'Pablo Zumaquero: «El problema es cuando la gente come muy mal durante mucho tiempo; ahí sí puede tener un problema»'

Es un libro de consulta, más que teórico”, advierte el autor de El lunes ya empiezo la dieta (Editorial Planeta). Con él nos invita a sentarnos a la mesa sabiendo qué comemos, rompiendo mitos alimentarios y entendiendo los pasos propios de una dieta con el fin de asumirla de la mejor manera posible. Pablo Zumaquero pone a nuestra disposición una obra que merece la pena tenerla como libro de cabecera.

Pablo Zumaquero: "El problema es cuando la gente come muy mal durante mucho tiempo; ahí sí puede tener un problema"

Basándote en tu trabajo como nutricionista has publicado El lunes ya empiezo la dieta, donde nos hablas de algo tan interesante como complejo para muchas personas como es la nutrición y la dietética. ¿Cuál es tu punto de vista como experto?

Pues que es normal, ¿eh? Porque al final tiene muchos matices y hay cosas que son un poquito más complicadas de entender. 

El lunes ya empiezo la dieta. ¡Cuántas veces habremos hecho esta promesa y cuántas la hemos incumplido por aburrimiento y falta de constancia!

(Risas). Lo primero que tenemos que hacer es evitar los cambios drásticos. Al final, el problema que veo muchas veces en consulta es que se quieren hacer las cosas para antes de ayer. Y queremos hacer un cambio del domingo al lunes, por eso lo de El lunes empiezo la dieta, pero a lo burro. Es decir, quiero ser el que mejor come, el que mejor se entrena, el que mejor duerme, y me quito de la vida social, y ¡claro!, llega el momento en que ves que así no se puede vivir. Y es cuando abandonas. La idea del libro, como digo, no es comer perfecto, es decir, nada de cambios radicales, de un día para otro, e intentar que seas un poco equilibrado con tu ritmo de vida. Porque al final no hay manera.

Precisamente, eso nos planteas en El lunes ya empiezo la dieta. Nos dices no que comamos perfecto, sino que “adoptemos un nuevo enfoque nutricional, más realista y sostenible en el tiempo”. 

Exactamente. Pero aparte, cuando llevamos un ritmo demasiado restrictivo podemos caer en un mal comportamiento con la comida. O abuso de las restricciones o me pego un atracón, o picoteo… Empiezo a llevarme mal con la comida sana porque ya es lo obligatorio, me castigo, solo merezco comer ese tipo de cosas, lo otro no me lo merezco, y, claro, empezamos con unas obsesiones que no son nada saludables mentalmente.

A veces nos agobia mucho no saber qué es “lo bueno” y qué nos perjudica. Lo explicas perfectamente en tu libro cuando dices que tengamos cuidado con las etiquetas de los productos. Pero al final la trampa está en cualquier sitio por no saber leerlas y entenderlas, ¿verdad?

Cuando es un producto con una etiqueta con muchos ingredientes es complicado. Por eso instamos a que no se compren muchos productos cuya etiqueta recoja muchos ingredientes. Al final, un plátano es un plátano, un filete de atún es un filete de atún y unas alubias son unas alubias. Todo eso no tiene mucho que leer. Pero si empezamos a comer un tipo de galleta, de bollo, de lácteo, etc., sí que te toca leer la etiqueta y ser un poquito investigador. 

Elegir un simple yogur o una galleta, ¡cuántas dudas plantea!

(Risas). El yogur, al final, es el de toda la vida. El normal, el de siempre. El que ahora casi no te encuentras en el supermercado, básicamente. 

¿Cómo se pone buena cara a la hora de organizar la alimentación sabiendo que has de renunciar a productos tan apetecibles como perjudiciales por sus ingredientes? El factor anímico debe de ser muy importante, ¿verdad?

Sí. Hay de hecho un término llamado la Tristeza del dietante. Está definido en la bibliografía como que una persona que empieza a hacer dieta, entendida como dieta restrictiva, se pone triste. Es lógico. La idea es coger la comida saludable y tunearla, darle alegría al asunto. Muchas veces queremos comer tan sano que la comida saludable acaba siendo repugnante. No hay quien se la coma. Si empezamos a abusar de especias, salsitas, combinaciones, y a no tenerle miedo o pánico a añadirle algún ingrediente que quizás no sea el mejor del mundo pero sí es cierto que lo añadimos a un plato saludable, le da un poco de alegría. Por ejemplo, si cojo un pisto y le echo un par de huevos fritos, será un poco de fritura, pero es mejor un pisto con huevos que meterte una pizza precocinada. 

El lunes ya empiezo la dieta (Pablo Zumaquero, 2022)

Avisas en tu obra del cuidado que debemos tener con las dietas milagro.

Efectivamente. Porque lo que va a suceder al final con esta dieta milagro es que vas a empezar a creer que los alimentos que te quitan son malos, porque sí. Y simplemente a ti lo que te hacen es quitarte mucha comida para que comas menos y adelgaces. Pero acabamos teniéndole pánico. Tengo gente en mi consulta que le tiene miedo literalmente a lo que le han quitado en una de esas dietas milagro. Pueden ser productos con grasa, como unas aceitunas, o productos con hidratos de carbono como el pan. Y no vuelve a comer nada de eso porque cree que son los verdaderos culpables del sobrepeso o de su obesidad. Realmente lo que han hecho es dejar de comer o comer muchísimo menos. Toda esa restricción viene de vuelta. Tiene un efecto rebote muy importante. Pierdes mucho peso en poco tiempo y no todo lo pierdes de michelines. Hay muchas veces que lo pierdes de músculo. Y si pierdes músculo baja el metabolismo, acabamos moviéndonos mucho menos,  y aunque comas menos estás comiendo en exceso porque no te mueves, no porque estés comiendo una barbaridad de calorías. 

Y el ejercicio aparece acompañando a todas las dietas, aunque haya gente que le tenga pánico…

Claro, pero porque no es lo mismo una persona que ha hecho ejercicio toda su vida y lo ve como algo agradable que alguien que ha tenido sobrepeso y el ejercicio lo siente igual que tener a alguien detrás con un látigo. Es una obligación, lo que no quiere hacer. Y con el sobrepeso se fatiga mucho más. Le resulta algo totalmente desagradable. 

Con El lunes ya empiezo la dieta también buscas acabar con los mitos que hay en el ámbito de la nutrición y que muchas veces depende del punto de vista o del entender del nutricionista que aconseja. Lo que para uno es bueno es malo para otro. Y la gente acaba por no saber qué es lo más conveniente.

La preocupación mayor que tenemos ahora los nutricionistas es ésa, la desinformación, la mala información. Estamos sobreinformados pero muchas veces con una información que carece de evidencia científica y que simplemente está ahí para meter miedo. Meter miedo vende mucho. Y si digo que tal alimento es malísimo y te va a matar, o que provoca cáncer, etc., voy a vender muchos más libros, tendré más seguidores que si te hablo de que hay matices. Y eso no vende tanto. Y, claro, la gente lo ha visto y hay mucha que se ha aprovechado de ello y ha dicho, pues “voy a lanzar este mensaje a lo burro para ganar dinero”. 

Dices que la clave está en «priorizar la búsqueda de nutrientes importantes para nuestro cuerpo en productos no tan exóticos o caros, es decir, optar por alimentos de toda la vida a precios bajos«.

Sí. Esos mal llamados superalimentos que se pusieron de moda hace unos años no tienen ningún sentido. Son alimentos caros, con unas vitaminas y minerales que los puedes encontrar en cualquier fruta, verdura, legumbre, carne o yogur. No hay ningún problema en usarlo como base alimentaria. Con eso te vas a nutrir perfectamente. Incluso es algo placentero porque sigues dándole una buena combinación y acaba siendo sabroso. Con eso, seguro, vas a tener muy buena salud. El problema es cuando la gente come muy mal durante mucho tiempo. No pasa nada porque salgas un fin de semana y te salgas un poco de la rutina. Lo malo es cuando cada día, un lunes, un martes, un miércoles… vas a lo cotidiano, a la bolsa de magdalenas familiar, al pack ahorro… Eso no es un capricho, es un hábito. Y ahí sí puedes tener un problema. 

¿Cómo quieres que el lector acoja tu libro y le sirva de guía? El lunes ya empiezo la dieta no es una obra solo para leerla del tirón y guardarla, sino para tenerla como una herramienta de consulta.

Así es. Es más un libro de consulta. Posee muchas tablitas, muchos esquemas… para que si en tu día a día tienes dudas, recurras a él, a algún capítulo que te interese en ese momento y acabes recordando los tics básicos que doy. He ido mucho al grano. No me he querido liar. He tocado muchos temas, con capítulos muy cortitos, y sin aburrir. Simplemente en plan de si tienes algún evento social y no sabes cómo afrontarlo te vas al libro, abres el capítulo correspondiente y te vas a la hoja resumen si no quieres leer otra vez el capítulo entero. Y ahí tienes cuatro o seis cositas que te ayudarán a tener un buen resultado. Es un libro de consulta, más que teórico.

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