6 mujeres 6 supuso el debut de Fernando Repiso como novelista. Las agujas de la noche (Planeta) le presenta como un escritor al que habrá que tener en cuenta. Su thriller ubicado en Sevilla parte de un crimen, pero retrata a la sociedad en la que se cobija… sin tapujos.
Vaya, novela, ¿no?
Risas… Tú dirás…
Muy intensa, con muchas ventanas de la actualidad abiertas, personajes muy fuertes… ¿Le falta algo?
Bueno, la vida es mucho más amplia, y más intensa. Pero por supuesto estamos hablando de una ficción.
Incluso su personaje principal, el inspector de policía Iván de Pablos, de por sí, merece un destacado… Parece como si la novela no pudiera ser la misma sin él…
Sí. La novela lleva poco tiempo en la calle. Fue publicada el pasado miércoles 18. Pero ya en las primeras reacciones de los lectores he recibido muchos elogios. Y no sólo de amigos, sino de anónimos. Y me dicen que el gran elemento de la novela, el gran hallazgo, es Iván de Pablos. Es un personaje muy intenso. Lo definiría poliédrico. Al principio puede invitarte a censurarle su manera de vivir, pero conforme discurre la novela vas cogiéndole cariño. Hasta el punto de llegar a identificarte con él.
¿Quién es Iván de Pablos?
Él vive su libertad. Es un ser libre. Es inspector de policía y tiene que ajustarse a las normas, pero su manera de pensar y de ver las cosas es opuesta a la legalidad vigente. Todo se lo salta a la torera. Entre otras cosas porque ha estado encerrado en el armario durante muchos años. Y ahora piensa, a los 40 años, que es el momento de recuperar el tiempo y hacer todo lo que no había hecho anteriormente. Sin renunciar a su condición de policía. Su vida personal y su vida profesional son independientes una de otra.
¿Y cómo nace y se desarrolla este personaje? ¿Nació tal como lo hemos disfrutado, y sufrido, o ha evolucionado conforme escribías la novela?
Hay dos tipos de escritores: el de brújula y el de mapa. Yo soy de mapa. Pero de mapa hasta el punto de preparar la biografía de los personajes al detalle. Tengo que saber cómo se ganan la vida, cómo es el estilo de vida, el tipo de locales que visitan, qué comen, qué beben, cómo hablan, cómo se relacionan con los demás, qué estudios tienen… Eso lo hago con todos los personajes, y con el principal, con Iván, más todavía. Yo quería que fuera un personaje con muchas caras, próximo a la realidad, pero distinto. De hecho, este tipo de personas existe. Yo conozco a algún que otro Iván.
El escritor parte de un planteamiento de novela. Pero conforme la leemos, los lectores la vamos haciendo nuestra a través de nuestra imaginación. En una trama tan poliédrica como la de Las agujas de la noche puede ser que cada lector se quede con la suya particular. Desde el tema de la homosexualidad, pasando por el consumo de drogas, la violencia machista, las relaciones entre padres e hijos, etc. Incluso la descripción del ambiente gay se aborda de una manera…
¿… políticamente incorrecta?
Correcto, sin paños calientes. Llama mucho la atención, pero me gusta por eso, porque abordas esta cuestión con total naturalidad.
También se toca la actitud de los medios de comunicación en el tratamiento de un conflicto…
Efectivamente. ¿Te quedas de manera especial con alguna de las temáticas que tocas? ¿Cómo está siendo la reacción del lector ante lo que hablamos?
Creo que lo que está gustando de la novela es que no se tocan temas ajenos a nuestra realidad, a nuestro día a día. Están ahí… A ver… Yo parto de un hecho delictivo. Ese es el punto de partida. Una persona aparece muerta en una sauna gay. A partir de ahí empiezo a construir una novela. Después le voy metiendo tramas secundarias. La virtud de la novela negra es que un crimen te ayuda a mostrar el estado de la sociedad. Lees a Vázquez Montalbán y ves la evolución de la sociedad desde la Transición hasta los 80. Esa trama policiaca y de investigación la enriquezco con temas muy candentes. Fíjate que, es un tópico pero muy cierto, la realidad es mucho más compleja que la ficción, y más intensa. Presenté mi novela anterior, 6 mujeres 6, durante la pandemia, en 2020, en septiembre, cuando comenzaba la segunda ola. Y ya tenía esbozada entonces Las agujas de la noche, con casi 380 páginas. He metido ahí la trama de la manada por el tratamiento que sobre este tema suelen ofrecer los medios de comunicación sensacionalistas. El único caso mediático en este sentido era el de Pamplona, y después de lo ocurrido, parece mentira, pero en vez de desaparecer estos sucesos, se han multiplicado. Es algo que no entiendo. En vez de quedar encapsulado, resulta que cada mañana desayunamos con un escándalo de este estilo.
Sevilla es fundamental en la novela. Eso no es casualidad hablando de ti, ¿verdad?
La trama me lo pedía. Sevilla es una ciudad de contrastes. Sevilla se desangra por todo. Todo lo vive de manera intensa, la Semana Santa, la Feria… Es una ciudad muy dramática. Tiene una marca de identidad fortísima. Pero la parte de la noche que toco en la novela, nunca se nombra, no se habla de ella… y existe. Y el personaje de Pilar, que llega de Cataluña, me ha ayudado aún más para destacar ese contraste. Quiero mucho a mi ciudad, la adoro. Con todos sus defectos, que los tiene. Pero también hay que ser crítico.
Has mencionado a la noche sevillana, y al ambiente gay, que toma un gran protagonismo en la novela. Esto lo tocas de una manera descarnada. ¿Entiendes que este enfoque pueda dar lugar a distintos estados de opinión?
Seguro que va a ver distintos puntos de vista. Seguro. Pero eso es inevitable. De hecho tengo amigos activistas que cuando lean la novela me van a decir, “hay que ver la imagen que estás dando del colectivo”. Es ficción. Hay situaciones que las he dramatizado para enganchar al lector, para darle vida a la obra. Creo que esta pregunta no se le haría en los 80 a un escritor. Pero como estamos viviendo en la corrección política, a veces vamos en contra de la creatividad. Soy enemigo de la corrección política. Cien por cien. Es la enemiga de la creatividad.
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.