'Marc Ros: “‘El regreso de Abba’ es una novela muy Sidonie”'

Lo que comenzó siendo un año sabático para Sidonie, terminó para Marc Ros en un viaje al Cadaqués más hippie y bohemio de la mano de Abba, Hugo y Domènech, los protagonistas de su primera novela. Para su debut literario se ha inspirado en su propia experiencia musical y vital, pero no por ello ha sido un camino fácil. Aunque tuvo ciertas dudas al principio, el artista catalán no es de los que tiran la toalla, y no solo nos ha regalado una fresca y emotiva historia de personajes, sino que con El regreso de Abba (Suma de Letras) ha prendido la mecha de lo que será el nuevo álbum de Sidonie. Un proyecto doble que tendrá su versión musical el próximo otoño. 

El regreso de Abba (Marc Ros, 2020)

El regreso de Abba se publicó el 26 de marzo en formato digital (en mayo, en físico), ¿cómo estás viviendo este debut literario? 

Con un punto de extrañeza. Estaba acostumbrado a recibir comentarios por las canciones que he escrito, pero nunca de una novela. Entonces, todo lo que me llega es sorprendente. Afortunadamente son comentarios positivos de lectores y de críticos. Es muy bonito, pero a veces pienso si soy yo realmente. No me reconozco como escritor porque acabo de empezar y todo esto es muy nuevo para mí. Me gusta, por ejemplo, hablar con los medios que no son musicales, las preguntas van por otro lado. Está siendo muy interesante, y estoy conociendo a gente gracias a la novela, muy chula e interesante.

La novela y el disco, que publicaréis este otoño, serán dos proyectos complementarios, ¿cómo nace esta idea? ¿qué surge antes, la novela o el disco?

Todo empezó cuando en Sidonie nos dimos un año sabático, y yo en lugar de descansar, lo que hice fue ponerme a trabajar aún más. De hecho empecé sin saber lo que me esperaba, porque cuando comencé la novela, y llevaba como 40 páginas, pensé “¿dónde me he metido?”, hasta el punto de dejarlo. Estaba siendo muy duro. Además reviso cada palabra una y mil veces. Y me estaba costando un horror. Pero empecé a cogerles cariño a los personajes y no podía dejarlos en la estacada. Más que una cuestión de “yo puedo hacerlo” o de un reto personal, yo soy de cogerle cariño a las cosas, y esto fue lo que ocurrió. Primero empezó con esa historia de ficción narrativa, y después dos de los personajes son músicos, y en la novela hacen canciones. Les ponía títulos inventados, hasta que un día me pregunté cómo sonarían esas canciones. Cogí la guitarra y comencé a ponerme en la piel de Abba y de Hugo, las toqué y las grabé. Y se me ocurrió que podría ser un disco, y más concretamente uno de Sidonie. Ahí empezó la locura y el desastre para mi cabeza. Estaba escribiendo la novela de lunes a viernes, a tope, sin parar, y el fin de semana me iba al local de ensayo a hacer las canciones de Sidonie. Muy loco, muy loco, nada recomendable.

Como propuesta es muy original, ¿no?

No conozco casos. Lo hemos hablado con expertos, tanto de la literatura como de la música, y no me han sabido decir casos previos, entonces no tenía referentes. Es muy bonito, pero hay que ser muy valiente. A la hora de escribir canciones tengo mis referentes, y para la novela, pero las dos cosas juntas, no. Me tiré a la piscina. Cuando el disco estaba medio acabado y empezamos a ver que la cosa funcionaba, y que la novela dialogaba muy bien con el disco, pensaba “¡qué orgullo!”. Y sobre todo gracias a la ayuda de mis compañeros del grupo y de los productores, porque si no, no hubiera sido incapaz. 

¿Y cómo surge la historia de Abba?

Abba en realidad era un personaje de una canción de Sidonie, que compuse en el 2016, que se llamaba ‘El peor grupo del mundo’, de El peor grupo del mundo. Pero a estos personajes quería darles más vida, la canción se me quedaba pequeña, y necesitaba más espacio para ellos. Les cambié de nombres, les puse una ubicación que a mí me atraía mucho, que es el pueblo de Cadaqués, y aquí la historia empezó a arrancar. Lo que hicieron esos personajes cuando salieron de la canción es El regreso de Abba.

Marc Ros: “‘El regreso de Abba’ es una novela muy Sidonie”
Fotografía de Patricia del Zapatero

La novela, como has dicho, se desarrolla en Cadaqués, ¿qué tiene este lugar? El regreso de Abba ya invita a visitarlo…

Cadaqués tiene una geografía muy potente, porque parece que sea una isla, de hecho el tren nunca llegó. Solo se podía llegar en autocar o por mar, y ese punto aislado, siendo el lugar más oriental de la península, es donde primero ve el sol… Se dan una serie de circunstancias que supongo que a lo largo de la historia ha atraídon a muchos artistas. El pueblo está repleto de leyendas, había brujas, piratas… Llegó Dalí, y con él, Paul Éluard, un poeta francés del grupo surrealista. Con él llegó Gala, ella se quedó. Después él se fue sin ella, ambos eran pareja. Llegó Lorca, llegó Buñuel… Se hizo una escena alrededor de Dalí que han heredado otros bohemios como de la escena catalana y todos los hippies que pasaban por aquí. Siempre ha habido esa cosa artística, y cuando vas allí y ves esa luz, esos contrastes, esos colores… Siempre hay una vibra muy potente allí. 

La novela comienza con una introducción en la que se nos habla de un concierto que Abba está a punto de dar. Nos cuenta cómo se siente, sus inseguridades, su ansiedad al ponerse delante del público… ¿cómo vives tú esos momentos previos a salir a escena?

Muy similar a lo que vive Abba. Al principio de la novela quise poner algo que he vivido, para situarme y estar más cómodo. Uno de los consejos que me dieron hace años es que si algún día vas a escribir, di algo que conozcas. Sé esa sensación de antes de subir a un escenario y encarar una actuación delante de ciento de personas, es una experiencia muy brutal. Como estoy lleno de miedos, soy muy ansioso, y muy vergonzoso, me tengo que poner en la piel de otro, me disfrazo, interpreto un papel. Por eso en esa parte Abba habla de esa otra Abba, de ese personaje que es capaz de hacer todo eso. Si no es así no nos atreveríamos a subir a un escenario. Cuando me pongo mi blazer y mis pantalones ajustados es como convertirme en actor, y de esa forma puedo encarar un concierto.

Desde fuera parece fácil lo que hacéis los cantantes en cada actuación, y no nos paramos a pensar en todo eso que podéis llegar a sentir, pero que es de admirar.

Es una de las cosas más difíciles de mi trabajo, pero también de las más estimulantes. Después cuando sales, de alguna manera, ese personaje que es el otro, se reencuentra con tu ser. Tú eres las dos cosas, y es fantástico. 

Después de estar acostumbrado a componer canciones, ¿cómo ha sido sido iniciarte en la narrativa, donde los códigos son diferentes? 

No tienen códigos tan diferentes. Es decir, yo como no me considero ni escritor ni músico, porque no tengo estudios, sobre el papel no podría ser ni una cosa ni la otra. A mí lo que me gusta es contar historias, más bien escribirlas o cantarlas. Yo lo que quiero es contar esa historia que tengo en la cabeza. Es verdad que una vez que me siento, por ejemplo, para hacer una canción, me puedo pasar horas y horas mirando por la ventana, jugando con los lápices, mirando las tramas que hace la pared, una mosca que vuela… Hasta que salen los acordes, y a partir de ahí nace un primer verso. En cambio en la novela no puedes parar de escribir, escribir, escribir, hasta la locura. Hay esa diferencia, pero he usado truquitos para hacer que cada capítulo funcione como una canción. Y también he usado trucos del Marc Ros novelista para componer una canción y hacerla más narrativa. Siempre estoy jugando con las dos cosas. 

El regreso de Abba (Marc Ros, 2020)
Fotografía de Jes Senra

Has comentado que en la introducción de El regreso de Abba has puesto parte de tu experiencia, pero ¿qué otras cosas podemos encontrar en ella sobre ti y Sidonie?

La novela es muy Sidonie. La gente me ha reconocido a mí, pero también a Jesús y a Axel. Lo que te decía antes, escribir sobre lo que conoces. No tuve que ir muy lejos para encontrar material para escribir la novela. En ella se habla de cosas que he vivido, como el proceso creativo, la noche… he experimentado con drogas, he paseado por Cadaqués… Cosas que hacen los personajes. El material estaba en nuestra experiencia como grupo. De hecho estoy diciendo últimamente que el día que se nos ocurra hacer una biografía de Sidonie, será mucho más bestia de lo que hay en la novela [risas].   

En la novela hay un momento en el que Abba está dudando en si enseñar o no a Hugo la canción que acaba de componer. Y es algo que me ha parecido muy curioso. ¿Tú cómo vives esos momentos?

Se vive con mucho nerviosismo y con ilusión, pero también con miedo. Las primeras veces que les enseño una canción a Axel y a Jesús, siempre lo paso fatal. Y hago una criba. Si hay canciones malas, me las guardo en casa. Pero las que creo que merecen la pena, las llevo al local para que sean escuchadas por ellos. Eso no significa que sean buenas, algunas me las han tumbado. Pero son momentos de mucha intensidad. Pasas de un extremo al otro. Pasas de no les ha gustado, y eres una rata, a les ha gustado y eres un genio de la música. Obviamente no es ni una cosa ni la otra, pero se vive con mucha intensidad.

Respecto a los personajes, Abba, Hugo y Domènech son tres personas muy diferentes de carácter e ideas, y además cada uno está atravesando un momento complicado en sus vidas. Pero juntos se complementan e incluso llegan a ser la salvación, en cierto modo, los unos para los otros.

Sin desvelar muchas cosas, pero la novela básicamente es de personajes. Es una novela sobre la amistad y sobre las relaciones humanas. Al final todo se basa en eso. La vida y cualquier tipo de arte es la comunicación entre dos o más seres humanos. He querido buscar el detalle con la lupa para ver qué pasaba. Es una comparación un poco bestia, pero me recuerda a cuando era niño, teníamos una jaulita mis primos y yo. Íbamos a cazar insectos al campo y los poníamos a todos juntos para ver cómo reaccionaban entre ellos. Arañas, moscas, hormigas… Para tu tranquilidad y para la de que nos lean, no he vuelto a hacerlo, ¿eh? [risas]. Pero sí lo he hecho con los personajes. Pensé poner una casa en Cadaqués y ver qué pasaba. Cadaqués también funciona como personaje, sé que es un poco tópico, pero funciona así porque es como la jaulita esta. Sin Cadaqués no existiría la novela.

En la historia, tal como la narras, se aprecia una atmósfera muy cinematográfica. Nombras películas, directores, pero también está en su esencia, ¿qué importancia tiene el cine para ti en tus obras?

El cine es fundamental para la escritura de novela. De hecho, cuando la estaba escribiendo, me vi todas las películas de Éric Rohmer. En algunos de los diálogos de ellas, en alguna ocasión, hay ese mismo aire que en los de los de mis personajes. La esencia del cine francés, de la Nouvelle vague, está muy presente en la novela. Abba de hecho es medio francesa, y cuando le hablas de François Truffaut, sabe de quién estamos hablando. Domènech es cineasta, él te habla de cine danés, de Carl Theodor Dreyer… Han visto cine como el narrador y como el autor, es una influencia fundamental que he utilizado para hacer “algunos planos” que me han ayudado a hacer algunas escenas. 

El regreso de Abba también es el título de vuestro próximo disco, con el que volvéis a dar un paso más en el universo Sidonie, a juzgar por ‘Me llamo Abba’ y ‘Portlligat’, sus dos avances. ¿Cómo se consigue seguir sorprendiendo después de tantos años como banda?

No sé si sorprendemos, espero que sí, porque nos estamos reinventando con cada disco. Ahora El regreso se Abba, que va a ser un álbum doble, y que por cierto va a salir a principios de octubre, tiene la estructura de musical. Está musicando la historia de Abba, de Hugo y Domènech.Tiene algo que no tiene la novela, que es una influencia latina. Hay ritmos, sobre todo, en las percusiones, que vienen de Colombia y de Perú. La última canción que hemos sacado, ‘Portlligat’, tiene un regusto indochino, de la música que se hacía allí en los ‘60s, y que me vuelve loco. Cada canción es un estilo diferente, creo que hay pocos momentos en los que te pueda recordar al último disco, El peor grupo del mundo. Quizás una canción que se llama ‘Hugo en el desierto’, pero en el resto del disco hay de todo, actrices recitando, notas de voz, sonidos de mar… Es como meterse en una selva, todo un paisaje.

Fotografía de Mónica Figueras

Teníais previsto entrar a grabar el disco antes del confinamiento, ¿cómo ha afectado todo esto a vuestros planes? ¿cómo lo habéis vivido?

Ha habido momentos de todo, cada día ha sido diferente. Había día que estábamos por los suelos, y había otros que disfrutábamos una momentánea sensación de euforia. De esos altos y bajos lo único que se ha mantenido ha sido la unión entre los tres. Sigue fuerte y cada crisis que encaramos nos une más, la amistad sirve para eso. Esto no ha sido fácil, y para el disco tampoco. Pero también te digo que el disco tiene algo especial por eso. Tiene una intensidad extra, porque la tercera parte del disco la grabamos llegando con mascarilla, sin tocarnos, con medidas de seguridad… Y así tenías que cantar, y en algunas canciones se nota en la voz. No sé si el oyente lo puede oír, pero yo sé que sí,y le da cierto color al disco. 

El último adelanto que habéis publicado ha sido ‘Portlligat’, y es el primer tema en catalán que incluís en un disco, ¿cómo surge esa decisión?

A mí me encanta cantar en catalán. Soy catalán, hablo las dos lenguas indistintamente. Ya había cantando en catalán, pero no habíamos metido ninguna canción en un disco de Sidonie; esa es la novedad. Me hubiese encantado hacerlo antes, pero no encontraba la canción adecuada, no encontraba las palabras que merecieran la pena ser cantadas en catalán. La canción, musicalmente ya estaba hecha, incluso tenía una maqueta muy bien acabada. Y la letra era en inglés inventado, que es lo que suelo hacer cuando cojo una guitarra, y lo hacemos muchos cantantes. Jugaba con la palabra “portlligat” y quedaba muy guay, y dijimos “¡vamos adelante con eso!”. 

Acabáis de retomar los conciertos, ya habéis hecho varios, ¿cómo encaráis esta nueva etapa?

Hicimos Fuengirola y Madrid, y los dos nos encantaron. Notabas la emoción, la gente no se puede levantar, pero sigue estando ahí; entonces mueve el culo a tope en la silla [risas]…

Ver un concierto de Sidonie sentado es complicado…

Sí, sí, pero se puede hacer. Vivimos una experiencia única, que vamos a recordar toda la vida. No sé cómo serán los demás conciertos, pero estos por ser los primeros los vamos a recordar toda la vida. Y en el grupo teníamos muchas ganas de tocar en directo. Me acuerdo en Madrid, sonando la introducción antes de salir al escenario, y ya estaba llorando [risas]. Fuimos a pasarlo bien, que fue lo que hicimos. Pasarlo súper, súper bien. Y he de añadir, que el público tanto en Fuengirola como en Madrid fue de un respeto y una educación ejemplares. 

Fotografía de portada de Patricia del Zapatero.

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