'Gonzalo Giner: “Con ‘La bruma verde’ denuncio la deforestación que se produce en el Congo”'

La bruma verde (Editorial Planeta) es su última novela. Publicada este mes, ha sido merecedora del prestigioso Premio Fernando Lara 2020. Gatrópolis ha podido conversar con Gonzalo Giner, el autor de este thriller que reúne todos los ingredientes para una lectura apasionada y una reflexión profunda. Este canto al conservacionismo denuncia el daño atroz que la especulación está haciéndole a ese gigantesco pulmón verde que es África y, en concreto,  al Congo, donde está radicada la historia.

La bruma verde (Gonzalo Giner, 2020)

Enhorabuena por la publicación de una nueva novela que, además, viene acompañada del Premio Fernando Lara. Imagino que ello supondrá una doble satisfacción.

Por supuesto. Y estoy completamente encantado de que Fernando Delgado como portavoz del jurado me llamara para decírmelo. Este premio, como todo lo que ha pasado en este año, por desgracia, ha sido diferente. El jurado se reunió de manera telemática, me llamó cuando se decidió el ganador… y estoy encantadísimo. Pero también tengo que decir que lo estoy de una manera un poco contenida. Todos vivimos de forma muy directa el drama que pasamos desde marzo hasta ahora, que no acaba de terminar. Me siento un poco raro por el dolor tan grande que ha habido este año. 

Pero se supone que cuando el jurado de un premio como este ha decidido que La bruma verde sea la novela ganadora es porque habrá encontrado en ella muchos alicientes. ¿Cómo lo ve el autor una vez que el libro ya está en la calle para ser leído?

Como todos los libros cuando ves por primera vez la portada, que además creo que está maravillosamente diseñada y pensada. Es espectacular, por el color… y además expresa muy bien el contenido del libro. En La bruma verde estamos hablando de un escenario que es el corazón verde de África, y más en concreto de la República Democrática del Congo, de la cuenca del río Congo, precisando más el sitio, que es donde se mueven casi todas las tramas de esta novela. Y es ese un escenario tan sorprendentemente hermoso como peligroso; una de las zonas más peligrosas de África. En este continente tienes el paraíso y junto a él, los crímenes, una corrupción que uno no puede llegar a imaginar, las mafias del coltán… En fin, un desastre. Pero en ese entorno, en ese contraste de lo hermoso y lo doloroso surge esta historia. Y la protagoniza una joven de 16 años de una aldea perdida en medio de la selva del Congo, que de pronto por razones  de una acción de unos extranjeros que llegan allí y lo destruyen todo, se ve abocada a escapar y a plantearse qué puede hacer, cuando ella solo conoce su aldea y el perímetro de la selva. No sabe nada más del resto del mundo ni de lo que tiene alrededor. A partir de ahí comienza la historia que se ve reflejada bajo su mirada verde. Tiene los ojos verdes, que para ser africana es una particularidad. El color de la selva lo tiene en su propia mirada. 

¿Qué espera del lector en relación con La bruma verde?

Yo vaticino que el lector, por lo que me dicen quienes la han leído o están en ello, cuando conozca a Bineka, que es su nombre, se va a enamorar de ella desde la primera página. Porque desde su inocencia y desde su limitado mundo va a ir apareciendo un personaje grande… y también pequeño. Pero todo eso lo irá viendo el lector. 

La bruma verde (Gonzalo Giner, 2020)

Hay dos personajes muy definidos, como Lola y Colin, y otros dos que se funden en uno solo, precisamente el formado por Bineka y la selva del Congo.

Exacto. La selva es protagonista de la historia. El lector irá descubriendo que ocurren cosas allí como la deforestación masiva. Se están talando árboles a velocidades increíbles. El año pasado hubo compras por parte de empresas mundiales, muchas de ellas chinas, de hectáreas de selva, del tamaño de una provincia española de nivel medio-pequeño. Los protagonistas de la novela son cooperantes que están trabajando y denunciando todo eso. Y esto está ocurriendo en ese corazón verde que es el Congo.

La novela me genera dos sensaciones opuestas, una positiva, por la belleza de la historia, y otra negativa por el malestar que me produce el saber que nos están arrebatando el mundo y esa maravillosa naturaleza que poseemos. ¿Novelas como La bruma verde o iniciativas como la que se llevan a cabo en su trama podrán servir para remover conciencias, o es una batalla complicada de ganar por los ciudadanos de a pie?

Con la novela lo voy a intentar. Mi objetivo es que el lector se conciencie un poco más. Esta novela no es un panfleto de denuncia. No tiene nada que ver con eso. Es una novela de aventura, con intriga, con acción, con giros inesperados, con crímenes, con varias historias de amor… Pero de manera soterrada está esta denuncia de lo que está sucediendo para que la gente se conciencie. Que lo consiga no lo sé, pero lo voy a intentar. Creo que es mi obligación. Por otro lado, este es el origen de esta novela. Pisé África por primera vez hace más de diez años, en una zona pegada al Congo. Ahora, el Congo no se puede visitar. Por lo menos la zona por la que se mueve la novela. Es muy peligrosa. He querido ir pero compañeros que están trabajando allí me han recomendado que no vaya. Pero conocí muy bien la selva. Y cuando uno va allí y recibe tantas sensaciones por parte de la naturaleza y de la gente que vive allí, sientes la necesidad de hacer algo por ellos. Intentar corregir y mejorar algo. Eso lo he ido haciendo de una manera u otra. Pero de pronto descubrí que con un libro también se puede ayudar. Cuando la gente lea la novela se preguntará cómo ayudar a un lugar que está tan lejos. Yo le doy la solución. Es tan sencilla como que cuando uno vaya a comprar un mueble, mire la etiqueta o pregunte la procedencia de la madera, que se asegure que proceda de una empresa que respeta un origen sostenible y que no es producto de una deforestación sin escrúpulos. Y solamente con eso, si lo hiciéramos siempre con un mueble u otro producto más ya se cuidarían mucho de no hacer lo que hacen, porque no venderían. Si solo les compramos a los que hacen las cosas bien, evitaremos en la medida de lo posible que este desastre vaya a más.

Hay dos momentos en los que las palabras son un instrumento demoledor en boca del cooperante Colin cuando se dirige a Lola Freixido: «Cuando África empieza a entrar en tus venas, recibes un poder transformador tan formidable que dejas de mirarte el ombligo para empezar a mirar el de los demás”; el otro es cuando le comenta: “Todo lo que vas a ver, vivir y conocer durante los próximos días puede llegar a cambiarte por completo. Prepárate para el concentrado de sensaciones más potente que posiblemente hayas experimentado en tu vida”.

Así es. Cuando has estado en zonas de África como Uganda, Tanzania… es verdad que te transformas. Son lugares seductores y espectaculares. Dicen que puede ser por su luz distinta, sus atardeceres… el aire parece que entra en tus pulmones de una manera diferente. Eso le sucede a todo el mundo. Te enamoras de tal manera que te transformas. Y encima, como es este caso, o el de algunos cooperantes con los que he estado hablando para poder documentarme para este trabajo,  y te cuentan las cosas que han visto y le han pasado, y me hacían ver ese efecto transformador que tiene África en quienes han estado. Algunos, incluso, se quedan allí para trabajar como cooperantes. Los que vuelven no son las mismas personas. Ese es el efecto que se genera en Colin y Lola y lo que él le avisa cuando ella llega por primera vez al Congo. Ella vive en sus propias carnes lo que África puede hacer por ti y lo que tú puedes hacer por África.

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