Trece años después de la exitosa novela El puente de los judíos, el periodista y escritor Martí Gironell publicó el pasado martes 25 Palabra de judío (Editorial Planeta). Se trata de una continuación de aquella trama inicial, y que parte de la reconstrucción del puente de Besalú, derruido por las acometidas del río. Una metafórica visión de la compleja relación entre seres humanos radicada en la Cataluña del siglo XIV. Una plausible propuesta en favor de la diversidad ideológica y religiosa.
Antes que nada, enhorabuena, porque debe de ser muy satisfactorio llegar a este momento de verse ante el público lector.
Sí. Palabra de judío salió el martes en la edición en castellano publicada por Planeta y el miércoles apareció en la versión en catalán con Columna, que es un sello bastante potente del grupo en Cataluña.
Palabra de judío es una continuación de El puente de los judíos.
Así es. Lo que más ilusión me hace es ver culminado el trabajo de más de diez años. En 2007 debuté en la literatura con El puente de los judíos, y Palabra de judío viene a ser la continuación natural de aquella novela que tuvo mucho éxito; sobre todo en Cataluña, pero también en España, pues se tradujo al castellano y tuvo bastantes ediciones. Venía a contar, a partir de la metáfora de la construcción del puente medieval de mi pueblo natal, que es Besalú, en La Garrocha, cerca de Girona, la simbología de un puente que se está construyendo entre dos culturas, la judía y la cristiana. Y por cómo iban desarrollándose los hechos, la novela te invitaba a continuar con la acción.
… e inevitablemente surgió Palabra de judío…
Teníamos un personaje real, que es un maestro de obra que venía de Perpignan, que se llamaba Pedro Baró, que tenía el encargo de las autoridades de la villa de Besalú de reconstruir aquel puente del siglo XI. Cuando llegaba a Besalú le daban a leer un manuscrito del hijo del primer constructor. El lector se disponía a leer lo que pasó juntamente con Pedro Baró, y cuando éste leyó aquel relato tenía que empezar el encargo que le habían hecho: reconstruir el puente. Y ahí se acababa la novela.
Yo tenía muy claro, en 2008, al año de aparecer la novela (El puente de los judíos), que tendría una continuación, porque Palabra de judío es una continuación natural; era lo que requería. ¿Qué pasa con la reconstrucción del puente en pleno siglo XIV?, donde como sabemos por las noticias que tenemos de la historia es el momento más crucial en la relación entre judíos y cristianos. Esto daba pie al conflicto y a poder crear un relato que permitiera otra vez vivir una aventura medieval con la reconstrucción de un puente como imagen muy potente y sugerente del entendimiento de dos culturas. A partir de aquí había que hacer que el lector volviera al pasado para recuperar ciertos inputs que se habían perdido con el paso de los años.
La novela histórica nos acerca a acontecimientos ocurridos realmente con la mezcla de sucesos y personajes ficticios. Imagino que el trabajo de documentación habrá sido arduo.
He tenido que documentarme mucho sobre aquella época para que cuando el lector se zambulla en el relato se sienta como si estuviera viviendo lo que les acontece a los protagonistas, que sienta, que sufra, que pueda oler, que pueda beber, incluso comer… La cocina es muy importante en esta novela porque es una gran vía de comunicación hacia el pasado que despierta muchas sensaciones en el lector. Hay también un gran trabajo de documentación para que el lector lo encuentre todo muy verosímil y no sienta nada como si fuera de cartón piedra, sino que sienta que vive un cachito de la historia. Y al cabo de tantos años, poder ver consumado el trabajo me produce un goce enorme.
La trama de Palabra de judío continúa con la reconstrucción del puente de Besalú, pero reducir la reseña de esta novela a eso es quedarnos en la superficie, ¿verdad?
Sí, sí. Compruebas que las personas no somos tan diferentes y que siempre hay intereses de por medio para hacernos ver que las comunidades que tienen o pueden tener distintos planteamientos de vida, políticos, religiosos… están más cerca las unas de las otras de lo que nos podamos imaginar, dado que somos más judíos de lo que creemos (risas). La voluntad de la novela es profundizar en la concordia entre dos culturas, la cristiana y la judía. De ahí la voluntad de los personajes, Kim y Ester, quienes mediante valores como el amor y el respeto intentan recuperar el poder de las palabras. De tanto utilizarlas, casi les hemos perdido el respeto. Antes, cuando dabas tu palabra era un acto casi sagrado. De un tiempo a esta parte, si algo no está firmado parece que no tiene valor. La novela trata sobre eso y sobre la reconstrucción del puente, físico, de Besalú, y del puente, metafórico, del entendimiento entre culturas y religiones por medio del amor, del entendimiento, de la palabra. Son valores básicos para el desarrollo de la sociedad, sobre todo hoy en día.
En Palabra de judío se nos muestran las condiciones en las que se vivía en el siglo XIV, y concretamente en Besalú, Barcelona, Girona…
Sí. Esta era la voluntad. A través de la documentación te permites ser muy fiel a lo que ha trascendido de cómo eran las calles, las casas, las tradiciones, las costumbres, las comidas… cómo eran los servicios religiosos… Todo esto facilita al lector este viaje a través del tiempo para conectarse con lo que cuenta la novela.
La religión y el uso interesado de ésta es otro de los variados temas de la novela.
Con la información que el lector recibe en la novela gracias al trabajo de investigación, éste se da cuenta de las similitudes que existen entre las distintas épocas, tamizadas por el paso del tiempo, como las ahora llamadas fake news, que son las historias que nos cuentan o nos hacen creer que son verdad. En aquella época esto pasaba y existía. A partir de los bulos que se hacían crecer para que el pueblo, que no tenía la posibilidad de contrastar, aquel judío con el que habías confraternizado lo acabas viendo como al diablo. Por medio de un bulo se genera una realidad distorsionada, algo parecido a lo que ocurre ahora. La sombra de la duda sobre el judío va creciendo y evita que el amor pueda superar al odio. Otro punto para destacar es cómo a través de la religión se ha intentado reconducir el pensamiento de mucha gente, no solo cristiano, sino también judío, por intereses de las altas esferas. Interesaba tener enfrentadas a las dos comunidades. Kim y Ester se parten el pecho para hacer ver que no son tan distintos, que hay más cuestiones que les unen que las que les separan. Pero si a través del bulo motivas el odio y corrompes el sentido de las cosas todo se estropea.
¿Qué recorrido esperas o deseas que tenga Palabra de judío?
Yo ya me conformaría con que tuviera el mismo recorrido que El puente de los judíos. A día de hoy es un libro del que aún se continúan publicando ediciones en catalán. También tuvo mucho recorrido en castellano, y yo mismo hago visitas guiadas por Besalú, por donde puedes caminar por las páginas del libro y rememorar momentos de la novela que leo yo mismo. Incluso se ha hecho un cómic y se ha traducido a distintas lenguas. Voy a trabajar para que Palabra de judío llegue a muchos lectores porque que El puente de los judíos los tuvo, y hasta me han ido preguntado si me planteaba volver a aquel universo creado con esta novela. Sé que hay ganas de volver a esta historia, y yo también las tengo. Trece años después todos somos distintos, hemos cambiado. Quiero que el lector se lo pase bien con Palabra de judío, disfrute con su lectura y saque de la misma sus propias conclusiones. Con llegar a todo esto me daría por satisfecho. Espero que el libro tenga una larga vida.
Fotografía de portada de Dani Albertos.