habla de una época en la que la gente tenía que inventarse formas de amarse que iban más allá de lo que la sociedad le permitía Y eran maneras de rebelarse contra esa represión. En 1954 se reforma la ley de vagos y maleantes, y la homosexualidad se considera delito. Se crean campos de concentración con barracones, como en Tefía. Se les echa de sus trabajos, se les priva de sus hogares…
También me apetecía hacer un homenaje a todas las personas que en algún momento han luchado, o que aún siguen luchando, porque creo que esa lucha individual es muy significativa y muy importante. Esta es una novela además de denunciar la represión terrible de la dictadura, es un homenaje a la resiliencia y a esa lucha. Y por supuesto no podemos perder los testimonios de toda esa generación. Esa memoria es muy importante que se mantenga. Desde que se publicó la novela, estamos teniendo una respuesta muy bonita. Nos han llegado muchos comentarios de personas que se identifican con la historia de Santos y Asun.
Fotografías de Patandi
Santos y Asun son los protagonistas. Él es bibliotecario, ella trabajaba cantando coplas, pero un día el destino los une y descubren que tienen una lucha común, ¿qué destacarías?
Ellos son una pareja nada convencional, que necesitan huir de sus respectivas vidas. Luchan juntos y encuentran un camino para quererse y admirarse. Asun es más pragmática y Santos más idealista. Ella quiere sumarse a esa lucha política, porque desea cambiar esa realidad opresiva en la que viven. Él está muy vinculado con el partido comunista, y además tiene que esconder su orientación sexual. Sabe que si esto se descubre, su lucha política también peligra. Pero lo que podría parecer una relación de conveniencia, pronto se convierte en una historia de amor donde no hay un sexo convencional, no hay una forma de amarse normativa. Pero se quieren de verdad y se admiran. Ellos aprenden a quererse a través de esos cinco elegidos de Santos. Son compañeros de vida y de lucha.
Hay muchas formas de amarnos y de construir relaciones. Y creo que en eso ellos también son muy valientes. Porque se atreven a crear dentro de su piso de la calle Bordadores, que es un lugar muy simbólico, un espacio al margen de las normas que hay fuera. Y eso supone también un acto de valentía y osadía, porque a través de su vida personal, están desafiando el orden político. De alguna manera en ellos está una idea que yo defiendo de manera ferviente y que me parece muy importante, y es que lo íntimo también es político. Nuestras identidades son políticas. Ellos lo son.
Los personajes principales (Asun, Santos, Miguel y Alonso) sufren una evolución a medida que avanza la trama. Pero esto quizás sea más evidente en Asun (división con los personajes femeninos de Los elegidos) a partir de esa cultura literaria en la que la adentra Santos, ¿qué influencia tienen los libros en nosotros mismos?
Creo que muchísima. Nos ayudan a descubrirnos, a cuestionarnos… A veces a descubrir facetas de nosotros mismos que no conocemos. Asun a través de los libros se da cuenta de que es mucho más valiente de lo que imaginaba. Se da cuenta de todo lo que puede hacer desde su pequeño ámbito personal. Este libro habla mucho de la responsabilidad individual. Los libros, además, que es otro de los conceptos de la historia y que tiene que ver con esa evolución que señalas muy bien, crean comunidad. Un libro nunca es leído de la misma manera por dos personas distintas, pero sí es leído a la vez por mucha gente. Esa gente forma una especie de comunidad en torno a esa lectura. El hecho de compartir ciertos libros, ciertas ficciones, nos une, crea puentes. De ahí que aquí aparezca el concepto de la tribu, la tribu calderoniana. Ese grupo de jóvenes que se rebela desde el teatro. De alguna manera ahí estoy haciendo un poco de homenaje a mi tribu de lectoras y lectores. Son muy fieles y me llevan siguiendo años. Creo que nos une la confianza de que la literatura nos sirve para construir espacios, lugares seguros. Algo que le fascina a Asun es que en esa España tan gris de la dictadura, en la que se prohíben voces, se persigue a la disidencia… Hay un espacio de libertad que son los libros que esconde Santos, que son “los elegidos”. Es un espacio libre que ni siquiera la censura pudo controlar del todo. Eso es algo que quería contar. La literatura en nuestras vidas como un espacio seguro, de libertad. Y cuántas veces hemos necesitado vernos en un libro para entendernos y querernos un poquito mejor.
Quiero que la gente vaya pasando páginas con la misma emoción con la que yo las escribía
Nando López sobre Los elegidos
Cinco son “los elegidos” de Santos. Cinco obras de teatro (Salomé, Oscar Wilde; Antígona, de Sófocles; La vida es sueño, de Calderón de la Barca; La señorita Julia, de Strindberg; y Doña Rosita la soltera, de Federico G. Lorca), a partir de las cuales Santos intenta construir su propia historia de amor con Asun, ¿por qué estas cinco?
Porque son cinco obras que a mí me apasionan (risas). El rasgo fundamental que tenían que tener era que fuesen cinco obras que yo amase especialmente, porque iban a estructurar la historia. Tenían que tener también un rasgo común, y es que sus protagonistas son cinco mujeres rebeldes. Desde sus diferentes ángulos se enfrentan a una sociedad que no las entiende, van por delante de su tiempo. Tenemos a Rosaura, una mujer que en el Siglo de Oro, en La vida es sueño, que no quiere que ningún hombre vengue su honor. Tenemos a doña Rosita, que se niega a aceptar la prosa de la realidad, y que prefiere la poesía cueste lo que cueste. La señorita Julia que reivindica su sexualidad… En cualquier caso, son cinco mujeres que tienen en común con Asun y Santos que no se conforman. Para Santos son referentes, porque él encuentra en la literatura ese inconformismo que aplica en su vida diaria. Y para Asun, se convierten en modelos, en la forma de descubrirse a sí misma. Me interesaba que a través de la literatura, ella reivindicara su sexualidad. En una época en la que la sexualidad femenina, al igual que la LGTB, era invisible. Era una sociedad completamente heteropatriarcal, completamente marcada por la religión, por una moral timorata, donde el sexo no formaba parte de la conversación pública… De repente ella encuentra un libro como La señorita Julia, y descubre que hay muchas formas de vivir el sexo. Y que una de ellas es el juego, es el poder, la sumisión del hombre, es algo completamente diferente a lo que ella ha imaginado. Y a partir de ahí decide jugar. O igual que en Antígona, encuentra un modelo para seguir peleando en aquello en lo que cree, a pesar de que como le pasa a Antígona, esa pelea tiene momentos muy difíciles. Me gusta que esas cinco mujeres fueran especiales tanto para Santos como para Asun. Hice un recorrido por la historia del teatro universal, me quedé con esas cinco. Era importante que fuese teatro porque se habla mucho en este libro de cómo el teatro de la época también fue un importante bastión de protesta frente al fascismo.
Por encima de todo, vemos un amor hacia los libros y el importante papel que tiene la cultura en general para cambiar la sociedad. Además de escritor, eres divulgador cultural, das charlas en colegios e institutos, escribes literatura… Desde tu experiencia, ¿qué valor tiene la cultura para crear una sociedad más justa y libre?
Muchísima. Lo vivo muy a menudo y de manera muy concreta, a través de los testimonios de la gente que me lee, en las firmas y los encuentros. La cantidad de gente que te habla de cómo un libro le ha ayudado, le ha inspirado, acompañado… Te puedo poner un ejemplo muy pequeño. En la presentación del libro en Málaga, vino un chico que no solo traía Los elegidos, sino cinco libros más, y uno de ellos era Hasta nunca, Peter Pan. Me contó que me había descubierto con esa novela, porque era un libro que había comprado justo antes de la pandemia, le llamó la atención el título. Cuando llegó el confinamiento, lo tenía encima de la mesa esperándolo. Se convirtió en un libro que le arrancaba una sonrisa todos los días, en ese momento incierto. Le tenía un cariño especial, y desde entonces no ha dejado de leerme. Creo que eso es ya un ejemplo de cómo la literatura está en nuestras vidas. A veces el mero hecho de hacernos compañía. Me leen muchas y muchos adolescentes, en literatura juvenil. La cantidad de jóvenes que me escriben, porque gracias a encontrarse en mis libros, se han hecho visibles, por ejemplo, jóvenes LGTBI. O han denunciado una injusticia. Hablo en mis libros mucho de salud mental. Más de una persona me ha escrito para decirme que gracias a ellos ha pedido ayuda.
Hubo una anécdota que me emocionó mucho con Los elegidos en la Feria del Libro de Madrid. Vino una abuela con su nieta. La señora traía Los elegidos, y su nieta traía El río de las primeras veces, para que firmara ambos. Ella me dijo, “le voy a dejar Los elegidos a mi nieta para que me entienda un poco mejor. Y le he pedido a ella El río de las primera veces para entenderla yo un poco mejor”. Algo mágico que provoca la literatura es la empatía. Por eso quizás se prohíbe, se cuestiona y se censura tanto. Y ahora hay quien pretende censurar libros y volver a censurar las aulas. Porque la literatura es muy poderosa. Esa empatía creo que es la que abre mentes, es la que derriba prejuicios, y es la que ayuda a seguir avanzando. Creo firmemente en que la cultura tiene un papel enorme en nuestra sociedad.
Fotografía de Patandi
Cuando se quiere reivindicar la poesía, y sobre todo la del periodo de la dictadura española, se suele hablar mucho de Federico García Lorca, y se deja un poco de lado a otros poetas coetáneos igual de importantes que él. En Los elegidos das su lugar por ejemplo a Miguel Hernández, a Luis Cernuda, a Gerardo Diego… ¿Por qué crees que existe esa tendencia hacia Lorca?
Es verdad que Lorca es una figura tan universal que es muy difícil hacerle sombra. Y consigue ser una figura absolutamente deslumbrante en dos géneros literarios diferentes, poesía y teatro. Conquista un espacio literario realmente único con su voz. Y su muerte es especialmente trágica, terrible y dolorosa. Esto también ha contribuido a que además de ser un poeta universal, sea un mito. Y un mito para las personas que defendemos las ideas de su literatura. Sin embargo, eso no debe oscurecer la importancia de autores como los que tú mencionas. También es verdad que durante mucho tiempo se nos ha contado la historia de esos autores y de ese momento, creo que de una forma muy eufemística. Sin poner las palabras reales y adecuadas, y sin ser honestos con lo que ocurrió. De Miguel Hernández se nos ha dicho mucho que murió en la cárcel. Murió enfermo en la cárcel. En realidad fue un asesinato en tanto que no se le dio un traslado que necesitaba. Posiblemente, con ese traslado y con una atención médica suficiente, podría haber podido remontar. Pero en cierto modo fue un homicidio indirecto. Y fue víctima del mismo régimen que asesinó a Lorca.
Creo que ambos representan dos maneras diferentes de poesía, pero las dos son igual de necesarias. La poesía de Lorca es crítica desde las imágenes irracionales, desde la pasión, desde la vanguardia. Y la poesía de Miguel Hernández es revolucionaria desde el mensaje directo, claro, llano y popular. Pero los dos eran muy beligerantes, y los dos eran voces muy poderosas. Por eso fueron tan perseguidos. En este libro, aunque se abre con las palabras de Lorca, me parecía importante que recogiese más voces de esa generación, porque está compuesta por muchas personas. Has mencionado a algunas. Alberti, Gerardo Diego, Miguel Hernández, que es un poco posterior, pero también se le asocia con la Generación del 27; el propio Lorca… Todos ellos contribuyeron a hablar de que hubo muchas maneras de silenciar la poesía, por desgracia. El asesinato en el caso de Lorca, la cárcel en Miguel Hernández, el exilio de Alberti, el exilio interior en Gerardo Diego, de los que se quedaron… A pesar de todo ello, todos tienen un rasgo en común, y es que han pervivido hasta hoy. Y eso es algo que hay que defender. La poesía no muere, por mucho que se hayan empeñado. A fecha de hoy no recordamos los nombres de los carceleros de Miguel Hernández ni a los verdugos de Lorca. Pero todo el mundo en este país es capaz de decirte un verso de Hernández, o de cantarlo con la música de Serrat. En ese sentido creo que han pervivido, y el horror sin embargo, no.
La poesía de Lorca es crítica desde las imágenes irracionales, desde la pasión, desde la vanguardia. Y la poesía de Miguel Hernández es revolucionaria desde el mensaje directo, claro, llano y popular.
Nando López sobre la poesía de Miguel Hernández y Federico G. Lorca
Los elegidos tiene un estilo muy cinematográfico, es muy visual, ¿ha sido algo consciente?
No, y siempre me lo dicen. Sí es verdad que mi novela es muy cinematográfica en tanto que creo que los autores y autoras del siglo XXI tenemos como referente el cine al mismo nivel que la televisión o la literatura. Nuestro sustrato cultural es muy pop. En mi cabeza al escribir este libro tenía en mi cabeza desde Carmen Martín Gaite, Luisa Carnés, o el cine de Juan Antonio Bardem, que también se menciona aquí, con películas como Calle Mayor. No sé escribir sin referentes audiovisuales, porque forman parte de mi formación como escritor y como persona. Y algo que intento conseguir es que, las personas que lean mis libros puedan hacer el viaje emocional y puedan dibujar a los personajes, los entornos, los espacios… Porque ante todo una novela es emoción. Te tienes que enamorar de los personajes. En esta novela quiero que la gente conozca a Asun y a Santos, que se cuele en su piso, y que quiera saber qué les está pasando. Que se sienta parte de esa tribu y vaya pasando páginas con la misma emoción con la que yo las escribía. Necesitaba que hubiera muchos diálogos, que hubiera descripciones, para que crearan ese entorno, he cuidado mucho el detalle, cuidar el marco espacial… Cuidar todo para que fuese tangible, porque creo que uno de los riesgos de una novela cuando es histórica es volverse arqueológica. Y contarlo desde un lugar que parece que estás viendo un museo. No quiero que este libro sea un museo. Quiero que cuando el lector abra sus páginas, sienta que acaba de viajar a ese momento y que lo está recogiendo. Para eso necesito imágenes, que además después sean simbólicas. Es decir, los libros están escondidos debajo de la cama, tiene una función argumental, que no se encuentren. Pero a la vez es una función simbólica, porque ocupa el lugar del sexo que no está sucediendo en esa cama. O con el piso de la calle Bordadores. Es un lugar donde ocurre una forma de amor y una manera de ser, que es imposible fuera. Al final el piso se convierte en un símbolo de la utopía. Creo que es muy necesario verlo. Es cierto que ese mundo audiovisual está en mí. Siempre van a haber dos rasgos, uno, el que sean situaciones que el lector pueda ver e imaginar con facilidad; y dos, el gusto por la introspección. Lo que más me interesa es ¿qué sienten los personajes? Lo que tú decías de la evolución. En este libro, el cuarteto protagonista, Asun, Santos, Miguel y Alonso, no termina igual que empieza. Experimentan muchas evoluciones.
Fotografía de Patandi
Desde que te entrevistamos en 2020 por Hasta nunca, Peter Pan, has publicado doce trabajos, contando Los elegidos, entre novelas y obras de teatro ¿Cómo es tu proceso de trabajo?
No era consciente de ese número (risas). Es verdad que son doce que alternan teatro y novela. En el caso del teatro mi proceso de escritura es muy condensado en el tiempo porque suelo escribir a partir de talleres con las actrices y los actores. Por ejemplo, en el caso de Esta sí tenemos que bailarla, la escribí con las dos actrices, que son Rocío Vidal y Eva Egido. Hicimos el taller, luego empecé a escribir, vinieron los ensayos… El mundo teatral me permite condensar en el tiempo todo ese proceso. Es como una especie de paréntesis en medio del proceso narrativo.
Con respecto a las novelas varía mucho. Sí es verdad que, por ejemplo, Los elegidos, lo he combinado en estos años con más escrituras. Era un libro que necesitaba cuidar mucho desde la forma, la estructura… Ha sido un proceso muy largo. Iba escribiendo, le destinaba varios días a la semana solo a Los elegidos, y el resto de los días avanzaba con otros textos. Tengo la suerte de que cuando te dedicas a escribir, te puedes dedicar muchas horas a ello. Y es verdad que cuando entro en una historia puedo escribir durante muchas horas seguidas porque me atrapa muchísimo ese mundo de ficción. Soy un escritor muy vehemente en mi creación. Las palabras fluyen. Lo que suelo es destinar muchísimo tiempo a la fase previa de creación de personajes, estudio de relaciones, de tramas… No es que haga un mapa de acciones de manera muy precisa, pero hago una gran labor de documentación sobre cómo va a ser el mundo literario de cada libro, para cuando entre en él, la escritura sea muy fluida. Ese proceso previo es lo que me permite combinar varios libros a la vez en más de una ocasión. Intento también que no sean del mismo género. Suelo compaginar un juvenil y un adulto, una novela y una obra de teatro.
Tu literatura tiene dos vertientes, la del público juvenil y la del público más adulto. A la hora de escribir, ¿cómo consigues ese equilibrio?
El equilibrio nace del tipo de historia que quiero contar. No me planteo si voy a hacer juvenil o adulto. Me suelo plantear qué tipo de libro quiero escribir. Y a partir de eso, ya pienso si va a ser más juvenil o adulto para enfocarlo a un público o a otro. Pero no varía ni mi forma de escribir ni la dificultad. Lo que sí puede variar es la edad de los personajes y el tipo de tema. Es decir, en Los elegidos tengo claro que es un libro de enfoque adulto. Pero algo que me pasa, y que me hace especialmente feliz, es que mi público lector se mezcla mucho. Está habiendo muchos jóvenes que están leyendo Los elegidos, porque vienen de El río de las primeras veces, de La edad de la ira… Me empezaron a leer con dieciséis, ahora tienen veinte, y se asoman a este libro. Me parece algo muy hermoso. Hace poco en un encuentro, que había público de todas las edades, estábamos hablando de Los elegidos, y me emocioné porque había gente de edad más avanzada, a la que este libro le ha removido porque le ha traído recuerdos y cosas que ha vivido. Y también había gente muy joven a la que le había emocionado porque no conocía esta historia. Sienten que tienen que defender todo esto, no se pueden perder. Me siento muy afortunado por tener un público lector tan diverso en edad. Hay trasvase de lectores. En Málaga, por ejemplo, firmé varias trilogías de La leyenda del cíclope, que en teoría es literatura juvenil, pero como es fantasía hay mucho público adulto. Es un público al que le gusta tanto una novela histórica como Los elegidos; y una distópica como el Cíclope. Tengo la suerte que mis libros se comparten sin límite de edad y ojalá siga siendo así.
Para sumar el libro número trece (risas), en septiembre publico un thriller que es un young adult, un juvenil-adulto, con la editorial Lo que leo, de Santillana, que lleva por título Las durmientes. En este caso habla de la violencia sexual, de la cultura de la violación, de esa violencia machista a la que por desgracia se enfrenta la adolescencia actual en su iniciación a la vida sexual. Ha sido una escritura intensa, y espero que sea un libro que dé de qué hablar, pero sobre todo, dé que pensar.