En 2019, Ildefonso Falcones nos trasladó a la Barcelona de principios del siglo XX con El pintor de almas. Tres años después, el reconocido novelista nos trae una historia que parte de la segunda mitad del siglo XIX y entronca en el actual XXI. Nos lleva de la Cuba colonial a través de una esclava llamada Kaweka al Madrid actual con el personaje de Lita, una joven mulata que al igual que aquélla reivindica la libertad y la igualdad entre las personas. El hilo conductor de Esclava de la libertad (Grijalbo) es una trama marcada por la esclavitud, el racismo y el colonialismo.
Tengo entendido que Esclava de la libertad no estaba en sus planes en cuanto a una inminente publicación, pero ante las circunstancias personales por las que atraviesa cambió el orden.
Era una trama que tenía desde hace muchos años. Era un proyecto que dejé ahí… Pero entre mis condiciones físicas actuales y que era algo que ya tenía más o menos elaborado, me lancé a ello.
Dado el gran trabajo de documentación que ha de realizar para publicar sus novelas, Esclava de la libertad no es algo que se salga de su patrón. Esta tarea debe de haber sido también muy ardua.
Sí, pero como digo, esta novela ya la tenía más o menos estudiada. Evidentemente he seguido haciéndolo. Y sobre todo ha sido un trabajo de refrescar todo aquello que ya tenía preparado, porque la empecé hace muchos años. Tenía bastante documentación y podía afrontar este proyecto en estos momentos.
¿Por qué surge la idea de escribir sobre la esclavitud, el colonialismo español…?
Porque me sorprendió la cercanía de la esclavitud. Me sorprendió el hecho de que mi abuelo hubiera sido coetáneo. Mis abuelos vivieron en una España que admitía la esclavitud. Cuando hablas de ella piensas en la Edad Media, en épocas antiguas y lejanas. Sin embargo, la hemos tenido al lado. Podríamos trazar una línea entre esa esclavitud y nosotros.
Y, además, en tu propio país, ¿verdad?
Exactamente.
Hablamos de una obra que no deja indiferente al lector. ¿Cómo se ha sentido mientras buscaba información y después al escribirla? Algunas tramas de la novela son duras…
Sí. Pero no son tan duras como podrían ser. Sería casi imposible llegar a imaginar cómo fue la vida de aquellas personas esclavas, o sus mismos sentimientos. Ya no de un esclavo, sino de una negrada como lo llamaban. Un conjunto de esclavos, personas sometidas, despreciadas, explotadas, azotadas… Evidentemente, tiene que ser muy duro. Insisto, dudo que refleje la verdadera dureza de aquella situación.
¿Qué reacciones está recibiendo por parte de los lectores?
Bueno. Si hay alguien, que lo habrá, que no le guste, no me comenta nada, claro. La gente no viene y me dice, “tu novela es muy mala”. Quien me para y me comenta algo es gente que me alaba y a la que le gusta la novela. Estoy recibiendo muchos comentarios. Pero a la vez son personas que tienen un criterio estricto y acertado dentro del mundo literario. Eso es lo que me interesa.
Esclava de la libertad, entre muchas cosas, nos dice que la maldad del ser humano ha estado siempre en la historia. No tiene temporalidad, ni nacionalidad. Habría que debatir sobre si el hombre nace bueno o se corrompe. Pero no tenemos tiempo para ello…
(Risas). Bueno, Rousseau y su teoría… En fin. Yo creo que nace bueno. Hay un porcentaje de seres humanos que encuentran en la bondad su forma de vida. Pero la maldad existe. Y va a existir siempre. Podemos decir que aprendemos de la historia. Pero hay gente que aprende las cosas malas de la historia y las repite. Sí, efectivamente ha habido gente muy mala y sigue habiéndola. Sigue habiendo trata de blancas, pederastia, malos tratos, etc.
¿Los novelistas con la ficción hacen un retrato de la realidad?
En mi caso no es exactamente así. Yo, lo que hago es una trama ficticia que intento sea atractiva para el lector, que sea emocionante, interesante, que le enganche, que se entretenga con ella. Busco el entretenimiento. Lo que pasa es que esa trama (alguien me ha dicho que es una novela de amor, y sí, el amor juega un papel importante, pero no llega a ser una novela romántica, evidentemente) nace de poner muchas cosas en un escenario que me parece importante desde el punto de vista histórico. Pero creo que son dos cosas separadas. La denuncia social, la historia… Lo mío es novela. Pero con una aportación muy determinada.
Kaweka y Lita se erigen en protagonistas y en heroínas de la novela. Dos mujeres con más de un siglo de diferencia. Una luchó por la abolición de la esclavitud y otra contra el enriquecimiento de algunas instituciones a costa de aquélla. ¿Cómo las define?
Kaweka es la persona que sufre en sus carnes la esclavitud, de verdad. Ella es la que pelea contra la esclavitud desde el principio. Lita es una joven universitaria, contemporánea, alegre, con sus problemas personales, profesionales, formada, que habla inglés… Es una joven como muchas con las que podemos coincidir a diario. Con el tiempo irá conociendo sus raíces, de dónde viene, y entablará esa comunicación con el pasado. Es un personaje más complejo en ese sentido. Kaweka es más plana. Lucha por la libertad. Es capaz de renunciar a la suya por la de la comunidad de esclavos. Su objetivo es ése, y ahí va. Lita tiene esa transformación a lo largo de la novela.
Sobre la Guerra de Cuba (1895/1898) se ha hablado y escrito mucho, pero de la Guerra de los Diez Años (1868/1878), no tanto. Pero en Esclava de la libertad ésta ocupa un lugar muy destacado, con Kaweka como gran protagonista. ¿Le ha llamado mucho la atención este episodio histórico?
Sí, sí. Todo llama la atención. Dentro de los conocimientos generales, llegar a conocer la Guerra de los Diez Años en Cuba sería algo exagerado. No podemos bajar a ese detalle. Es normal que no conozcamos muchas cosas de ella. Pero sí conocemos la del 98, en la que perdimos las colonias. Sorprende que exista, pero entiendo que no la conociéramos. Así como nos sorprende que la esclavitud se haya tapado o no se haya hablado de ella. La gente lo sabe, es consciente, aunque no sé si lo es de hasta qué fecha se extendió. España fue el último país occidental en abolir la esclavitud en sus colonias.
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.