Tras Avalancha (1995), Bunbury decidió iniciar su etapa como solista, lo cual supuso la disolución de Héroes del Silencio en 1996. En 2019, Juanjo Ordás publicó Bunbury. El mundo sobre el trapecio (Efe Eme), un trabajo en el que aborda los primeros álbumes de la carrera en solitario del zaragozano, para los que contó con la banda Huracán Ambulante.

El pasado año vio la luz Bunbury. El mundo sobre el trapecio, ¿has valorado ya las reacciones que ha generado la obra?
Cuando escribes un libro no tienes la ventaja de los músicos, que actúan y el público les aplaude. No tienes el feedback inmediato. Pero creo que ha gustado. He tenido esa suerte. A través de Facebook, que es la plataforma que uso para interactuar con la gente que me lee y me sigue, recibo muestras de satisfacción. Yo diría que la acogida ha sido buena.
Has publicado trabajos sobre Iron Maiden, Quique González, David Bowie, incluso uno sobre el mismo Bunbury anterior a este Bunbury. El mundo sobre el trapecio del que hablamos ahora (Bunbury experimental). ¿Sobre qué premisa surgen estas dos obras sobre el artista zaragozano?
Sobre la premisa de ser dos libros totalmente distintos. Igual que el primero, Bunbury experimental, se centraba exclusivamente en la faceta experimental de Enrique Bunbury a lo largo de su carrera, este, Bunbury. El mundo sobre el trapecio, versa sobre la etapa que tuvo junto con El Huracán Ambulante. Ahí radica la diferencia entre ambos libros. Uno trata sobre toda su carrera y otro sobre una parte concreta de la misma.
Bunbury. El mundo sobre el trapecio es un ensayo sobre la figura y la carrera artísticas de Bunbury tras la disolución de Héroes del Silencio, entre 1999 y 2005. ¿En ese periodo se forjó un nuevo Bunbury, distinto al vocalista de Héroes del Silencio?
Sí, afortunadamente, sí. Digo afortunadamente porque a mí me gustan mucho los artistas que crecen. Hay dos tipos de artistas: de los que esperas que hagan lo mismo porque les funciona y no quieren hacer otra cosa, vamos a decir ACDC, y aquellos para los que cada disco es un desafío, y van creciendo, se desafían a sí mismos a la hora de crear, y desafían también a su público en el sentido de decir, “bueno, a ver si sois capaces de seguirme”. Es cierto que a un artista cambiar y crecer le suponen un reto. Y esos son los que más me gustan. Sinceramente. De los que no sabes qué va a pasar en el siguiente disco. Hay ahora una trinidad que representa mucho esto que digo: Bunbury, Nick Cave y Mark Lanegan. Son autores, hacen música de autor, rock de autor, si queremos verlo así, pero con cada disco dan un paso más hacia una dirección que los fans sabemos que no podemos prever. Y eso me parece muy excitante. Es lo que mola.
En Bunbury. El mundo sobre el trapecio dices que la transición de Héroes del Silencio a Bunbury no fue fácil. Los fans del grupo ni entendieron ni admitieron su desaparición.
Bueno, realmente los que se quejaban eran poquitos. Pero se hacían notar bastante. Las quejas como tal eran menos. Es verdad es que cuando Bunbury empieza como solitario ya no se encuentra amparado por el paraguas de Héroes del Silencio. Empieza a tocar en recintos más pequeños, pero los que se quejaban eran pocos, aunque muy ruidosos.
Pequeño, Flamingos y El viaje a ninguna a parte, junto a aquel inicial Radical Sonora, se convierten en el puente que une a la etapa de Héroes del Silencio con la de Bunbury como solista. ¿Por qué te has centrado en esta etapa y no en su carrera en general?
Porque lo marca el propio guion. A Bunbury le pasa un poco como a David Bowie, que las etapas quedan marcadísimas. Y en ese aspecto estaba clarísimo que de Pequeño a El viaje a ninguna a parte, pasando por Flamingos es una etapa en la que se rodea de una banda concreta; empieza con ella y termina con ella. El resto ya es otro mundo, otro libro que no sé si algún día llegará o no. Pero es otra historia diferente. Ahí termina una.

En la obra has contado con declaraciones del mismo Bunbury, alguien que no es asiduo en los medios de comunicación.
No te creas. Ahí tengo que contradecirte. Si te fijas, Bunbury cada vez que saca disco hace mucha promo, atiende a muchos medios, está en varios sitios… No es un artista al que sea difícil acceder. A él le proponen proyectos y algunos los ve claros y otros no. Siempre que le he propuesto participar en uno de mis libros, que me gusta decir que son de los dos, porque quien interesa es él y no Juanjo Ordás, ha aceptado. Y cuando le he hablado de ellos ha sido desde el más absoluto de los respetos. Cuando se escribe un libro sobre alguien hay que tener claro que antes va ese alguien, por encima de ti mismo. El libro no se va a vender por Juanjo Ordás, sino por Enrique Bunbury. Y qué menos que acercarte a él y explicarle el proyecto con respeto y siempre muy a las claras y con sinceridad. Los músicos solo hacen música y no dañan a nadie, y a veces parece que hacen terrorismo. Déjale en paz si no te gusta. Siempre trato de seguir una máxima: no hablar nunca de lo que no me gusta. Porque un artista no me guste no voy a poner a parir un disco suyo. Punto uno, igual su música no va dirigida a mí, ni yo la comprendo. Punto dos, en un disco de alguien que no te guste han estado trabajando muchísimas personas que han podido estar dejándose horas de trabajo. Están el propio artista, sus músicos, el productor… gente haciendo un trabajo. No me gusta tirar por tierra el trabajo de nadie. Si me preguntan por alguien respondo: “a mí no me gusta”, y ya está. Y a quien le guste, pues mejor para él.
¿Le costó a Bunbury incluir al principio en sus conciertos temas de Héroes del Silencio?
Sí y no. Te explico. Enrique, cuando arranca con su carrera en solitario incluye temas de Héroes del Silencio en su repertorio. Eso provoca una reacción negativa por una parte de fans, que eran pocos pero se hacían notar bastante. Al ver que había algunos que tenían esa reacción negativa, lo que hizo fue quitar esas canciones del repertorio. En la gira Radical Sonora te encuentras con que las cuatro o cinco de Héroes del Silencio que solía cantar desaparecen. Y cuando empieza su etapa con Cabaret Ambulante, que luego sería El Huracán Ambulante, las canciones de Héroes caen a cuenta gotas. En las primeras fechas sonaba ‘Tesoro’, y luego en la gira Pequeño aparecen ‘Maldito duende’, ‘Iberia sumergida’…; en Flamingos, ‘La chispa adecuada’, y poco a poco se va reconciliando personalmente con esa etapa de su vida. Pero es algo que veo muy humano. Durante una etapa estás escuchando mucho los discos de Leonard Cohen o Maroon 5, y cuando la superas te cuesta volver a escuchar esa música, aunque te guste. Poco a poco las heridas se van cerrando, vas cambiando y te das cuenta de que puedes seguir disfrutando de esa música sin que tengas que relacionarla con una mala época. Y poquito a poquito te reconcilias con esa música. Y creo que a Enrique Bunbury le ocurrió algo parecido.
Hoy en día, ¿el público que sigue a Bunbury difiere mucho del que lo hizo con Héroes del Silencio? ¿Se ha quedado gente en el camino?
Sí, creo que se ha quedado gente en el camino. Enrique tiene un público que se va renovando. En sus conciertos ves a gente que seguramente seguiría a Héroes del Silencio pero también a gente joven que igual se ha enganchado en los últimos cuatro años. A él lo siguen muchas personas tanto en España, como en Latinoamérica, Estados Unidos, muchos países de Europa… Pienso que tiene un público que se renueva. Y cuando un artista tiene una carrera larga como la de él hay quien se va descolgando y quien se une.
Lo que me maravilla es que ahora coges un disco como Posible o el próximo, Curso de levitación intensivo, y dices: “qué cambios… y sigue siendo él”. Parece muy fácil de decir, pero es muy difícil mantener la personalidad y a la vez buscar nuevas pieles que te queden bien. No todos lo consiguen. Y ese es un mérito muy grande.