'Julia Navarro: “Escribo porque necesito plantearme preguntas e intentar respondérmelas”'

Lo de la trayectoria literaria de Julia Navarro es una larga cadena de sorpresas y satisfacciones para sus lectores y, también, para aquellos que continuamente se unen a su extensa nómina. 

La periodista y autora de obras como La Hermandad de la Sábana Santa (2004), La Biblia de barro (2005), La sangre de los inocentes (2007), Dime quién soy (2010), Dispara, yo ya estoy muerto (2013), Historia de un canalla (2016) o Tú no matarás, (2018) ha publicado este año De ninguna parte, al igual que sus anteriores novelas, editadas por Plaza & Janés

Con motivo de la reciente aparición de De ninguna parte, Julia Navarro ha compartido en Sevilla sus impresiones sobre la novela y los temas sociales que forman parte de su trama.

Julia Navarro: “Escribo porque necesito plantearme preguntas e intentar respondérmelas”
Fotografía de Juan Manuel Fernández

Un tema de actualidad plena

De ninguna parte es el viaje de dos hombres en la búsqueda de su identidad. Uno, Abir Nasr, quien presencia el asesinato de su familia durante una misión del ejército israelí en el sur de Líbano y jura ante los cadáveres de su madre y su hermana pequeña que perseguirá a los culpables durante el resto de su vida. Otro, Jacob Baudin, uno de los soldados que han participado en la acción mientras cumplía con el servicio militar obligatorio. Sus vidas se vuelven a cruzar años más tarde en Bruselas bajo el humo de las bombas con las que El Círculo, una organización islamista, siembra el terror en el corazón de Europa.

Efectivamente, De ninguna parte es un tema de plena actualidad, ni mucho menos novedoso. Por desgracia, los conflictos que asolan al mundo y que se cobran tantas víctimas son inherentes a la condición humana. La historia que se expone en la novela «no pasa de moda«, como reconoce la autora. En este sentido, y cuando se le cuestiona si la ha encontrado a ella o ha sido ella quien la ha buscado, asegura que es algo que «está ahí, en las primeras páginas de los periódicos, todos los días«. «No la he ido a buscar -continúa-. En las últimas décadas hay un ensanchamiento de las distancias entre Oriente y Occidente. Europa ha sufrido, lo mismo que Estados Unidos, el terrorismo de raíz islámica. Empezamos con las Torres Gemelas, continuamos con los atentados de Madrid, Barcelona, París… es una realidad que está ahí«. 

Julia Navarro asiste como testigo y ciudadana del mundo al conflicto existente entre Oriente y Occidente. «Esa es una noticia que está en los medios de comunicación en las últimas décadas«, señala. Esa condición de espectadora de la actualidad la convierte en transmisora de la misma a través de sus novelas. Y esa curiosidad propia de ella y su espíritu analítico desatan su vena creativa. «Escribir es una forma de hacer preguntas, de preguntar por qué suceden las cosas«, explica. Y profundiza, «las cosas no pasan espontáneamente. Intento buscar esos porqués. A veces no encuentro las respuestas. Pero el mero hecho de planteármelo me hace reflexionar sobre eso«. 

Julia Navarro: “Escribo porque necesito plantearme preguntas e intentar respondérmelas”
Fotografía de Juan Manuel Fernández

Una historia sobre el terrorismo y la identidad

«De ninguna parte es una novela de acción pero para la reflexión sobre el problema del terrorismo«, dice Julia Navarro cuando se le solicita una definición de su última obra. Esa reflexión la lleva a preguntar «¿qué pasa en ese encontronazo que se está produciendo entre Oriente y Occidente?«. Y la invita a pedir explicaciones sobre lo que ambas partes, Occidente y Oriente, hacen «para reducir la brecha«. Porque avisa que «no se trata de ensancharla«. 

Ello le hace advertir al lector que «no se trata de una historia ni de musulmanes ni de judío. Es una historia que va de terrorismo, de desarraigo, de problemas de identidad y de los medios de comunicación«. Y confirma que «no es el eterno problema de judíos y palestinos; esto va de Oriente y de Occidente. De los atentados de Madrid, de Nueva York, de París, etc.«. Efectivamente, hablamos de terrorismo de raíz islámica y de desarraigo. 

Fotografía de Juan Manuel Fernández

Hacia un mundo desconocido

El desarraigo, como queda dicho, es una de las caras de la historia que narra De ninguna parte. «¿Qué pasa con la gente que viene a vivir entre nosotros y termina sintiendo que no es de ninguna parte?«. Es otra de las muchas cuestiones que plantea Julia Navarro. «Hay una ruptura con el mundo del que viene pero no hay una integración total al mundo al que llega«, se responde. Duda sobre la correcta gestión del problema y sobre el trato que se les dispensa a los inmigrantes. «¿Lo estamos haciendo bien? ¿Estamos tratando a los inmigrantes con la dignidad que todo ser humano merece?«. La respuesta es contundente: «Creo que, a veces, no«.

Julia Navarro argumenta que «viven en dos mundos, a veces, contrapuestos. El de las costumbres y códigos de sus familias y el de la sociedad en la que ellos han nacido pero donde no terminan de sentirse integrados«.

Y ello le genera preocupación, planteándose dudas sobre qué está pasando, si se está actuando bien y cómo, qué estamos haciendo mal o cómo se pueden acortar esas distancias que aún hoy en día se ven tan abismales. «Tienes que crear unos personajes con su entorno y sus circunstancias. ¿Cuál es el recorrido que han hecho para convertirse en un monstruo? Y ese camino lo han compartido con otras personas«, apunta entendiendo que cada uno es fruto de sus circunstancias y no se puede separar de las personas con las que han crecido.

Así, Jacob, uno de los dos principales personajes de De ninguna parte, se cuestiona moralmente de manera continuada lo que hace. Duda. «Sus certezas las somete a otros filtros. Es contradictorio y complejo«. Ahí llegamos a la profundidad del título de la novela, De ninguna parte. «El hombre siempre tiende a querer tener certezas -comenta la escritora- y, por tanto, cuando se siente en tierra de nadie le provoca esa sensación de desarraigo«. Por eso, este título “es uno de los problemas del mundo actual”. Lo razona diciendo que “las migraciones de las últimas décadas han sido masivas. La gente sale del Cuerno de África, se juega la vida para llegar a Europa porque huye de la miseria, de la violencia, de una vida que no es una vida”. Y ahí es donde la integración es clave. “Esas personas cuando llegan aquí e intentan integrarse, viniendo de una sociedad que es radicalmente distinta de la que vienen, tienen un desajuste, porque viven a caballo entre lo que han conocido y lo nuevo. Pero vienen con unos códigos distintos”. 

Fotografía de Juan Manuel Fernández

El papel de los medios de comunicación

Sus 40 años como periodista le han posibilitado plasmar en sus novelas las experiencias vividas. En De ninguna parte los medios de comunicación tienen un papel destacado.  «He querido coger de la mano a los lectores y llevarles a una redacción, para que sepan qué pasa allí. Qué pasa detrás de los rostros que conocen, que ven todos los días… Esa tensión constante que hay entre Poder y Medio«, comenta.

«Sé de qué va esto«, asegura. Y ha querido que lo sepan también los lectores. Desde «el juego de egos» hasta «la tensión de los directivos de los medios que son los que reciben la llamada«. Y, por supuesto, «la competitividad«. 

«No creo que los medios de comunicación vivan de las tragedias«, afirma a la vez que aclara que «la misión de un medio es contar lo que sucede y todo aquello que tenga interés para la opinión pública«. 

Julia Navarro: “Escribo porque necesito plantearme preguntas e intentar respondérmelas”
Fotografía de Juan Manuel Fernández

Personajes femeninos

En De ninguna parte Abir y Jacob nos guían por el conflicto entre Occidente y Oriente que nos plantea Julia Navarro. «A través de ellos visualizo el problema del desarraigo. El de dos personas que sufren uno de los males de nuestra sociedad, como es éste«, explica. Pero no menos fuerza poseen las mujeres que aparecen en la historia, porque “mis novelas son de hombres y mujeres, de seres humanos”. Quiero que sean “un retrato de la vida real”. 

Estos personajes femeninos van desde Noura (Nora), prima de Abir, quien «paga un precio muy grande por su integración, por su libertad, que es la exclusión de su comunidad y de su familia«, e incluyendo a su amiga Marion, a su madre, Fátima, o a la de Jacob.

Fotografía de portada de Juan Manuel Fernández.

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