Fernando Benzo: “Los perseguidos va sobre las aventuras de una banda de delincuentes a lo largo de cuatro décadas”
El autor nos habla de 'Los perseguidos'
Ganador del XXX premio Azorín de novela, Fernando Benzo vuelve a atraparnos con un trabajo suyo. Los perseguidos (Editorial Planeta) es una gran obra literaria que aborda el mundo de la criminalidad en España desde los años 70 a la actualidad. Es la historia de Dardo y Peyo, dos amigos de la infancia, que comparten bloque de piso en un barrio deprimido de Madrid, y que van evolucionando conforme el país progresa hacia la sociedad que es hoy en día.
Los perseguidos es tu última obra, todo un novelón en el amplio sentido de la palabra, ¿verdad?
Un novelón, sí. En todos los sentidos; es un tocho importante (risas).
Y, además, Premio Azorín…
Sí…
¿Ha variado tu concepto de la novela con este premio o la ves igual que cuando la concebiste?
No. Varía en la persona (risa). Es decir, escribir, creo, que es un ejercicio de inseguridad. Escribes a solas. No sabes si lo que estás escribiendo está bien o no. Es una tarea llena de incertidumbres. Y cuando de pronto recibes un premio literario, te sube la autoestima. Por un tiempo te hace sentirte más seguro de lo que haces. Piensas que lo que escribes merece la pena. Te da mucha alegría, pero, sobre todo, te tranquiliza. Te sirve para valorar lo que escribes porque piensas que está lo suficientemente bien como para que un jurado decida que tu novela merece un premio. Y un chute de seguridad no viene mal (risas). Ante la inseguridad del hecho de escribir está el respaldo de un premio.

Fotografía de Patandi
A los que venimos de la década de los 60 y nos criamos con el cine quinqui, Los perseguidos nos ha hecho recordar nuestro pasado, volver hacia atrás.
Sí. La novela crea imágenes que los que tenemos una edad volvemos a recuperar. Sirve el juego temporal de la novela para que los que tenemos memoria de aquellos tiempos volvamos a recordarlos, y para que quienes no los vivieron, los conozcan. Es adentrarlos en un mundo que les resultará totalmente ajeno. Y puede ser atractivo conocer algo que no conocieron y comprobar que existió algo que no se parece en nada al mundo en que vivimos ahora.
Pero, realmente, Los perseguidos no es una novela quinqui, ¿no?
Es verdad que todo el mundo me está hablando de una novela quinqui, pero deja de serlo en la página 70, 80… Pero es curioso que impresiona mucho la parte quinqui de la novela.

Quería retratar los diferentes tipos de villanos que hay. No tiene nada que ver un navajero de barrio con un ministro corrupto
Fernando Benzo sobre la escritura de 'Los perseguidos'
Puede ser que retratas muy bien aquellos años…
(Risas). Debe de ser por eso. Me apetecía mucho que la novela empezara así. Que los personajes comenzaran siendo quinquis. Pero luego evolucionan como se irá viendo después. Pero a mí las películas quinquis me producían unas sensaciones raras. Eran malas, producían rechazo, pero te hipnotizaban completamente. Aparecía una película quinqui y te la tragabas. No sé qué tenían, pero era así. A la vez que estabas con un mal cuerpo y una especie de rechazo de aquellos personajes, tenías la curiosidad de saber qué les pasaba. El universo quinqui genera una mezcla de rechazo y atracción. No sabes si te repele o te gusta. Eso me llamaba mucho la atención.
Los perseguidos se desarrolla en la época actual, aunque con esos regresos continuos al pasado que se producen en varios momentos.
Si yo tuviera que definir la novela en una frase diría que es sobre las aventuras de una banda de delincuentes a lo largo de cuatro décadas. Por eso, cuando me hablan de los quinquis digo que es sobre esa época, pero sobre los 80, los 90, más nuestros días. Ese es el origen. Más una periodista que les investiga. A partir de ahí, inevitablemente, cuando cuentas la historia de unos personajes, estás también retratando una época, con lo cual la novela tiene unos elementos más de las aventuras de esos delincuentes, de representación de unos años de la historia. Van evolucionando no sólo esos delincuentes sino también la sociedad española, que no tiene nada que ver en los 70, en los 80, en los 90… Y cuando una sociedad progresa, en el fondo lo hace también su criminalidad. Estamos hablando al principio de una delincuencia de navajeo y atracos a farmacias, que diría una canción de Sabina, y acabamos con las grandes redes internacionales asentadas en nuestro país, en Marbella y demás, con la corrupción política, la policial… Igual que la sociedad española va cambiando, la criminalidad se va sofisticando. No se parece nada lo que son estos chicos cuando tienen 15 años con lo que son cuando ya se han convertido en unos señores hechos y derechos.

Fotografía de Patandi
La novela nos muestra un destacado abanico de personajes que se mezclan en distintas tramas.
Sí. Es una novela un poco coral. Es sobre malos, sobre villanos Y quería retratar los diferentes tipos de villanos que hay. No tiene nada que ver un navajero de barrio con un ministro corrupto. Y probablemente es mucho más rechazable, como delincuente, el ministro corrupto que es un tío que sabe que está cometiendo crímenes, que sabe que ha pasado las líneas rojas, que unos personajes que en el fondo no han conocido otra vida. No pretendo exculpar a esa parte quinqui o macarra. Pero es verdad, y eso lo cuidé mucho en la novela, que nunca tuvieron remordimiento por lo que hicieron. Pero es porque no son conscientes de que están cometiendo un crimen. No tienen un código ético, ni un sistema moral que les explique lo que están haciendo. Lo que hacen les persigue, de ahí el título. Es una situación provocada por un origen absolutamente negativo. Eso no les exculpa, son villanos. Pero es diferente eso que cometer delitos sabiendo plenamente que los estás cometiendo.
Daniela Lozano, una periodista hija de alguien que fue muy importante en su misma profesión, es el hilo conductor de Los perseguidos, a la que se le presenta la oportunidad de hacer una relevante investigación.
De alguna manera, casi te diría que hay dos novelas en una. Una va sobre las aventuras de estos personajes fuera de la ley hasta nuestros días, y otra, en paralelo, va sobre la investigación que lleva a cabo Daniela en la actualidad de una trama criminal en la que están involucrados estos delincuentes. Por eso, más que ser un hilo conductor, diría que hay un paralelismo entre las dos historias que van coincidiendo y teniendo un final único. Si tuviera que elegir muy resumidamente cuál es el hilo conductor de la novela diría que es la amistad de Dardo y Peyo. Si reduces al máximo las 700 páginas (risas), las dejaría en una historia de amistad en una situación precaria en todos los sentidos, desde muy niños, que va recorriendo cuatro décadas, y a la que le pasa de todo. Uno la traiciona, otro la refuerza; uno la debilita, otro se desencanta; los dos la recuperan… La amistad me produce un sentimiento literariamente tan interesante que una historia de amor. Aquí en el fondo no se habla de una historia de amor pero sí de una amistad que dura varias décadas.