'María Reig: «Fernando VII no aceptó que una parte de España evolucionó mientras él no estuvo»'

Leer Los mil nombres de la libertad (Suma) es subirse a una máquina del tiempo pilotada por María Reig y viajar a la España de la primera mitad del siglo XIX. La joven autora acaba de publicar su tercera novela, en la que un país gobernado por Fernando VII se encuentra en la encrucijada de elegir su propio destino en tiempos convulsos.

María Reig: "Fernando VII no aceptó que una parte de España evolucionó mientras él no estuvo"
Fotografía de Andrea del Zapatero

Papel y tinta y Una promesa de juventud preceden a Los mil nombres de la libertad. Esta, digamos, especialización en la novela histórica, ¿de dónde viene?

De mi amor a la Historia. De hecho, ahora estoy matriculada en Historia en la Complutense. Pero para tomarme la carrera con tranquilidad, para disfrutarla. La he vivido desde siempre, desde muy pequeña, en casa. A mi padre también le gusta y toda esa motivación que tengo me viene desde que era una niña.

Para escribir Los mil nombres de la libertad has necesitado una ardua tarea de investigación. ¿Cuánto tiempo te ha ocupado?

El trabajo completo del libro ha sido dos años y medio, incluyendo documentación, escritura… 

Para llevar a cabo todo este proceso hay que ser muy perseverante. Supongo que habrás tenido momentos en los que el desánimo habrá amenazado el proyecto, ¿verdad?

Yo creo que lo que me motiva a encarar todo el proceso con muchísima energía es el interés que tengo por la época sobre la que escribo. Y cuando empiezo a encariñarme con los personajes y a estrechar lazos con ellos, esa motivación va en aumento. Y me propongo acabar sus historias. 

¿Cómo afrontas el proceso de escribir una novela histórica? ¿Empiezas con la documentación y la alternas con la escritura o esperas a tenerlo todo bien atado?

Primero me documento mucho. Y cuando veo que tengo las herramientas básicas para moverme por ese momento histórico empiezo a escribir.

Este momento histórico de Los mil nombres de la libertad abarca desde 1815 hasta, aproximadamente, la Década Ominosa. 

Sí, exactamente. Es un poco toda esa parte. Abarca tanto el Sexenio Absolutista como el Trienio Liberal, hasta el inicio de la Década Ominosa. Muestra esas dos primeras caras del reinado de Fernando VII. Hay un momento en que parece que se borra todo lo ocurrido en Cádiz, y en el otro resurge con mayor intensidad todo el panorama liberal, se bifurca e incluso empiezan a surgir matices.   

En la novela hay personajes ficticios, pero también aparecen otros que existieron. Entre ellos, evidentemente, el rey Fernando VII. Aunque la figura de éste aparece como en un segundo plano, como destacando más sus acciones, pero con mucha fuerza.

Exactamente. Y en una España como la de Fernando VII en 1815 en la que el rey tenía una presencia muy relevante. Es un mundo que podría enmarcarse a grandes rasgos en el Antiguo Régimen, en una monarquía absoluta, sin limitaciones para el poder real. Claro. La figura de Fernando VII empapa todo lo que se plantean los personajes. España está en un momento en que necesita redefinirse y plantearse si ese rey puede tener un poder sin límites.

María Reig: "Fernando VII no aceptó que una parte de España evolucionó mientras él no estuvo"
Fotografía de Andrea del Zapatero

Me parece que de Fernando VII, a pesar de su papel relevante en la historia de España, no se ha hablado tanto como de otros. Y fue alguien con una fama muy negativa.

Llama la atención que te topas con documentos históricos y con las aportaciones de diferentes historiadores y pocos le sacan un lado positivo a su reinado. No ha pasado a la historia como un rey al que se le recuerde con cariño. Digamos que no tuvo un gobierno muy eficiente. Tuvo luces y sombras. Es verdad que durante la guerra y la ocupación francesa fue definido como El Deseado. Y fue muy esperado. Pero al final se le ve que no quiere aceptar que una parte de España evolucionó mientras él no estuvo. No asume que se están dando pasos y a lo mejor él tiene que cambiar su política. 

Inés, Alonso y Modesto, en un primer plano, y Filomena, Julieta, doña Mariana…, a otros niveles, poseen mucha vida. Has logrado perfilar muy bien a los personajes. Leyendo la novela, en ese proceso de imaginación que llevamos a cabo los lectores, con Alonso me aparecían los rostros de Kit Harington (Jon Nieve en Juego de Tronos) y de Daniel Brühl… 

¿Sí? (risas). Qué curioso. Me encanta eso. 

¿Al escribir te ocurre lo mismo en el proceso de creación de los personajes?

A veces me pasa eso. Y conforme avanza la investigación y escribo se me ocurren los nombres de los personajes. Y eso me encanta. Es como si tomaran forma. Y en ocasiones sí tengo esa sensación de ver en ellos la cara de alguien conocido, de un actor, de un vecino. Hay algún rasgo que me recuerda a alguien. Pero a lo largo de la escritura se van modificando, y al acabar es cuando ya he conseguido dibujar más sus rasgos y facciones, que ya son de ellos. Pero me gusta mucho que cada lector se los imagine a su modo. Si tú quieres que al final alguien que aparece en la novela se parezca a tu vecino, me parece perfecto (risas). Me encanta saber lo que me dices. Me parece súper curioso.

La novela tiene una parte en la que se desarrollan dos historias paralelas, la de Inés y la de Alonso, con Modesto, que aparece en la de éste. Se desarrollan al mismo tiempo pero en distintos lugares. Pero llega un momento en que Inés y Alonso coinciden en el mismo plano. Y ahí surge otra historia dentro de la original, con muchos ingredientes de la novela romántica clásica del siglo XIX. ¿Cuál es tu visión al respecto?

Sin duda, una de las influencias que tiene esta novela, sobre todo en las tramas amorosas, es de aquellas novelas del siglo XIX, que a mí me encantan, como Orgullo y prejuicio, Cumbres borrascosas… Tienen elementos que para mí de manera consciente o inconsciente sí han tenido cabida en la forma en que he construido la novela. 

En la trama tienen gran protagonismo varias ciudades. Pero a Cádiz la veo brillar sobremanera. La presentas de una forma muy precisa. De hecho, en la portada del libro aparece su catedral. ¿Has estado allí alguna vez?

Sí, sí (risas). Es que Cádiz, por sí misma, por su historia, inspira mucho. Tiene todos los ingredientes para ser protagonista de muchísimas novelas. He disfrutado mucho documentándome y leyendo sobre esta ciudad. Me la he imaginado recorriéndola con los personajes. Cádiz tiene algo mágico. Cuando te despides de ella siempre se queda algo de ella en ti. Me ha gustado explorar ese Cádiz de 1815 en adelante, con Alonso y con Modesto, que son sobre todo las dos piezas que se mueven más por la ciudad, aparte de otros personajes como la Filo. 

Bueno, la Filo es un personaje muy singular. Igual por sí misma da para otra historia, con tantas vivencias y tanta gente como habrá conocido en su profesión…

Con las tres novelas me ha pasado que me he encontrado con personajes que en un primer momento iban a tener un papel muy secundario, como la Filo, y de repente les voy cogiendo cariño. Y ello hace que quiera dedicarles más espacio a sus historias. Evidentemente, no como para comerse las tramas protagonistas pero sí me hace pensar que debo hacer un seguimiento mayor, y contar cuál es su situación. La Filo es un personaje muy interesante. Se mueve por unos mundos en los que al final puede estar en cualquier parte y saber más que muchísimas personas. Creo que es un personaje con una gran carga dramática. Pero también tiene un punto cómico. A veces libera la tensión en determinadas cuestiones. Está luchando por sobrevivir en ese Cádiz y hay cosas que no le interesan porque no le resuelven nada su vida. Esto es algo que le pasaba a mucha gente en España, que estaba más preocupada por poder comer y sobrevivir. He querido que en la novela aparecieran personajes de distintos estamentos sociales, de ahí que alguien como la Filo posea tanta presencia.

Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.

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