Creada en 2010, en el actual 2021 ha sido publicada tras paciente espera La fosa (Edhasa), la última obra de Lola Montalvo. Con su prosa ágil y un profundo espíritu de reivindicación, la autora se adentra en una historia marcada por la violencia machista y la generada por la represión posterior a la guerra civil española.
¿Cómo ha sido el proceso creativo de tu novela La fosa y cómo te sientes ahora que, de algún modo, también pertenece ya al público lector?
Claro. Exactamente. Muy bien expresado. Ésa es la sensación que tengo. Empecé a escribir esta novela hace muchos años. Fue en el 2010. Intenté escribirla para que fuera algo contemporáneo, para contar lo que estaba pasando en ese momento. Y jamás pensé que la iban a publicar. De hecho, cuando comencé, como el tema es el de las fosas de la memoria histórica, se trataba de algo peliagudo. A la gente no le gustaba. Me dijeron que cómo me atrevía a escribir una novela sobre esa cuestión. No tengo ningún desaparecido en mi familia. Incluso creo que nadie de ella participó de forma activa en la guerra civil. Pero es un tema que siempre me ha llamado mucho la atención. Creo que a estas alturas existan tantos represaliados desaparecidos en fosas, en cunetas, en cementerios, en sitios horribles, perdidos, sin que sus familias puedan ir a visitarlos para recordarlos es horrible. Y que nunca se haya hecho ni el más mínimo esfuerzo para recuperar a esas personas. Yo necesitaba reivindicar esto. Y sobre esa base me imaginé una historia en la que pudiera meter esas fosas del franquismo. No empiezo la historia en los años de la guerra civil, sino justo en 1940, cuando la guerra había terminado. Y aún se seguían haciendo represalias.
Hay quien considera a la escritura como una manifestación artística pero con ese punto reivindicativo que permita remover conciencias. ¿Eres consciente de que La fosa puede encontrar detractores a los que no les guste la inclusión de un tema como el que tocas?
Sí. Pero en la novela intento plasmar los dos puntos de vista. El de las personas que tienen a alguien enterrado en esas fosas y lo quieren recuperar y el de los que no lo quieren hacer. He utilizado varios personajes para plasmar esos dos puntos de vista. Les he hecho conversar, y el lector tendrá que sacar sus conclusiones. No es cuestión, y es una convicción personal, de que los represaliados sean personas de izquierdas. Me parecen horribles también las represalias que se llevaron a cabo en la zona republicana, que también las hubo. Pero la diferencia es que estas se hicieron de forma individual, y las de la zona nacional fueron instigadas por el mismo poder. Es incuestionable que la violencia es violencia, la lleve a cabo quien la lleve a cabo. Y eso es lo que he querido plasmar en este libro. No quiero que se vea en él un punto ideológico, que lo puedo tener como lo puede tener quien me lea. He querido manifestar que considero aberrante que a día de hoy existan todavía personas enterradas sin que nadie haya movido un dedo para sacarlas de ahí, devolvérselas a sus familiares y acabar con esto. Son heridas que no se han cerrado nunca.
Como el título de la novela nos adelanta, el tema principal es el de las fosas comunes, pero hay otro que no podemos dejar pasar de largo, como es el de la violencia machista. Tocas dos temáticas de plena actualidad, muy a nuestro pesar.
Dani es un niño que pierde a su madre porque su padre la asesina delante de él. Yo he sufrido violencia machista. En mi familia la he visto de primera mano. Éste es otro tema realmente preocupante. No nos puede dar igual. A las mujeres las agreden, las maltratan y las acosan por ser mujeres. Esto no convierte a los hombres en malos. Convierte en malas a las personas que hacen eso. Quería presentar a un personaje mutilado psicológicamente. Que me diera juego para plasmar otra cuestión que es la violencia derivada del machismo que se ejerce sobre las mujeres y cuyas víctimas directas son los niños. Un niño que ve que una parte de su familia maltrata a la otra, que la humilla, que la insulta, que la encierra, que la golpea… sufre de manera muy directa.
La parte en la que narras el asesinato de la madre del niño es sobrecogedora.
Sí, lo es. De tal manera que cuando escribí eso sufrí muchísimo. No pude volver a leer esa parte hasta que me dijeron que me iban a publicar la novela y empezamos a corregirla con la editora. Unos años después de haber escrito eso, hasta yo me sobrecogí al releerlo. Me emociono al leerlo porque me cuesta mucho trabajo manifestar ese grado de violencia. Para manifestarlo me la tenía que imaginar. Y tenía que ponerme tanto en la piel de la madre como en la del niño. Y eso me hizo sufrir mucho. Pero consideré imprescindible dejarlo escrito. Me gustaría que quien lo lea sienta empatía por esa madre y ese niño y vea cuánto sufrimiento hay en la violencia machista. Hay que enseñar a toda la sociedad a respetar a los demás y a tener empatía desde niño.
Una vez que has publicado la novela, ¿piensas ahora lo mismo que cuando la escribiste?
En mi caso, desde que escribí la novela hasta ahora ha pasado mucho tiempo. Esa novela se quedó parada. Nadie le hizo mucho caso. Hasta que unos cuantos años después alguien ha decidido publicarla. Lo que quería contar está. Quería tratar en la novela un tema del que en ese momento nadie quería hablar, la Memoria Histórica. Cuando sea aprobado el cambio se llamará Memoria Democrática. Entonces era un tema tabú. Y me he dado cuenta de que desde que la escribí siendo, como digo, un tema tabú hasta hoy se ha convertido en algo que está en boca de todo el mundo. Considero que el destino me ha dado la oportunidad de presentar mi novela en un momento en el que la gente acepta este tema. Quiero aportar mi punto de vista, con el que manifiesto que la violencia es violencia, indistintamente de donde proceda. Y esta violencia que tenemos enterrada en las cunetas hay que solucionarla. No veo deseos de venganza por parte de nadie. Sólo veo deseo de hacer justicia. La gente quiere encontrar a sus familiares para enterrarlos y cumplir con una promesa hecha a sus padres, a sus madres, a sus antepasados.
Para concluir, en La fosa también exhibes tu lado sanitario, vuelves a darle a tu otra profesión el lugar que se merece.
Así es. Mucha gente me lo dice. Pero es que tiene que ser así. Intento darles su sitio a las personas que trabajan en la sanidad y, en concreto, al personal de enfermería que se desvive por los pacientes y lo ponen todo para ayudarles a llevar lo mejor posible sus problemas de salud.