'Manuel Ríos San Martín: “El hombre no es ni totalmente bueno ni malo; pero es ingenuo pensar que es bueno por naturaleza»'

Tras una larga trayectoria en el ámbito audiovisual, publicó prácticamente hace dos años su primera novela: Círculos. En el actual 2019 ha visto la luz La huella del mal, un thriller que parte de un crimen gestado en una excavación prehistórica de Atapuerca. Manuel Ríos nos lleva a un viaje temporal entre los orígenes de la humanidad y el siglo XXI, donde la intriga y los crímenes se combinan con debates intensos sobre las redes sociales, las nuevas tecnologías, el bien y el mal, la maldad y la empatía…

Manuel Ríos San Martín: “El hombre no es ni totalmente bueno ni malo; pero es ingenuo pensar que es bueno por naturaleza"
Fotografía de Patricia del Zapatero

En Círculos pones en el escaparate a la televisión, las redes sociales… En La huella del mal (editorial Planeta) tienen un papel muy importante las nuevas tecnologías, aunque combinándolas con la prehistoria. ¿Por qué esta mezcla en la trama entre lo contemporáneo y lo prehistórico?

La verdad es que ha surgido en gran medida de una manera casual. No es que yo tuviese pensado hacer una novela sobre la prehistoria. Sino que surgió un día en que iba paseando con mis hijos por el CAREX, que es el Centro de Arqueología Experimental de Atapuerca. Allí tienen unas reproducciones de tumbas neandertales y mis hijos se acercaron a tocarlas. Entonces pensé, ¿qué pasaría si un grupo de chavales de un colegio estuviese por ahí y uno, haciendo un poco el gamberro, se acercase, tocase el muñeco, y en vez de ser eso, un muñeco, fuese una chica muerta? Realmente surge ahí. Y lo otro me lo voy encontrando; es decir, cuando decido escribir una novela porque a Planeta le gusta el tema y me dice que adelante, que están interesados en publicarla, empiezo a trabajar, a documentarme, y de forma natural va apareciendo el tema de la prehistoria, que está muy presente, como no puede ser de otra manera. Y por otro lado, cada día más, las investigaciones policiales llevan mucha parte tecnológica.

Es como un círculo que comienza en la prehistoria, y pasando por la época actual, vuelve al principio de los tiempos…

Completamente. La novela va en ese sentido, efectivamente. Ahora nos parece que la tecnología es muy importante, pero en la prehistoria también lo era. Aunque era otra. Ellos viajaban con su piedra de sílex para encender el fuego, con su cortador… todo eso era su tecnología. Siempre ha sido importantísima. Lo que pasa es que era muy sencilla. Pero era importante. El hombre, desde que ha tenido tecnología ha dependido de ella.

Revivir la prehistoria

Los personajes de La huella del mal tienen una gran obsesión por todo lo relacionado con la prehistoria, lo cual les lleva a situaciones límites. ¿Hay personas que pueden llegar a ese nivel de querer revivir la prehistoria?

(Risas). Yo creo que no llegan al nivel de los personajes de la novela, por suerte para todos nosotros (risas). Pero hablando con monitores que enseñan Atapuerca, me he encontrado con que sí tienen mucha obsesión. Es decir, viven en un entorno prehistórico, todo el día hablando de huesos… y hay una cosa que me han contado ellos, y es que, por ejemplo, han probado la carne cruda. No el canibalismo (risas), pero han probado la carne cruda y hacen experimentos de cómo es la mordida de un ser humano en la carne, en los huesos de una vaca, de una oveja, de lo que sea. Porque ellos estudian los huesos y el resultado de los descarnamientos de la prehistoria para decir: «esto es un diente». Han mordido ellos y han comprobado si el diente deja esa muesca. Y luego han probado a cocinar con fuego… es decir, sí que hay una cierta obsesión por saber cómo vivían los prehistóricos. Y luego, hay unas experiencias que hacen los del Paleolítico Vivo, que es lo que ellos llaman Perdidos. Consiste en vivir durante tres-cuatro días en el monte, al aire libre, haciendo fuego, sin poder llevarte el móvil, ni el reloj, nada. Evidentemente no llegan a los niveles de mi historia, pero sí hay ese gusto por la prehistoria.

https://www.planetadelibros.com/libro-la-huella-del-mal/294268#soporte/294268

Para la redacción de La huella del mal has contado con el asesoramiento del codirector de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro, pero sabiendo cuál podría ser el límite de la información que ofreces para no aburrir al lector, ¿verdad?

Sí, sí… hay que ser correcto en lo que cuentas. Pero he tenido suerte porque José María Bermúdez de Castro ha accedido a echarme una mano. Además, y aunque yo sabía de la prehistoria, me he ido documentando conforme yo escribía. Llegaba a una escena donde necesitaba hablar de canibalismo o de cómo se hacía el fuego… y ahí hablaba con Bermúdez de Castro. Y le preguntaba, y hablábamos. Y cuando habíamos hablado, yo, de alguna manera, lo que habíamos dicho, lo introducía en la historia pero según los personajes. Eso ha permitido, primero, que la documentación quede natural porque está hecha para la escena. Es decir, yo no podría dar una conferencia sobre la prehistoria. Podría dar pequeñas conferencias sobre mis escenas. Eso creo que ha hecho que las escenas fluyan, que sean orgánicas, que no den la sensación de que soy un guía turístico que te va contando Atapuerca.

La maldad y la ausencia de empatía

Efectivamente, la novela mantiene un ritmo muy dinámico. En ocasiones da la impresión de estar viendo una serie de televisión, por ese ritmo, porque los capítulos no son muy largos, por la frescura que tiene, por la agilidad narrativa… Supongo que ello habrá sido basándote en tu experiencia profesional.

Sí, pero no ha sido tanto basándome en mi experiencia, que evidentemente en alguna manera influye, sino porque yo, como lector, agradezco los capítulos cortos. Te voy a poner un ejemplo que es muy distinto a esta novela: Patria. Es una novela magnífica y sus capítulos son cortos. Y funciona muy bien. Y yo me di cuenta leyendo Patria que puedes tocar un tema intenso, conflictivo… de esta manera. Creía que los capítulos cortos jugaban a la contra y me di cuenta que no es verdad, que te dan un ritmo de lectura, la posibilidad de acabar los capítulos con algo que genere cierto interés, pero con mucho cuidado. Si acabas diez capítulos seguidos muy en alto, en el once, el lector dice «ya no te creo«. Entonces hay que tener mucho cuidado. Hay que cuidar que el final de la acción sea interesante pero no puedes hacer trampas. El lector acaba dándose cuenta.

Manuel Ríos San Martín: “El hombre no es ni totalmente bueno ni malo; pero es ingenuo pensar que es bueno por naturaleza"
Fotografía de Patricia del Zapatero

Volviendo a la dicotomía que se genera en la novela entre la maldad del ser humano y la empatía. En un momento dado, en la trama se alude a la existencia de la primera por la ausencia de la segunda en las relaciones interpersonales.

Está claro que la falta de empatía puede generar maldad. Pero también surge una pregunta: ¿la empatía con quién? Estos grupos prehistóricos y nosotros hoy en día usamos la empatía con los nuestros, por nuestros hijos, por los que son de nuestro clan. Pero esa empatía por los nuestros, a veces, se convierte en violencia hacia el clan enemigo. Con lo cual, todo es la cara de una misma moneda. Mi empatía hacia mi grupo es violencia hacia el otro. Y eso es muy del ser humano, y de los simios, en general.

Samuel Henares, el director de Atapuerca en la ficción, le dice a Daniel Velarde, el asesor de la policía: «los dos hemos contemplado mucha violencia en los cadáveres, usted en los del presente y yo en los enterrados hace miles de años«.

Eso me lo encontré escribiendo. No fue algo que tuviese pensado. De repente me di cuenta en una conversación entre ellos que en el fondo los dos tratan con cadáveres. Y dice Samuel, «yo nunca he visto la violencia directa, la intuyo porque fue algo que ocurrió hace miles de años, y tú sí la has visto». Hay una conversación en la que el director de la excavación habla teóricamente del bien y del mal, y le pide a Velarde como expolicía, que sí ha visto la violencia, que le cuente cómo es la violencia real.

En La huella del mal se hace referencia a dos frases históricas como «el hombre es un lobo que necesita que la sociedad le ponga freno con leyes y normas» y «el hombre es bueno por naturaleza«. ¿Con cuál nos quedamos?

Yo sí diría que es verdad que el hombre es complejo. Entonces, no creo que sea ni totalmente bueno ni totalmente malo. Pero creo que sí es una ingenuidad pensar que el hombre es bueno por naturaleza. No tiene ninguna base científica. Digamos que hay una cosa primitiva ajena a la ética. Si tú tienes hambre, comes… Decir que el hombre originariamente era bueno… Probablemente se comía a otros animales y también hay pruebas de que se comía a otros hombres. Bueno por naturaleza, exactamente, no diría que es. Ahora, que era capaz de tener empatía y de cuidar a sus enfermos, también es verdad. Pero el concepto de bueno no se puede atribuir al hombre en el sentido actual que posee.

Manuel Ríos San Martín: “El hombre no es ni totalmente bueno ni malo; pero es ingenuo pensar que es bueno por naturaleza"
Fotografía de Patricia del Zapatero

Las redes sociales

Círculos, tu primera novela, es un thriller; La huella del mal también lo es. ¿Te sientes más a gusto con este género?

Pues mira, no me gustaba. Pero estoy llegando a él con la práctica. En televisión había hecho pocos thrillers, y se me ocurrió Círculos, la escribí y a partir de ahí le he cogido el gusto a los thrillers. Y he tenido la suerte de que justo ahora están de moda. Todo se ha aliado para que escriba thrillers. Pero no soy un gran lector de este género. Hace poco me decía Fernando Marías que se me nota que no leo mucho thriller porque no uso los códigos del género… pues me gusta, porque hay códigos que se repiten y así, al no conocerlos, puedo plantear otras opciones; he sido más libre.

¿Por qué le das tanto protagonismo a los jóvenes en La huella del mal y a su uso de las redes sociales?

Me gustan mucho las redes sociales. Me parecen muy interesantes. También tienen su punto peligroso. Tengo hijos adolescentes. Sí es un tema que me interesa. Es verdad que en la novela hay personajes jóvenes, y que están llevados al extremo. Pienso que la mayoría de los jóvenes actuales son más razonables que los de mi novela (risas), y no hacen tantas cosas como ellos. Pero me interesa el tema de la juventud y su relación con las nuevas tecnologías. Es algo muy actual. Todos los que somos padres o madres lo vivimos, y me ha parecido que venía bien aquí por la mezcla de la prehistoria con la tecnología y la modernidad con la tecnología. Tenía sentido.

Eres director, productor ejecutivo, guionista. ¿Escribiendo la novela, el escritor ha recibido interferencias de algunos de sus otros yoes?

(Risas). No. Creo que me viene bien la experiencia como guionista para estructurar y trabajar los diálogos, para que sean naturales. Y el haber trabajado con muchos actores y actrices me ha exigido que mis diálogos sean leibles en alto. Hay una parte en la novela que es más filosófica, que entra más en el pensamiento y en las emociones de los personajes, algo que en un guion no se puede hacer. Esa parte sí la he tenido que trabajar más. Pero como estoy menos acostumbrado a ello me hace más ilusión trabajarla. Entrar aquí en los pensamientos me parece divertido, cosa que no puedo hacer en un guion.

Después de tu larga experiencia, ¿qué te impulsa a escribir?

Cuando empecé en los años 90, a la vez que escribía guiones escribía relatos. Incluso gané un par de premios literarios. Y cuando me empezó a ir muy bien en el guion no tuve tiempo para nada más. Y cuando llegó la crisis me planteé una opción B por si el sector no levantaba la cabeza. Y vi que si escribía novela tenía dos opciones: si se me ocurren dos thrillers, le llevo uno a la televisión y otro a una editorial. Si una me dice que no, igual la otra me dice que sí. Estaba como doblando mis posibles clientes. Y eso que en principio funciona desde el punto de vista teórico después se ha concretado muy bien. Y estoy muy contento, primero con Círculos, y ahora con La huella del mal, porque Planeta está haciendo una apuesta muy grande por esta novela. A día de hoy puedo decir que me ha funcionado.

Fotografía de portada de Patricia del Zapatero.

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