Con A través de mis pequeños ojos se convirtió en una de las agradables revelaciones del mundo editorial. Las andanzas de Mario, un joven ciego, y su perro guía Cross, le abrieron los corazones de unos lectores que encontraron en su narrativa una nueva fuente de inspiración. Poco después apareció una especie de ensayo bajo el título La vida con un perro es más feliz, para dejar paso posteriormente a Todo saldrá bien (Duomo, 2019). Hablamos de y con Emilio Ortiz, quien ha sabido hacer de la literatura su herramienta para llegar a un público que le sigue desde distintos lugares del mundo.
En la última entrevista que concediste a Gatrópolis anunciaste que la trama de Todo saldrá bien sería distinta a la de A través de mis pequeños ojos, pero que habría algún perro por ahí. Y así ha sido. Aparecen Cross y Jazz.
Me sonaba aquella promesa que te hice y lo estaba pensando hace un rato (risas). Así que te voy a contestar a corazón abierto. Es cierto que dije que mi próxima novela, es decir, esta (Todo saldrá bien) no iba a tratar de perros, pero no he podido evitarlo, evidentemente. Una vez que la historia comenzó a andar con personajes como Mario, que ya venía de atrás con A través de mis pequeños ojos, donde era un personaje de mucho peso, al esquematizar la novela se me hizo muy difícil evitar que surgiera un nuevo personaje perruno como Jazz. A parte que el cambio surgido de lo que yo tenía pensado escribir, por mera espontaneidad, los lectores de mis libros lo han agradecido. Ellos son amantes de los perros y ahora se han sumado los seguidores de la novela negra y policiaca. Por lo que me comentan, en su mayoría están agradecidos de que sigan apareciendo perros. La inspiración a veces conjuga con lo que te piden tus lectores, y yo al escribir me dejo llevar. Si al final salen perros entre los personajes, pues saldrán, y si no deben hacerlo, pues no saldrán.
Tanto Cross como Jazz ya no tienen un papel tan destacado en Todo saldrá bien como en A través de mis pequeños ojos. Ahora son más testigos de lo que les suceden a Mario y compañía.
Sí, la verdad es que ellos dan su propio punto de vista sobre la situación política del país. Lo hacen como perros que son; tan básica pero tan noble a la vez. Dentro de la situación particular de cada uno, Cross es mayor que Jazz. Es un perro de once años, ya jubilado, mientras que Jazz tiene solo meses y viene con más fuerza, con más empuje. Y Cross ya viene de vuelta de todo. Es más tolerante con los seres humanos.
¿Los problemas se llevan mejor con sentido del humor? Te lo pregunto porque en tus novelas siempre está ahí aun cuando la situación no es buena.
Es que no sé escribir de otra manera. Escribir es la mejor manera de respetar temas serios, complejos y profundos. Y eso se hace no riéndote de ellos, pero hacer humor con ellos es hacerles un homenaje a esos temas, y quitarles hierro. Eso no quiere decir que yo quiera reírme de ciertos temas. Es una manera más sencilla de que podamos digerir la existencia. No sé escribir sin sentido del humor. Hay muchísimas páginas de mis libros que no están impregnadas de ese humor porque en ese momento no toca. El ritmo de mis novelas está caracterizado por ese sentido del humor, pero no porque yo quiera hacerlo así, sino porque no sé escribir de otra forma. Es una manera rendir ese homenaje a cosas muy duras como la misma discapacidad. Tengo patente de corso para reírme de esas dificultades porque tengo una discapacidad, y siempre desde el respeto, el humor es una manera de visibilizarnos ante una sociedad que a veces no nos toma en serio.
Conciencia sociopolítica
El título de tu segunda novela (Todo saldrá bien) invita al optimismo. Conociéndote algo desde mi papel de lector, me da la impresión de no ser un título casual, sino más bien meditado.
Eso parece, que ha sido meditado, pero no es así. Es un título muy potente. Modestia aparte, uno pienso que no puede ser más potente (risas). Al decir todo saldrá bien lo estás diciendo todo. Pero el título tiene que ver mucho con la metodología de escribir que usa uno mismo. Hay autores que escriben desde el final. Esto es una técnica conocida. Tiene que ver con el grueso de la novela. Trata distintos temas, tanto políticos como sociales, y viene a decir que por mucho que se tuerzan las cosas, ya no solo con la trama principal de la empresa de Mario que va en declive, o con la vida de cada personaje, sino con ese momento histórico en el que está ubicada la novela, en la crisis económica, todo saldrá bien porque no puede salir de otra manera. Hay que mirar de frente a esos problemas y, sobre todo, a esas dificultades que tiene la mayoría de los personajes. Esa fue la guía que seguí para construir el argumento.
Además de la propia trama, lanzas en Todo saldrá bien varios mensajes reivindicativos relacionados con muchos de los problemas que vive la sociedad. Pero todo ello con una sutileza digna de ser destacada, sin acritud y con buen talante. ¿Estás de acuerdo conmigo?
Bueno esa denuncia de las cosas las hago a veces con sutileza pero también de manera descarada. Depende, no de cómo me pille el cuerpo, sino de cómo sea sea realidad y cómo quiera mostrarla. La novela toca temas de índole política que nos han tenido ocultos a los ciudadanos. Solo siendo un ciudadano corriente como yo se puede acceder a una perspectiva de treinta o cuarenta años. Hablo de la masonería o de cómo se ha estigmatizado a muchísimas organizaciones o colectivos en este país, con los cuales no tengo nada que ver. Pero he querido hacer un poco de justicia histórica con ellos en el libro. O cómo determinados partidos políticos debían haber estado velando por nuestros intereses, los de las personas trabajadoras y el ciudadano común, y no lo han hecho, y han estado más inmersos en las cloacas. Pero, sin embargo, dentro de esas organizaciones, que incluso no son tan sociales, puede haber individuos, como algunos personajes de mi novela, que han sido idealistas y, también, ideales. Ha sido gente honrada y honesta que ha luchado por sus ideas y por mejorar el mundo. Y Todo saldrá bien trata estos temas, a veces con descaro y a veces con sutileza, pero cogiendo un poco de todas las ideologías, aunque de algunas no haya nada bueno que coger. Eso es algo que me sale solo: la crítica social y política. La literatura es una de las armas más revolucionarias y también más silenciosas que puede tener una persona, en este caso un escritor, para transformar el mundo.
El mundo de la discapacidad
La fuerza de la literatura es poder llegar con uno o varios mensajes a un público al que de otra manera no se podría acceder, ¿verdad?
Los escritores tenemos que generar conciencia. Nos dedicamos al mundo del pensamiento, de la cultura… No debemos enseñar a nadie, sino generar conciencia en sus pensamientos.
Además de los perros guía, Cross y Jazz, tanto en A través de mis pequeños ojos como en Todo saldrá bien, hay tres personajes que viven personalmente el mundo de la discapacidad: Mario (un joven ciego), Mila (una mujer con discapacidad física que se desplaza en una silla de ruedas) y Juanma (un chico hipoacúsico). ¿Cómo defines a estos personajes a los que, además, has sabido darles un trato de total normalidad en tus novelas?
Son tres personajes que hacen de su discapacidad su propia bandera. Su discapacidad es su propia fortaleza. No son solo tres trabajadores sino también personas que están muy dotadas en sus respectivas especialidades. Por ejemplo, una persona sorda como Juan María, en una novela policiaca como Todo saldrá bien es ayudante de un detective, y es capaz de captar una conversación a 50 metros de distancia leyendo los labios de su investigado. O Milagros, que es una persona hemipléjica con unos conocimientos inmensos de informática y le da mucho juego a la trama. He querido dejar claro que una persona con una discapacidad puede llegar a ser “normal” en su trabajo, pero aparte de eso puede ser también “extraordinaria”, porque su propia discapacidad le ha hecho ser en la vida sensible a determinadas cosas.
Tu incursión en el ámbito literario te ha ayudado a conocer a tanta gente que en otras circunstancias hubiera sido imposible. ¿Te está sorprendiendo esta reacción del público?
Me sigo sorprendiendo constantemente, claro que sí. No recuerdo ya en cuántos países estoy publicando ni en cuántos idiomas. Espero que pase mucho tiempo y los lectores me sigan sorprendiendo con las cosas que me dicen. Hace poco estuve en la Feria Internacional del Libro de Bogotá… y claro que estoy conociendo a mucha gente excepcional, que ha sido y sigue siendo muy admirada por mí, que ahora es compañera, y otra gente con la que mantengo contacto y que es fundamental para mí: mis lectores. Que vivan de esta manera mi trabajo es muy bonito. He escuchado cosas muy agradables, en sitios como México o Colombia. Y pensar que uno es tan querido en sitios tan lejanos, o cuando me dicen que mis libros les han cambiado la vida porque han empezado a conocer mejor el mundo de la discapacidad o porque han trabajado con los perros, o que mis libros les han hecho llorar o reír, me da mucha fuerza. Todo eso es muy importante para un escritor. Ante todo está el cariño de los lectores. Me enseñan tantas cosas… Fíjate si es mágica la literatura que mis lectores me han enseñado cosas de mis libros que no sabía yo. El contacto con ellos es lo que más me llena.