Con su última novela El camino del fuego (Ediciones Destino), María Oruña nos regala la quinta entrega de Los libros del Puerto Escondido. Hablamos de una serie editorial aplaudida y reconocida con unos resultados de ventas relevantes. En esta ocasión, la teniente de la Guardia Civil Valentina Redondo se encuentra de vacaciones en Escocia, pero un inesperado asesinato despierta en ella su instinto policial de manera inopinada.
Has pasado de la soledad de la escritora al tumulto de la promoción de una novela, en este caso de El camino del fuego, quinta entrega de Los libros del Puerto Escondido, ¿cómo se lleva un cambio tan radical?
En realidad estoy acostumbrada porque durante todo el año también hay viajes, conferencias, ferias, festivales… Nunca desconectas de todo. Antes era como un oficio más bipolar en el sentido de que estabas una temporada encerrada, luego presentabas, y te volvías a recoger. Pero sí es verdad que ya no se desconecta tanto porque siempre hay algún evento al que acudir, por fortuna. Lo estoy llevando muy bien. El libro está siendo muy bien acogido y, además, también ha salido justo con la Feria del Libro de Madrid, en la que cientos de lectores se me han acercado… La verdad que todo va muy bien.
¿Cómo se lleva el hecho de ser una autora tan leída y tan seguida, y con unas ventas tan relevantes?
Ahí está la gracia del viaje. Creo que ahora en estos tiempos, y me vas a permitir que sea un poco crítica, es verdad que hay un poco de cierta falsa intelectualidad. Ello con relación a que si es un best seller es literatura ligera o es de entretenimiento, o si se vende mucho, vete tú a saber… Es como cuestionar a los propios lectores. Y decir que no saben qué gusta y qué no gusta. No tengo ninguna clase de prejuicio en cuanto a autores o en cuanto a grandes ventas, y lo que me fijo sobre todo es en el contenido; en el continente y en el contenido, pero sobre todo en el contenido.
En esta ocasión, la casualidad ha hecho que la teniente de la Guardia Civil Valentina Redondo se encuentre en Escocia, de vacaciones. Y justo allí ocurre un suceso trágico.
Aquí la gracia del asunto es que ella no puede ejercer de policía y estamos ante una especie de domestic noir, salvando las diferencias con ese género. Y no es que sea una nueva Valentina, es que simplemente es una Valentina que está relajada, que no tiene que estar alerta todo el tiempo y no tiene que demostrar que merece estar ahí, ni su valía como profesional de la policía, etc. Simplemente está de vacaciones y como cualquiera de nosotros ve algo que puede amenazar a su entorno familiar o personal y se decide a actuar; al igual que el propio Oliver, que en esta ocasión, codo con codo con ella, tiene que ver cómo enfrentan el asunto.
Al igual que en las cuatro anteriores entregas de la saga Los libros del Puerto Escondido, El camino del fuego se puede leer de manera independiente de las demás, aunque al lector le suponga un primer acercamiento a tu obra. Se trata de una continuación, pero tiene su propia razón de ser, ¿verdad?
Es una continuación lineal en tanto en cuanto a la vida de los investigadores. Pero desde luego se pueden leer todos los libros de manera completamente independiente. Todos los títulos de la serie son conclusivos y tienen un universo narrativo distinto de temática, de registro técnico narrativo… De hecho en cada uno he intentado trabajar un tipo de novela detectivesca diferente, y sí, ha habido lectores que me han conocido en la cuarta entrega, otros en la quinta… Yo sí recomiendo que si se puede o apetece, se empiece por la primera para ver la evolución de estos investigadores, pero nada más. Es completamente factible leer en el orden que se quiera porque ningún libro desvela nada de los demás en cuanto a misterio se refiere.
Los personajes están muy bien definidos. Ya conocemos a Valentina pero entre estos nuevos que aparecen en El camino del fuego nos encontramos con agradables sorpresas.
Todas mis novelas de la serie tienen personajes nuevos. Como te decía son universos absolutamente nuevos. Aquí me gustó mucho crear a Emily Gordon. Tiene noventa y pico años. No confiesa cuál es su edad real pero me gustaba darle un papel importante. Que fuese proactiva y no una anciana pasiva que simplemente estuviese de decorado. Parece que en las novelas sólo hace cosas interesantes la gente o muy joven o que no supere los 60 o los 70 años. Creo que hay gente que está llena de luz y que puede tener prácticamente 100 años, y no pasa nada. También hay que contar con sus vidas.
En esta entrega aparecen la figura y obra de Lord Byron. La búsqueda de sus memorias centra el interés de parte de la obra. ¿Qué se siente al acercarse a un personaje tan relevante en la historia?
La verdad es que no me adentro profundamente en la figura de Byron en cuanto a su biografía. Doy unas pinceladas sobre quién era. Y dejo que el lector intuya el peso de su personalidad a través de, no solamente el hecho de que sus mejores amigos decidan quemar sus memorias, que ya es muy significativo en cuanto a sugerencia de qué tipo de vida increíble llevaría, si no por su propio trabajo, su trayectoria o carisma. Era un personaje en el que no necesitaba adentrarme especialmente en la trama, pero al que sí quería homenajear. Y lo hago, no solamente por mencionarlo en la búsqueda de su memoria, sino en distintas citas que salen a lo largo de la novela, al comienzo de cada capítulo, y que son una pista de lo que va a suceder ahí.