Los últimos meses para Rocío Muñoz están siendo de una gran actividad, una amante de la literatura que ha creado en Rosario (Argentina) la editorial El Salmón. Se trata de una iniciativa conjunta con su pareja Beto Steinmann. En abril fue presentada la novela corta El triángulo (de Cecilia Rodríguez) y este domingo verá luz el cuento Cuentemas del pez barbudo (de Maia Morosano). Próximamente estará en Sevilla para el lanzamiento en España.
En 2006 cambiaste tu Sevilla natal por Rosario, en Argentina. ¿Qué motivó ese giro radical en tu vida?
Supongo que en ese momento no lo pensé como un cambio radical sino como una aventura. Yo ya había terminado mi carrera y no sentía que mi vida tuviera la intensidad que yo quería. Todos los amigos estábamos de una u otra manera eligiendo qué hacer ahora, y yo elegí saltar al país que misteriosamente me llamaba desde que era chica, a ver qué había, a ver qué pasaba. Tuve entonces uno de esos ramalazos de lucidez que te hacen escuchar tu deseo y hacerte cargo en lugar de irle en contra.
¿Qué o quiénes te ayudan a no perder el contacto con tus raíces?
Mis raíces vienen conmigo. Nada está en un lugar determinado, los lugares también son construcciones, todo está en la memoria. Vuelvo a menudo además, aunque estoy de acuerdo con Alejandro Dolina cuando en las Crónicas del ángel gris dice que nunca se vuelve, porque los puntos de partida nunca quedan fijos. “No hay tal lugar como casa”, repetía continuamente Dorothy en El mago de Oz, que significa al mismo tiempo que casa es el mejor lugar y que casa no existe. Me gusta esa contradicción. Bueno, la vida está llena de contradicciones ¿no?
Los que te conocen te consideran una persona tenaz, algo que estás demostrando en tu trayectoria profesional y literaria, ¿qué te da esa fuerza y energía que desprendes?
No sé. Ayer estaba en un escenario ondeando con todas mis fuerzas y con todo el cuerpo la bandera de la República mientras cantaba “Ay Carmela” a los gritos y me preguntaba eso mismo, porque en verdad después yo soy una persona tranquila, no sé hacer varias cosas a la vez, soy monotarea, y además necesito soledad, necesito mucho tiempo para leer o para estar conmigo tomando mate. Pero también necesito adrenalina, tensión, aventura, vertiginosidad. En fin, soy andaluza, soy exagerada, tengo sangre gitana y soy hija de la Meli, ¡que es mucha Meli!
Un poemario personal
Lengua de serpiente es tu último poemario hasta ahora, presentado en el pasado 2017, ¿qué aceptación está teniendo por parte del público lector?
Eso en verdad habría que preguntárselo a los lectores, pero a mí por lo menos me dicen que les gusta. Tardé muchos años en cerrar ese poemario, así que su publicación fue muy importante para mí. Me hace muy feliz además que sea por una editorial rosarina, Ediciones Danke. Acá tenemos que pelear todo el tiempo para que Buenos Aires no nos avasalle ni nos eclipse. Allá está el poder más poderoso, pero la producción rosarina es muy rica, en Rosario se respira literatura y pensamiento crítico en todas partes y es importante que cuidemos lo que hacemos acá y que lo defendamos y lo difundamos.
Lengua de serpiente, ¿por qué ese nombre?
La serpiente, desde La Biblia es la que te sugiere que hagas lo que en verdad vos ya querías hacer pero no te atrevías porque alguien te lo prohibía o te lo negaba. ¿O va a ser que Adán y Eva no estaban deseando probar la manzana esa? Yo la quiero mucho a esa serpiente primigenia, y también a todas las que vinieron después, tan suaves, tan elásticas, tan capaces de dibujar con su cuerpo formas imposibles que componen una especie de escritura secreta y salvaje. Dicen que la lengua de la serpiente es venenosa, pero yo desconfío de quienes te ofrecen un antídoto. Creo que prefiero el veneno. Prefiero que la poesía sea ese veneno. Prefiero el mal-estar de la literatura al bien-estar de los estados neoliberales. No es casual entonces que nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner fuera una serpiente en el horóscopo chino. Hay un poema para ella en el libro. Además hay otro símbolo relacionado con la lengua bífida que me interesa, que es precisamente su dualidad. Yo también siento que tengo una identidad doble, y una sola lengua (el español) pero dividida en dos dialectos, el andaluz y el rosarino.
Cicatrices, Misiones, Mi arma, Arte Táctil… son algunos de los poemas de Lengua de serpiente. ¿Podría tratarse de un repaso a tu vida pasada en Sevilla y a la actual en Rosario?
Sí, en términos estructurales el libro tiene dos partes simétricas (como una lengua de serpiente), unidas por un poema central. La primera parte tiene para mí más que ver con España y la segunda con Argentina, pero a la vez cada poema de la primera parte se vincula con otro de la segunda, por lo tanto la división a la vez existe y a la vez es imposible.
¿Es distinto el lector de poesía español del argentino, o en realidad hablamos de un lenguaje universal?
Cada lector es distinto, pero también dialoga con la tradición de la literatura escrita en su lengua y concretamente en su país o en sus países. La tradición de la poesía española es más antigua, le ha costado más salir de la seducción casi irresistible de los moldes clásicos. Para mí, que me crié en España, y no en cualquier España sino en Andalucía, y concretamente en Sevilla y su barroquismo extremo, esa herencia es más pesada, pero como dice mi analista, toda herencia es pesada, no podría no serlo. Heredar acá en Argentina a Alejandra Pizarnik o a Borges o al Martín fierro es difícil también.
¿Quiénes han sido tus fuentes de inspiración? En Lengua de serpiente le haces un guiño a Luis Cernuda, pero siempre has declarado tu pasión por Horacio Quiroga.
Explícitamente en Lengua de serpiente aparecen Cernuda, Quiroga, Valle-Inclán, Federico, Lawrence o Rubén Darío entre otros. Pero como dijo otra vez el demonio, esta vez sin forma de serpiente y en el Nuevo Testamento, “mi voz es legión”, como la de todo el mundo obviamente.
Bécquer escribió: “¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía…” ¿Qué es poesía para Rocío Muñoz?
¡Bécquer! Querido coterráneo… fuimos muuuuuy compañeros en mi adolescencia. Lo quiero muchísimo. No puedo sin embargo quitarme de la cabeza lo que interpretamos desde el feminismo al respecto de ese poema. “La poesía eres tú, mujer, pero el poeta soy yo, varón”. La mujer como poesía y el hombre como poeta. La mujer como objeto y el hombre como sujeto. El hombre es el que mira y la mujer la que es mirada. El hombre actúa y la mujer reposa inmóvil. El hombre la pluma y la mujer la hoja en blanco. El hombre es el que la hace dejar de ser virgen, etc. etc. etc. Podría seguir y seguir enumerando convenciones del patriarcado que ya estamos destruyendo. Pero hay algo en lo que estoy de acuerdo con Bécquer. Poesía eres tú cuando yo digo que lo eres. Poesía es como yo te miro, como yo te nombro. NO está en las cosas sino en cómo se nombran las cosas. Si el poema ese existe no es porque haya una mujer de pupila azul que pregunta qué es poesía, sino porque hay alguien que lo escribe. ¡Pasa que por supuesto ese alguien puede ser también una mujer!
El Salmón
Tuviste una primera incursión en el ámbito editorial con Espiral Calipso, junto a Maia Morosano. Ahora te embarcas en otra aventura con Luis Alberto Steinmann, llamada El Salmón. ¿Cuáles son tus ilusiones y anhelos en este sentido?
¡Qué nos vaya bien! ¡Qué a la gente le guste lo que hacemos y por lo tanto compre nuestros libros y por lo tanto podamos no solo invertir en seguir publicando sino también vivir nosotros! Todo eso en un sentido más concreto. Más ampliamente también me parece importante intervenir en los discursos actuales desde la literatura, desde las elecciones del catálogo editorial.
Aunque en Gatrópolis ya hemos dado varios adelantos de esta iniciativa con El Salmón, ¿podrías recordarles a los lectores sobre qué base está creada?
El Salmón saca sus libros en tres formatos: tinta, audio y braille, los tres a la vez. Aclaro, no es que transcribamos o adaptemos un libro, sino que directamente lo publicamos en tres soportes para que cada lector elija el que prefiera. Se trata de visibilizar la descentralización de la vista como legitimadora del saber. ¿Por qué la gente da tan rápidamente por sentado que un libro tiene que estar escrito en tinta? ¿Un libro en braille entonces no sería un libro sino un sucedáneo, una adaptación? ¿Por qué eso? ¿Y si está en audio? ¿Escuchar no sería leer? ¿Por qué? Estas escalas de valores instaladas han hecho y siguen haciendo mucho daño a mucha gente. Los que piensan que el braille es una transcripción del original son los mismos que después rechazan a quienes consideran diferentes/inferiores.
Por otra parte, casi todas las editoriales sacan sus libros exclusivamente en tinta y no por eso declaran que sus destinatarios son claramente las personas que ven. Nosotros no hacemos hincapié en el destinatario sino en el libro en tanto objeto. Lo demás es una consecuencia lógica. Es evidente que nuestros libros en braille serán fundamentalmente elegidos por la gente que sabe leer braille, principalmente los ciegos, pero no es que publiquemos en braille para los ciegos, porque ellos también pueden elegir la versión en audio o hasta la edición tinta para que alguien se la lea en voz alta o para escanearla y leerla con su lector de pantalla de la compu. Por lo demás, una persona que ve también puede antojarse de un libro en braille, como un objeto de colección por ejemplo. Continuamente adquirimos objetos aburridísimos. ¡Ver y comprarte un libro en braille es mucho más divertido! Son tres formas distintas de acceso a la lectura y queremos ponerlas al mismo nivel. Los lectores decididirán qué prefiere cada cual.
No pretendemos incluir a nadie porque en el mundo todos estamos incluidos desde el vamos. La idea es no excluir, que no siga ocurriendo que una persona ciega vaya a una feria del libro y no pueda hojear nada ni leerse una contratapa a ver qué le parece, que a la gente que ve no le siga pareciendo algo extraterrestre el braille, que una pueda escucharse cuando quiera un pen con un libro leído por su propia autora.
El 21 de abril se presentó en Rosario el primer libro gestado en las entrañas de El Salmón. Se trata de El triángulo, de Cecilia Rodríguez, una novela corta. ¿Cómo se vivieron las fechas previas a algo tan ilusionante como este nuevo proyecto en el que estás?
Todo pasa muy rápido y es, diría Almodóvar, un laberinto de pasiones. ¡Si cuidar de que un libro salga bien en un formato requiere de por sí un montón de trabajo, imagínense en tres! Pero por suerte llegamos muy bien con los tiempos, y la presentación salió espectacular. Hubo una intervención de danza contemporánea, en la que seis bailarines le pusieron el cuerpo a un capítulo de la novela en el que Malena viste a Manolo de mujer y bailan I want you de los Beatles. Las maléficas, amigas todas de Ceci y también integrantes del taller Mala Fe, donde semana a semana Ceci iba trayendo un capítulo de El triángulo para compartir, hicimos un collage con algunos fragmentos y nos caracterizamos de los personajes. Pasamos por supuesto el booktrailer y tanto Beto como Ceci como yo hablamos para el público de cuánto significa todo esto para nosotros. Vino muchísima gente, y nos sentimos muy acompañados por los amigos. Fue una noche única e irrepetible y la verdad, la pasamos bárbaro. Ahora El triángulo ya nació, es un libro de verdad con sus tres cuerpos posibles, y se puede conseguir en varias librerías de Rosario y de Buenos Aires, y muy pronto también en Sevilla y en algunos otros puntos de España.
¿Qué puedes contarnos de esta obra?
Es una novela trepidante, te agarra y no te deja dejarla. Los capítulos son breves y terminan siempre en clímax, con lo que siempre quieres seguir leyendo, otro y otro y otro. Los tres personajes protagonistas tienen tanta verdad, son tan verosímiles que inmediatamente te sientes como si los conocieras, y después no se te quitan de la cabeza. Se trata de un triángulo… ¿Amoroso? Eso tendrá que decidirlo el lector. Yo adelanto que la cita que encabeza la novela, unos versos de Osvaldo Lamborghini, es la siguiente: “Sé lo que digo: no puedo hablar de amor”. Pero al decirlo, justamente, es de amor de lo que hablo. Es una paradoja. ¿Qué es el amor? ¿Qué es el deseo? ¿En qué normas se funda? ¿Hace mal? ¿Hace bien? Ceci se pone a hurgar ahí, justo en esos lugares por donde están pasando algunas de las preguntas más constitutivas de nuestra época. Y lo hace de una forma que parece tan sencilla y a la vez es tan compleja. En El triángulo pasan cosas todo el tiempo. Si querés pararte a pensar es cosa tuya. La novela sigue y sigue, no da tregua, y eso le da una velocidad y una frescura disfrutables línea a línea.
Este fin de semana le llegará el turno a Maia Morosano con un libro infantil llamado Cuentemas del pez barbudo. La filosofía de El Salmón es darle cabida a todos los géneros. Y es que la literatura es tan rica que da para todo, ¿verdad?
¡Claro! La literatura da para todo y para todos y con todo. El Salmón trata de no centrarse en un género y de proponer las distintas formas que los géneros tienen de decir las cosas y de construir discurso. Ahora este mes sale el libro de Maia, para las infancias, y después en el segundo semestre vienen dos títulos más: un poemario de Adriana Borga y un libro de cuentos de Valentín Gilardoni.
Sobre Cuentemas del pez barbudo, ¿qué nos puedes decir?
¡Fa! ¡Es un viaje de ida! Maia crea y crea y crea, es la escritora total, todo lo aprovecha para la literatura, para armar historias, ritmos, mundos, nuevas palabras, nuevos horizontes. Cuentemas del pez barbudo contiene cuentos y poemas para niños de todas las edades. Es un libro libre, que continuamente propone personajes súper originales: la cucaracha de Chernobyl, el dragón triste, el Doctor Bambiro y el señor Murciégalo, la bruja Guliburbuja, La bella hiperactiva, la princesa gulicondesa, el sapo Yonocanto, la bovira, el tío peluca y muchos más. Todos raros, todos diferentes, todos disparejos y diversos, todos fugados de la aburridísima normalidad, que como la propia Maia diría, “no rima con nada”. Encima ella hizo también los dibujos, tanto para el libro en tinta como para el braille (en este caso en relieve, por supuesto). Y cada lector puede colorear o intervenir las ilustraciones como guste, aclara la autora en la carta introductoria. ¡Y en la edición en audio participan varios niños que lo hacen increíblemente bien y hasta tenemos un rap! Contarles además que la presentación será el próximo 20 de mayo, domingo, a las 11 de la mañana en el Jardín de los niños, un espacio fabuloso que hay acá en Rosario destinado a la infancia. Estamos preparando un gran despliegue para la ocasión, con música, danza, escenificaciones… ¡Les adelanto que nuestro escenario será ni más ni menos que un castillo!
Una gran innovadora
A cuatro voces es un ciclo literario que organizas en Rosario. En Sevilla, en 2014, cuando estuviste durante una temporada, también lo llevaste a cabo. ¿Podrías explicarles a los lectores de Gatrópolis en qué consiste?
Lo pensamos con Beto una tarde, en el patio de la casa de mis padres, en Sevilla. Hacía mucho que nos veníamos dedicando a la gestión cultural en general y a la organización de ciclos literarios en particular. En esta ocasión queríamos algo sencillo y a la vez dinámico. Veníamos de otras propuestas más sensacionalistas, como fueron “Por favor sea breve” o “Por favor sea Historia”. Ahora queríamos un ciclo de literatura así de simple y así de amplio, donde todos los autores y todos los géneros tuvieran cabida. Pensamos que el cuatro era un número perfecto en su simetría y en el tiempo que más o menos debe durar una lectura para no resultar ni larga ni corta. Decidimos entonces cuatro autores por vez (poetas, narradores, dramaturgos) y que no se repitieran. Quisimos dar lugar al diálogo con el público y se nos ocurrió hacer una rueda de prensa al final con los autores de la noche, donde los asistentes pudieran preguntarles lo que quisieran sobre su obra en general y sobre lo que escucharon esa noche en particular.
Pensamos que era mejor que las preguntas fueran escritas para darle ritmo y que no se extendiera tanto, para poder distribuir el tiempo y favorecer la concreción. Por último decidimos también que fueran anónimas, para que nadie sintiera vergüenza de preguntar y porque lo fundamental era la pregunta, no la persona que la hacía. ¡Y lo hicimos! ¡Y en el barrio de Nervión además, no en el centro! En ese café maravilloso que fue La Gallina en el diván, y gracias a la ayuda inestimable de Manolete y de Celia, que nos apoyaron en todo momento. Después nos volvimos a Rosario en 2015 y exportamos el formato, que con los años se fue perfeccionando. Demarcamos que siempre participaran dos hombres y dos mujeres, y de distintos estilos y edades. Si se llamaba A cuatro voces, era mucho más lindo y beneficioso para el ciclo que fuésemos cuatro los organizadores, así que se sumaron Maia Morosano y Federico Rodríguez. Finalmente el año pasado se fue Maia y entró Laura Brandazza. Con ellos el formato se fue enriqueciendo más y más: ahora tenemos un montón de cosas. Muchísimos sorteos para el público, de libros, de obras de teatro, de dulces…
Este año nos esponsorea por ejemplo la heladería Bocha (de helados artesanales exquisitos) y hasta en el último ciclo mi hermana Carla Saccani nos donó para sortear un pañuelo verde del aborto. Tenemos también ahora apertura musical en vivo, una ruleta de preguntas y otro montón de cosas que no les cuento para no extenderme tanto. A cuatro voces creció muchísimo, acá en Rosario ya llevamos 212 invitados, que se dice pronto, pero son tres años de trabajo continuo. Y siempre tenemos ganas de más y seguimos y el ciclo sigue creciendo.
Finalmente, cuando el caluroso verano sevillano se esté acercando regresarás a Sevilla para hacernos partícipes de El Salmón. Supongo que te generará mucha ilusión volver a tu tierra con algo gestado por ti. ¿Qué nos ofrecerás cuando estés aquí?
El Salmón lo parimos entre Beto y yo. Es un proyecto de la pareja y eso nos enorgullece mucho, porque de a poquito fuimos ideando y materializando todo. Ahora vamos para allá con los dos primeros títulos: El triángulo y Cuentemas del pez barbudo, cada uno en sus tres formatos, obviamente. La idea es moverlo, hacer presentaciones, llevarlo a las librerías, viajar a otros lugares de España con los libros, etc. Beto y yo somos carne de show y nos encanta que el público disfrute con lo que hacemos, así que tratamos de armar espectáculos corales, con música, danza, lecturas y muchas sorpresas.