'Sara Torres: «El sentimiento de amor entre mi madre y yo fue tan bestia que al morir impregnó todo lo que vivimos juntas»'

Leer Lo que hay (Reservoir Books) ha sido una experiencia enriquecedora. Conversar, compartir unos minutos con su autora, Sara Torres, un placer. Su hablar pausado y sereno, a la vez que reflexivo, nos ha recordado la lectura de su obra, en la que muchos temas vitales nos acercan a nuestra condición de seres humanos.

Sara Torres: "El sentimiento de amor entre mi madre y yo fue tan bestia que al morir impregnó todo lo que vivimos juntas"
Fotografía de Andrea del Zapatero

Enhorabuena por el libro. Publicar ya es motivo de satisfacción. Y si además la obra tiene la calidad de Lo que hay, la felicitación debe ser doble. El título me genera la sensación de ser una definición de la vida misma. «Esto es lo que hay, y esto es lo que expreso aquí«, sin más. ¿Podría ser así?

Bueno, no necesariamente la vida en general, pero sí la vida que vive la narradora. Y al final, ésta hace un ejercicio de intentar entender lo que está atravesando. Y no evitar las partes más oscuras, ni perseguir un significado total de lo que está viviendo, sino hacerse cargo de lo que hay.

Se hace hincapié en que Lo que hay es tu primera incursión en la narrativa tras los pasos dados en la poesía. Quizás esto se trate de algo intrascendente y tengamos que hablar realmente de una escritora como tú, sin matices ni encasillamientos. ¿No parece que sigue llamando demasiado la atención que alguien pase de la poesía a la prosa o al revés? 

Creo que son fórmulas periodísticas. Hay una especie de fórmulas que funcionan y se repiten y que son formas sencillas de introducir cosas. Entonces, en mi segunda novela tendrán que inventar otra fórmula nueva para eso (risas). 

De la manera que está escrita, Lo que hay nos aproxima a ese espíritu poético que tienes, ¿no?

Claro. El lenguaje poético sin duda es el vehículo para alcanzar la verdad del libro. No se puede pensar sin él en esta obra. Creo que se utiliza para generar nuevas conexiones de la mente que permitan hablar de emocionalidades distintas, de matices diferentes. 

La novela habla de sentimientos. Y eso le da a la obra una emotividad muy grande. ¿Qué sensaciones has tenido conforme escribías? 

Tenía el punto de ir por un viaje como físico, psíquico, constante. Algo muy intenso. Y algunas veces, igual no te apetece estar en ese nivel de intensidad. Pero como ya has dejado la escritura en este punto, lo que tiene la narrativa es que has de hacer una continuidad del discurso. No lo puedes abandonar. Algunas veces dejaba escenas para luego. Sabía que tenía que hablar de algo, pero en ese momento no podía. Mañana tampoco podré. Hubo escenas complicadas que iba dejando para después. Muchas eran con la madre. Había ocasiones que me costaba muchísimo hablar de ello. Por ejemplo, para mí lo más difícil es contar el momento en el que ella (Sara) llega a casa de la abuela y ve a la madre por primera vez tan delgada, y tiene ese shock. Estuve posponiendo muchísimo escribir esa parte. No podía físicamente hacerme cargo de ella. 

Sara Torres: "El sentimiento de amor entre mi madre y yo fue tan bestia que al morir impregnó todo lo que vivimos juntas"
Fotografía de Andrea del Zapatero

Claro, hablar y escribir sobre sentimientos es muy complicado. Es abrirte a los demás… No sé hasta qué punto Lo que hay es autobiográfico, ¿cuánto hay de la autora en la obra?

La parte de la relación de la protagonista con la madre sí es autobiográfica. Por eso tiene esa dificultad de lidiar con tu propio duelo y con la escritura a la vez. 

La protagonista de la novela se llama como la autora. ¿Es casualidad? No es algo habitual…

Es algo que también de alguna forma estaba vinculado al hecho de que la escritura comenzó por unos cuadernos de duelo que tenía yo. Un nombre tiene mucha carga afectiva en un proceso de duelo. La persona que muere pronuncia el tuyo muchas veces. Y creo que una madre diciendo el nombre de su hija tiene una potencia bestial. Cuando recuerdas a tu madre tienes el eco en la memoria de ella nombrándote. Y pensé que si evitaba el nombre (Sara), evitaba también esa memoria y muchos sentimientos. Y me alejaba de la escritura. No quería alejarme.

La relación de la hija con la madre, como todas de este tipo, o casi todas, es de afecto pero también de conflictos. ¿Se le queda a Sara  tras la muerte de la madre algún sentimiento de culpabilidad?

En mi caso se idealiza después de la muerte. Creo que he idealizado un poco a mi madre una vez muerta. El sentimiento de amor fue tan bestia que cuando ella murió, ese amor quedó impregnando todo lo que habíamos vivido juntas. 

¿Por qué las parejas de Sara no tienen un nombre propio, D. o Ella?

Porque solo lo tienen la madre y la hija.  Y es porque se trata de la historia de ellas. D. tiene solo una inicial porque hay una distancia ficcional en ese personaje. No hay un afán autobiográfico en las historias de amor. Y Ella está todavía más lejos. Ni siquiera tiene una inicial. Ella es como alguien que llega para hacer una transformación vital y luego se quiere borrar así misma de la vida de la narradora. Se convierte en un fantasma. Y a la vez se convierte en un dolor innombrable. Para señalarlo y decir que ha desaparecido se queda como en ese pronombre flotante. 

El duelo de Sara es por la muerte de su madre pero también por la ruptura de una relación, la que mantiene con Ella. No hablamos de un solo duelo, entonces. Y éste se une con las ausencias. Nuestras vidas están llenas de ausencias, de personas que pasan por ellas y desaparecen.

Totalmente. Pero es cierto que hay personas que aunque vivan amores muy intensos en un momento muy concreto, si no se vinculan de manera profunda a ti, sí es posible que cuando se vayan se conviertan como en un fantasma mucho más inmaterial que el de una madre o el de alguien con quien hemos vivido mucho tiempo y de una persona que nunca renunció a ese vínculo. Las personas que sueltan un vínculo son fantasmas más ingrávidos, como con muy poquito peso. Y luego hay fantasmas muy pesados y corpóreos, que son los que se quedan, porque han preferido hacerlo. 

Sara Torres: "El sentimiento de amor entre mi madre y yo fue tan bestia que al morir impregnó todo lo que vivimos juntas"
Fotografía de Andrea del Zapatero

La obra no está escrita solo para mujeres aunque los personajes sí son solo mujeres.

La obra habla de los cuerpos y las pasiones. Ahí hay algo muy indiferenciado y muy universal. Al mismo tiempo, habla de las condiciones específicas en las que aman y se duelen las mujeres. Casi como una clase social determinada. Hay condiciones materiales y culturales a través de las cuales sentimos y vivimos. Y eso sí determina a veces el modo en que nos enfrentamos a las pérdidas. No quiere decir que sea radicalmente distinto, pero sí tiene particularidades.

El cáncer también ocupa un lugar relevante en Lo que hay. Es el hilo conductor de la relación que hay entre Sara y su madre. Pero también usas un tono crítico por el trato que a veces se le da a esta enfermedad.

Sí. Hay una cosa muy bonita. Me han invitado para octubre a un congreso sobre senología y cáncer de mama, el anual de doctoras y doctores, y me parece precioso pensar que desde la medicina estén queriendo incluir voces que hablen del cáncer desde otro lugar. Eso implica que está importando cada vez más cómo las personas viven y significan los procesos de su salud y de su vida. Ya no solo es intentar resolver el problema científico, sino que intentamos preocuparnos por la vida de las personas. Y que haya sido el movimiento de contactar conmigo desde los doctores y las doctoras me ha parecido precioso.

Es una manera de acercarse a la enferma o al enfermo, como tales, pero también como personas, con sus nombres y sus apellidos. ¿Verdad?

Sobre todo porque el tratamiento y el vínculo que tienes con tu doctora o tu doctor en un proceso así es fundamental para la calidad de la vida de la paciente y el paciente. Siempre. Si tu vida de pronto depende de una persona que se muestra fría y distante y que te reduce a una cifra, que te ofrece unos minutos de consulta, puede ser una sensación de borrado absoluto. Te borra un poco la sociedad cuando dejas de ser productiva. Estás enferma. Y si la persona en la que estás confiando te está borrando también, desde lo sensible, es una despersonalización bestial. Querer ser cuerpos sensibles aunque seamos cuerpos científicos, para ayudar a las demás, también es fundamental. 

Hablas también sobre el temor que tenemos a ser olvidados. Haces referencia al esfuerzo que hacemos para que nuestra memoria permanezca siempre viva, aunque ya no estemos presentes. 

Creo que en Occidente tenemos como una idea del yo, del ego, súper fuerte. Le damos mucha importancia. Y al darle tanta importancia nos da muchísimo miedo que los otros se olviden de nosotras. Al final es la importancia relacional. En la medida en que nos amen, nos recuerden, existimos. Lo ideal para nuestro propio bienestar es intentar adelgazar un poquito la idea del yo. Hay que entender que no importa tanto desaparecer. Es un placer desaparecer. Es una relajación. Y así tampoco obligaremos a otras personas a quedarse en el mundo por nosotras (risas).

Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.

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