Iban Martín: “Hay que ser amante de la historia romana, pero no idolatrarla”
El autor nos habla sobre 'Roma aeterna'
Iban Martín cursó estudios de Historia en la Universitat de Barcelona. En 2017 comenzó en el mundo del podcasting con El Descampao, y en 2020 inició el proyecto de divulgación Roma Aeterna, donde habla sobre la Antigua Roma: sus personajes, guerras, costumbres e historia. Este proyecto ha derivado en un libro fresco, dinámico y divertido, sobre una de las civilizaciones más importantes que terminó dominando el mundo. También llamado Roma Aeterna (La Esfera de Libros), se postula como el principio de una saga que viene a desmontar mitos y a contarnos el pasado de este imperio tal como fue.
La historia de Roma abarca varios siglos, tiene diferentes etapas, muchísimos personajes, y es bastante compleja a la hora de entenderla. Roma aeterna es tu primer libro. En él nos llevas hasta los comienzos y el desarrollo de la República, y todo ello contado de manera muy natural y divertida, ¿ha sido un estilo buscado?
Sí, fue buscado, porque como nace de un podcast, a la editorial le dije que tenía que tener esa esencia para que la gente que es fan del podcast y la nueva pueda acercarse a ambos contenidos. Y la gente que es fan me dice que me lee y es como si me escuchara. Eso me hace mucha ilusión, por tanto objetivo cumplido. Está buscado el estilo y quizás a nivel literario haya gente que diga que es una porquería. Pero está buscado para tener esa esencia de podcast y de libro leído en la mente con mi voz.
Eres historiador y divulgador cultural a través de varios podcast, ¿pero de dónde nace esa pasión por la Antigua Roma?
Todos hemos tenido en la adolescencia una etapa en la que éramos fans de los templarios. Y mi pasión por la Historia Antigua empezó con Grecia, con los libros de Alejandro Magno, de Massimo Manfredi. La trilogía de Alexandros me la leía cada verano. Era mi obra de cabecera de novela histórica. Fui en 2005 a Roma con un amigo, pero no sabía nada de los romanos. Yo era todo griego. Empezó a interesarme su cultura, su historia, esas aventuras que siempre hemos visto en películas como Gladiator… A partir de ahí me empecé a interesar, y poco después entré en el mundo del podcasting con Sergio Mena en El Descampao en 2017, y me dije, “¿por qué no hago yo uno para cubrir esos huecos que tengo de la historia de Roma, saciar mi curiosidad y a la vez divulgarlos?”. Ahí empecé, y hasta ahora.
¿Por qué has decidido partir desde la República?
Siendo sinceros, yo quería empezar con la monarquía, con el periodo de fundación de Roma como ciudad, cómo los diferentes pueblos se van uniendo, el relato mitológico… Pero creo que empezar en la República es muy importante porque hay muchas cosas en las que nos sentimos identificados en nuestro día a día actual. Hay personajes, historias, motivaciones de personas que están en las fuentes que vemos reflejados en actitudes actuales. Ese conflicto social, gente que se niega a ir a la guerra, gente que es obligada a ir, la esclavitud… Es una república que es muy desconocida. También por ese hecho me motiva más, me gusta lo que no se cuenta tanto. Empezar por César hubiese sido muy sencillo, pero para tener una visión general de Roma y conocer mejor lo que pasa después, es vital conocer este tipo de relatos, de historias, de guerras, que marcarán sin duda la mentalidad romana en los siglos venideros. Me gusta mucho el conflicto social. Cómo patricios y plebeyos se pelean entre ellos. Es una época apasionante. La época arcaica de la República es mi favorita.
Tal como nos presentas el relato, es fácil sentir mucho interés por esta época.
Son todos unos traicioneros. El Senado engañando a la gente, la gente se revoluciona… Están vivos. Es lo que más me gusta de ese periodo. A pesar de que las fuentes nos engañan un poquito porque suelen ser relatos propagandísticos, sobre todo cuando llegamos a Cartago, que todos son anti Cartago. Es un relato que es muy fresco a día de hoy, y no sé por qué no hay películas y series sobre esta época, porque es apasionante.
La influencia romana está muy presente, a pesar de que en España han pasado muchos pueblos
Iban Martín
A pesar de que hayan pasado muchos siglos desde el periodo que nos narras en Roma aeterna, vemos a una sociedad que no ha cambiado mucho. Hay una serie de aristocracia política capaz de amañar votaciones para conseguir que salgan adelante las leyes que ellos proponen, vemos a una plebe que no se conforma con lo que le ha tocado, sino que no deja de luchar por sus derechos… Es todo muy actual, ¿no?
Es bastante actual. Hay lobbies en la República arcaica, como el de los prestamistas. Existía la esclavitud por deudas, pero había una serie de senadores que no querían legislar en contra de eso porque se beneficiaban de esa esclavitud por deudas. O por ejemplo el reparto de tierras, que siempre fue un problema en la República. Había un grupo de familias que se quedaban con tierras públicas, usurpándolas, y no querían cederlas a la gente que no tenía donde vivir. Ahí hubo otro conflicto porque era otro lobby. La gente no iba a legislar en contra de sus intereses. Y tenemos infiltrada en el Senado a toda una serie de gente que tiene unos intereses económicos, como ocurre ahora cuando se intenta legislar el alquiler. Resulta que esa persona que no quiere tiene tropecientas viviendas. Es lo mismo, pero con toga (risas).
En muchas de las pequeñas cosas de la vida cotidiana, sin ser posiblemente conscientes de ello, la herencia romana está ahí. Esto dice mucho de la importancia tan grande que supuso esta civilización en occidente.
La influencia romana está muy presente, a pesar de que en España han pasado muchos pueblos. Hay historiadores que dicen que somos hijos de Roma. Sí y no. Somos hijos de muchos pueblos, pero en el fondo, la esencia está ahí. En nuestro sistema político, por ejemplo, hablamos de un candidato a las elecciones, votamos en los comicios o vamos ante un magistrado de un tribunal… En esa vida legal pública todavía se mantiene el legado romano. Sí que, por ejemplo, en nuestro día a día podemos ver cosas de la Antigua Roma que no están representadas en el libro porque todavía no he llegado a ello. Pero cuando vamos con prisas y no tenemos tiempo para comer y compramos algo por el camino, eso es algo que los romanos ya hacían. La comida para llevar es algo que ya tenían ellos. Es esa forma de vivir que sigue estando en nuestro espíritu de mediterráneos que somos. Seguimos siendo iguales en esencia, aunque diferentes en todo lo demás.
En todo trabajo de investigación, las fuentes son fundamentales para evitar la transmisión de posibles bulos que se perpetúen en el tiempo. Aunque también éstas pueden dar una imagen sobre algunos personajes y hechos que no se ciñen a la realidad, ¿qué importancia tienen estas?
Es muy importante consultar las fuentes, porque si no las consultas es un peligro. Hoy en día vemos que en la era de internet al buscar cualquier evento, te sale una página web que te lo cuenta. Pero si no te dice de dónde ha sacado esa información, podemos caer en que sea erróneo. Y si vamos a las fuentes, tampoco hay que darles el hálito de verdad absoluta. No tienen ese envoltorio de santidad. Las fuentes en este caso son autores del siglo I, incluso del II (Tito Livio o Dionisio de Halicarnaso), que vivieron en una época y contaron su historia, en el caso de Polibio para los Escipiones. Es casi todo propaganda o un invento. Tito Livio en el siglo I, en época de Augusto, está escribiendo una historia sobre los romanos de la República, sobre hechos que ocurrieron 200-300 años antes. No puede tener toda esa información. Está construyendo una historia de Roma acorde a la imagen que ella quiere dar sobre sí misma. No podemos darle la veracidad que tendría una fuente rigurosa, porque no lo es. Eso se verá mucho después en el Imperio en cuanto a los emperadores. Se han perpetuado mitos sobre emperadores, o incluso el mito de la propia Livia como asesina, porque los autores posteriores querían poner en valor la dinastía a la que servían, y tirar por tierra a las demás. Las historias de Calígula, de Nerón… toda esta locura que tenían, se cree hoy en día que es fruto de la propaganda de Suetonio, de Plutarco… Gente que intentó echar por tierra lo de otros para engrandecer lo suyo.
La Tercera Guerra Púnica fue injusta y no debió ocurrir
Iban Martín
En el libro hablas de esa imagen que se ha tenido siempre como una civilización grande y triunfadora, pero durante la República, en la que Roma intenta situarse en el mapa, la vemos como un pueblo belicoso, vengativo, incluso oscuro en esos orígenes, ¿a qué se debe todo ello?
Esa imagen viene de creernos las fuentes a pies juntillas. Cuando Tito Livio te habla de la Historia Antigua, siempre te dice que el imperio de los romanos es el más grande de todos, es el esplendor, dejando esa pátina de propaganda sin que tú te des cuenta. Y si te lo crees todo, te está hablando de derrotas, que es algo muy apasionante de esta época, en la que Roma se está transformando, cuenta con pueblos más poderosos que ella misma, pero por otro lado te está diciendo “¡Oye, Roma! ¡El imperio más grande que jamás existió!”. Tito Livio te habla incluso de que los romanos podrían haber vencido a Alejandro Magno. Te lo crees. Luego los diferentes gobiernos en toda la historia se han querido fijar en Roma y en el Imperio romano… El propio Renacimiento es el volver al pasado glorioso de la antigüedad romana. El mismo Napoleón, ahora que se ha estrenado una película sobre él, era cónsul, emperador de Francia… Es un reflejo de Roma. Se ha visto siempre como un reflejo de la grandiosidad, que no fue así. Era una ciudad oscura, sucia; en la época arcaica era repudiada por todos. Pero ha quedado esa imagen de imperio, de grandeza, de orden, de paz… que es normal que se piense en esa idea de grandeza que muestran las películas. Es cruel decirlo, pero es una idea postfascista. Esa imagen que tenemos hoy es fruto de esa distorsión de la época fascista. Y luego ha sido utilizada por todos para sus intereses.
Declaras en el capítulo de la Tercera Guerra Púnica que te costó escribir sobre el final de ese conflicto por todo lo que los romanos hicieron padecer a los cartagineses. Tampoco se puede perder de vista al hablar de éstos el nivel de violencia que dejaban a su paso, incluso haciendo desaparecer toda una ciudad. En la actualidad sigue siendo algo difícil de digerir, ¿no?
Con la Tercera Guerra Púnica no me corté en el libro; fue injusta y no debió ocurrir. Cartago no debería de haber sido destruida. Cuando Catón ha enviado una delegación de Roma a Cartago, y ve que la ciudad está prosperando y le va bien, esos intereses y ese odio que había, sumado a intereses económicos de determinadas familias por mantener una política imperialista romana, hace que se cree una campaña para destruir Cartago. Se llama Tercera Guerra Púnica, pero una guerra no es, porque Cartago no estaba en condiciones de plantar batalla. Y el hecho de que Roma, una potencia como ella, sí o sí, vaya a destruir a otra, y da igual lo demás, hoy en día lo estamos viendo, un país va a destruir al otro y da igual lo que hagas, donde hay odio visceral, es algo muy cruel. Cartago estaba condenada desde el momento en el que se fijó. Y me parece de un cinismo absoluto la escena de Escipión Emiliano llorando ante las llamas de Cartago. No la hubieras destruido. No llores porque la has destruido tú. Te das cuenta de que los romanos no caen bien. Hay que ser amante de la historia, disfrutar de la historia romana, pero no hay que caer en idolatrarla. Roma era en ese momento ya una potencia depredadora, imperialista, y hemos visto que era una potencia peligrosa. Y los cartagineses, pobres, lo pagaron caro.
En Roma aeterna narras desde el nacimiento de la República, desde el 509 a.C. hasta el final de la Tercera Guerra Púnica (146 a.C.). Pero de esta etapa en la que te centras, ¿qué personaje destacarías?
De este libro me gusta mucho Marco Manlio Capitolino. Es protagonista en la toma de Roma por los galos, en el 390 a.C., en una noche en la que estos intentaron asaltar el Capitolio, que era lo único que no habían tomado. Y gracias a los gansos que estaban ahí haciendo ruido, logró repeler ese ataque, y luego Marco Manlio Capitolino se convirtió en enemigo del Senado, de ese sector aristocrático conservador. Él era un patricio, de rancio abolengo, era un héroe de guerra, y de la noche a la mañana, fruto quizás de envidia, si hacemos caso a los autores, acaba siendo un padre de la plebe, abanderado de sus derechos. Este tipo de personajes me gusta mucho, aunque suele acabar muy mal. Si algo hemos aprendido en la República es que todos acaban muy mal (risas). O bien volando desde la Roca Tarpeia, ejecutado… El mismo Marco Manlio Capitolino también se sintió traicionado por la plebe. Hay pequeños fogonazos en los que en la historia de Roma, hay gente que se ha preocupado por los demás, a pesar de tener riquezas.
Por desgracia, no puedo hacer ningún ejemplo femenino, aunque sí que me gustan las matronas. Hay un episodio con ellas (no lo he incluido en este libro), en el que empiezan a envenenar a hombres, a lo loco. Y son ese tipo de episodios que dices, “¿pero qué ha pasado aquí?”. Tito Livio cuenta como que hay unas mujeres que son unas histéricas. El tema de mujeres locas ya lo hacían ellos. Ya estaba desde ahí ese machismo metido. Pero ese tipo de episodios en el que tienes que leer entre líneas para encontrar lo que ha pasado, a mí me fascinan. Y con Marco Manlio Capitolino, que inventa involuntariamente el sindicalismo, porque le dice a los suyos: “Mirad cuántos sois vosotros, y mirad cuántos son ellos. Sois muchos más. Si os unís, podéis luchar contra ellos”. A mí eso me encanta (risas).
Trajano ha sido muy utilizado en España, porque con él Roma alcanzó su máxima expansión
Iban Martín
La República nace tras el famoso episodio de la violación de Lucrecia por el hijo de Tarquinio el Soberbio, último rey de Roma, su posterior sucidio, y la sed de venganza de Lucio Junio Bruto por todo ello. Es un episodio muy de película, e incluso da la sensación que Bruto buscaba sacar algo de provecho.
Empecé con esa noche porque cuando lo leí me pareció un relato tremendo. Pensé, “¿pero esto qué es?” Lucrecia de luto, yendo a Roma, según a quien leas, se suicida, y Bruto con el cadáver de ella allí, empieza a hablar con los demás, “podemos hacer un rey, dos reyes…”. Perdona, lo tenías todo planeado ya (risas). Lo tenía en un cajón, digo “voy a esperar hasta que pase algo”. Lo tenía todo preparado, y luego sale al foro, y en el momento en el que está hablando a la gente, descubre el cadáver de Lucrecia. La gente se vuelve loca, y destierran a Tarquinio el Soberbio. Es algo que estaba preparado. Los investigadores actuales tienden a pensar que la caída de la monarquía fue un golpe de la élite senatorial, los aristócratas, para hacerse con el control. Antes el rey elegía a los senadores, había senadores plebeyos, pero los patricios querían hacerse con el control, como así ocurrió. Y hasta muchos años después no lo soltaron. Pero sí parece un golpe orquestado. Bruto lo tenía todo previsto. Menudo zorro (risas).
¿Tienes pensado retomar el relato de la República donde lo dejaste? Porque lo que queda es de una gran importancia.
El libro originalmente iba a abarcar toda la República, pero a mitad de camino le dije a mi editor, “igual nos hemos pasado” (risas). Si los dioses lo permiten, se hará otro libro con la caída de la República, para continuar con los títulos de películas de la saga de Star Wars. Y mi plan sería, si eso pasa, que llegue hasta el año 27 a.C. cuando el senado le concede el título de augusto a Octavio. Hay un montón de temas ahí, vamos a desmentir mitos a mansalva.
Augusto es también un personaje interesante, o al menos así nos lo han vendido. Posteriormente vinieron otros emperadores que hicieron mucho por engrandecer la imagen de Roma…
…Sí, y hay que ponerlos en su sitio. Por ejemplo, Augusto era un cabronazo, pero es nuestro (risas). Pero hay que saber lo que hizo, porque mató a un montón de gente. Hizo muchas barbaridades para hacerse con el poder. Pero como triunfó… Ese es el problema. Cuando alguien triunfa, sus crímenes pasan a un segundo plano, y hay que dejarlo todo por escrito y poner de relieve que Marco Antonio era el verdadero heredero de César; era el segundo al mando de Julio César. Quedó difuminado. Aparecieron unos bulos, como que se había convertido en un rey egipcio, que Cleopatra le había comido la cabeza… Y hay que poner todo en su sitio porque hay mucha tela que cortar.
Como sevillana y enamorada de Itálica, tengo que preguntarte, como especialista en Roma que eres, por Trajano, ¿qué opinión tienes sobre él?
Trajano ha sido muy utilizado en España, porque con él Roma alcanzó su máxima expansión. El sevillano más internacional que le dicen (risas). Aunque no era Sevilla todavía, pero tanto Adriano como él son de Itálica, nacieron allí. Y llegar hasta donde llegaron y alcanzar ese nivel de esplendor… Trajano es uno de los emperadores más queridos, porque lo que hizo no se volvió a repetir. De Trajano para abajo. Si lo permite el tiempo y la editorial lo quiere, me gustaría hacer un amplio recorrido por su obra, de lo que hizo durante su vida. Porque creo que es importante poner en valor, que Hispania tiene muchas cosas que dar. Ahora en el podcast estoy hablando de la Segunda Guerra Púnica, y estoy hablando de los cartagineses en la Península Ibérica. En Andalucía estaban Amílcar, Asdrúbal… Y es algo muy olvidado cuando hablamos de esta historia; pensamos en Roma, Grecia, Egipto, pero aquí en el sur de la península tenemos un legado increíble. Hay ruinas, hay villas, hay ciudades, hay de todo. La batalla de Munda, el fin de la guerra civil entre César y Pompeyo, fue en Andalucía. Son cosas que hay que poner en valor y que reivindicar.