Jesús Terrés: “Me obsesionan mucho las vidas no vividas… que nunca vivirás porque elegiste otro camino”
El autor nos habla sobre 'Buscaba la belleza'
El padre del protagonista de Buscaba la belleza (Ediciones Destino) muere cuando éste era aún muy joven. En los años venideros su negación lo va a marcar. Y los cajones de la memoria van a estar cerrados. Jesús Terrés ha publicado una necesaria novela con la que nos lleva al interior del ser humano, a su propio yo, porque en la misma, la ficción y la experiencia vital propia se funden para hacer toda una declaración de sentimientos en la que muchos lectores se van a ver reflejados.
Buscaba la belleza comienza con una frase que nos la habremos hecho multitud de veces: “nunca sabremos cómo serían nuestras vidas si las cosas no hubiesen sido como son”. Ello nos advierte de con qué personaje y con qué historia nos vamos a encontrar. ¿Verdad?
Sí. Y es algo que además, en mi madurez, como escritor y como persona, cada vez me pregunto más. La vida está llena de muchos caminos, bifurcaciones. Algunas muy obvias como la muerte de un padre. ¿Cómo hubiese sido mi vida si mi padre no hubiese tenido el infarto? Me hubiera acompañado en ella. Pero también pasa con pequeñas decisiones. Me lo pregunto mucho. Me obsesionan mucho las vidas no vividas… que nunca vivirás porque elegiste otro camino.
¿Esas dudas se generan, en el caso de tu personaje, a raíz de la muerte de su padre o vienen de fábrica?
Sí. Yo creo que las cosas, en parte, vienen de fábrica. Las tenemos ahí, dormidas, en un sitio de nuestro interior. Y puede ser que un suceso como la muerte de un padre o una enfermedad, de repente, te golpeen y te hagan plantearte todas esas cuestiones. En el personaje, la muerte de su padre le zarandea y le obliga a hacerse muchas preguntas como ésta, ¿cómo sería mi vida?
El nombre del personaje no se sabe. Nunca lograremos conocerlo. ¿Qué importancia posee este detalle en el desarrollo de la novela? No hay nombre.
No. No hay nombre. Pero no hace falta. Dudamos mucho con mi editora si tenía que andar muy pegado a la biografía, a la memoria, pero llegó un momento en el que nos dimos cuenta de que no era necesario. Como escritor quería tener más herramientas para ficcionar y desde la autoedición estaba más cómodo. He podido rellenar huecos que había, saltarme personas que no eran necesarias… Ese espacio intermedio entre memoria y ficción es un lugar en el que me siento muy bien.
La sociedad, la vida que elegimos, nuestro trabajo… nos llevan a vivir en una rueda infernal
Jesús Terrés
Entiendo que Buscaba la belleza es una obra necesaria hoy en día por su invitación a la reflexión, la introspección y la meditación. ¿Cómo lo ve su autor?
Uno de los personajes secundarios, Martín, gaditano, tiene como un mantra: “la prisa mata”…
… Eso te iba a decir, es una frase estupenda…
Sí, sí, y es verdad. La sociedad, la vida que elegimos, nuestro trabajo… nos llevan a vivir en una rueda infernal. Prisas, múltiples quehaceres… Y lo que vamos dejando en un huequito son nuestras emociones y las preguntas importantes.
Y en esas reflexiones que él hace es donde intenta buscar la belleza. Pero, ¿qué es la belleza? Hablamos de algo muy subjetivo.
Es súper subjetiva. Y por eso ha sido muy necesario crear diferentes capas literarias con diferentes personajes. Porque cada persona tiene su idea de belleza, cada religión. Y quería hacer ese juego de mostrar las distintas formas de entenderla, desde la más barroca a la más poética o lírica. Hasta la más honda, que es la del narrador, que ve la belleza como un espacio donde hay luz pero también oscuridad.
El protagonista no termina de creerse o asimilar que hace muchos años que perdió a su padre. ¿Cuánto nos marca la vida la muerte de nuestros seres queridos?
Mucho. Y es curioso. Esto no lo había dicho antes, pero hay que ver cómo es la psique. Yo, durante tantos años de negación, más de veinte, todas las noches soñaba con mi padre. Que estaba vivo. Pese a que mi yo consciente quería pensar que no había pasado nada, mi yo mágico, inconsciente, me lo traía de vuelta cada noche. “No te vamos a dejar”, le decía. Eso es imposible. No se puede olvidar. No se puede olvidar…
Hay una escena, sin ánimo de destripar la novela, que me resulta muy buena, cuando el protagonista escribe el nombre de su padre en el cemento de su tumba. ¿La novela describe una historia de ida y vuelta?
Sí. De hecho, el libro tiene un puntito de viaje de regreso. Dice mi editora que es como Ulises en el viaje a Ítaca. El viaje de vuelta a casa. Y es un poco como reconocer el nombre de su padre en el cemento. Una vuelta al origen y a él y a lo que le pasó.
Personalmente, ¿para qué te ha servido escribir y publicar Buscaba la belleza ?
La novela ha tenido un punto de catarsis (silencio). Me ha supuesto un reto como escritor. Me ha costado mucho. No ha sido nada fácil. Y es un poco también un intento de tender un puente hacia mi madre, a mi memoria y mi pasado. Es un maravilloso puente. He pasado tantos años evitando eso que ahora tengo prisas por volver. Para mí es un camino de vuelta.
En la novela hablas, como hemos dicho, de belleza, pero también de dolor. Pero, ¿belleza y dolor van de la mano?
Sí. Completamente. Y lo hablaba hace poco con un amigo que acaba de separarse. Está jod… Lo está pasando muy mal. Y le decía que la separación es un duelo. Y que le duele tanto porque a esa persona la quiso mucho. Es la otra cara. Si no le doliese sería porque no hubo amor. Cuanta más vida, más amor, más hondura, más sentimientos, más dolor habrá.
La novela ha tenido un punto de catarsis. Me ha supuesto un reto como escritor
Jesús Terrés
Creo que has dicho que “la belleza habita en la vida, en lo vivo”. La vida es bella, pero vivir también, a veces, es sinónimo de sufrimiento, ¿no?
Sí. Hay algo que para mí es la bandera del libro. Vivimos en una sociedad que castiga el envejecimiento. Y yo me niego a pensar que no existen las arrugas; absolutamente. Por supuesto que hay belleza en la arruga. Pero también en un jarrón roto, y en una cicatriz. Claro que la hay.
¿El olvido es necesario para ser feliz? En este sentido, en tu obra hablas de “los cajones cerrados de la memoria”.
El olvido tiene las patitas muy cortas. Te puede ayudar a sobrevivir, pero no a vivir. Te puede ayudar en esas primeras semanas del dolor angustioso al que no puedes ni mirar, pero al final hay que mirar. Y tienes que reconciliarte con lo vivido.
Dices que has escrito la novela como catarsis, pero ¿has pensado que su lectura puede ayudar a mucha gente que ha pasado por lo mismo que tú?
No es algo en lo que uno piense. El escritor está ahí, con su obra, con su huequecito, haciendo el mejor trabajo posible, pero en esta parte de hablar con los lectores sobre la novela sí estoy encontrándome con muchos sentires comunes. Y es algo muy bonito. Algo con lo que, de corazón, no contaba. Y me alegra muchísimo, me llena. No estaba en el plan; no había plan.