La fe de una desconsolada madre y la fuerza mental de una policía que vive el peor momento de su vida. Dos personas que no se conocen y en un momento dado coinciden en tiempo y espacio. El susurro del ángel (Plaza & Janés) es una emotiva e intensa novela escrita por David Olivas. Tras el éxito de El vuelo de la mariposa, el joven autor albaceteño nos regala esta historia donde la bondad y el amor se ven las caras ante la maldad y la mezquindad del ser humano. Un thriller que nace con la desaparición en Calella de Palafrugel del niño Biel. Será una noche de San Juan inolvidable para este pueblo de la Costa Brava… y para la familia del pequeño.

Eres fotógrafo y escritor. Son disciplinas distintas que también pueden ayudar a contar historias, ¿verdad?
Claro. Lo que hago con la fotografía también es contar historias. Es algo que es mucho más directo. En el libro puedo tener bastante más espacio, con más elementos que te ayudan a tocar esas emociones. Estoy muy cómodo en estos dos mundos. Para mí van unidos. No entendería la fotografía sin escribir, igual que no entendería escribir sin trasladarme a los lugares sobre los que escribo.
¿Te influye eso a la hora de escribir?
Siempre. Los lugares en los que sucede la historia que cuento en la novela son lugares que o he visto y me han marcado, o he estado allí y necesito volver. Entonces es cuando me traslado a escribir parte de la historia. Me ayuda mucho a que la novela sea real. A que cuando la leas en el sofá de tu casa en Sevilla puedas trasladarte a ese lugar de la Costa Brava porque la narración, parte de ella, ha ocurrido allí y me he empapado de todo. Necesito saber cómo son las calles, a qué huelen, cómo es el pueblo, cómo es el amanecer… porque me ayuda a que todo el libro sea más real.
El susurro del ángel lo empezaste a escribir en Madrid, lo continuaste en Albacete y lo acabaste en el pueblo donde se desarrolla la trama, en Calella de Palafrugel. ¿Tenías premeditado que esta localidad iba a ser el escenario de la novela?
Sí. Que el final lo iba a escribir allí no lo tenía pensado. Fue más a posteriori, cuando sentí que el final era tan potente o tenía una fuerza sentimental tan grande que me iba a beneficiar mucho estar en el lugar donde ocurrió todo. Y sentía que era el sitio donde tenía que terminar la historia. Estuve allí en la noche de San Juan del año pasado y fue cuando nació la novela. Fue cuando dije “aquí tiene que ocurrir lo que yo voy a escribir”.
No es casualidad, pues, que la novela esté radicada en Calella…
No. Imagínate que el libro se ha dado a conocer ya en el pueblo. Hicimos la promo allí. Escribí la novela allí solo. En verano, aquel pueblo pequeño, costero, se llena de turistas. Y está la que lleva la tienda de souvenirs, el quiosco, la heladería… Es fuerte leer un libro que se desarrolla donde ellos hacen su vida. Lo mismo ocurrió en Cudillero con El vuelo de la mariposa. Y la gente se va con el libro haciendo la ruta y coincide con el alcalde, con el que me llevo magníficamente bien, y me dice, “David, no te haces una idea de la de gente que viene con tu libro haciendo la ruta”. Están pensando en hacer una ruta de El vuelo de la mariposa. Una de las cosas que más me gustan es que cada lugar de la novela existe en la realidad. Me resulta muy difícil escribir de un sitio donde no he estado o no conozco.
De hecho, en El susurro del ángel haces un guiño a Cudillero, y por tanto a El vuelo de la mariposa, ya que lo relacionas con uno de los personajes.
Sí. Hay pequeños detalles para la gente que leyó El vuelo de la mariposa. De repente, lees el nombre de Cudillero. Y te acuerdas. Son pequeños guiños que me gusta compartir con los lectores. Y ellos lo agradecen.

Has escrito una novela que homenajea a la amistad, al amor, al compañerismo, pero la maldad…
Sí. Es enorme. Ocurre un suceso terrible. Dicen que El susurro del ángel es un thriller. Y en realidad llevan razón porque hay una investigación, una búsqueda. Pero realmente es una novela sobre el amor de una madre por su hijo. Incluso el amor de una familia entera, entre abuelos, padres, hermanos… La gente del pueblo conoce al niño que desaparece. Quería hacer una novela real. Sobre todo que te toque el corazón. No solo por lo que le ocurre a ese niño, sino por los sentimientos tan grandes que guardan estas personas.
Alguien podría decir, «¡qué manera de sufrir!«, pero en la novela se toca también la maldad del ser humano, en contraposición con esas cualidades a las que me he referido en la pregunta anterior. La maldad existe en el mundo y está en muchas personas.
Claro. Yo, además, tristemente me tuve que fijar en casos reales de este país; casos que han ocurrido y que todos tenemos presentes. ¿Cómo es el dolor de una madre cuando pierde a un hijo, o no sabe dónde está? Es tan grande que es complicado ponerse en su lugar. Por mucho que me empapase de crónicas, documentales, entrevistas… Los padres de Marta del Castillo eran las personas a las que tenía en mente en todo momento. Isabel es Eva Casanueva. Porque es la madre que se me quedó grabada en mi mente cuando yo era joven, más pequeño. Tengo 25 años y el de Marta del Castillo es el caso con el que realmente vi que hay gente mala. Y fue esa imagen de esos padres, de esa madre, la que siempre he tenido en mi mente. Parte de esta novela es Isabel, la madre de Biel. Y ha sido así sin querer, porque en mi cabeza estaba Eva Casanueva. No me podía acercar al dolor porque es imposible ponerse en la piel de esa madre, pero sí al amor que puede sentir una madre por su hijo. Y era un poco lo que quería contar en esta novela.
La localidad donde se desarrolla la historia queda marcada por aquel suceso del pequeño Biel, al igual que Sevilla con el caso Marta del Castillo.
Su caso fue con el que crecí y entendí que hay gente mala fuera que hace daño. Y en este país fue algo de conmoción absoluta. Y se me quedó tan grabado que siempre lo he tenido por ahí, rondando en mi cabeza. Veía, no que hay una novela en la historia de los padres de Marta, que evidentemente la hay, sino a ellos cuando la prensa no está, cómo son cuando cierran la puerta y las luces se apagan, y siguen en silencio en sus casas. Al final la portada del libro es una madre mirando al mar preguntándose dónde está su hijo. Quería contar la historia de cómo esos padres se quedan en silencio en una casa en la que ya no está su hijo. Eso es durísimo. Mi mayor temor era no saber si lo iba a hacer bien. Sentía mucha responsabilidad y mucho vértigo. Estamos hablando de gente a la que le ha pasado algo muy difícil de llevar; algo terrible. Tienes que acercarte con respeto, cuidado y con la intención de contar la historia para que los lectores hagan un viaje emocional con los personajes. No caer en el sensacionalismo, ni en los tópicos.
El susurro del ángel tiene un primer protagonista, el pequeño Biel. Pero la novela se bifurca, y en un momento dado nos encontramos en medio de dos caminos, el que ha ido recorriendo su desconsolada madre, Isabel, y el de la policía Eva Ayala. En un momento dado, se cruzan ambos y nos encontramos con una nueva historia dentro de la original.
Sí, porque este libro no habla de cómo desaparece un niño. Sino de cómo una madre busca a su hijo. Y en la historia aparece Eva. En la primera parte de la novela se cuenta cómo desaparece el niño, pero en la segunda aparece, tres años después, en Madrid, una inspectora de policía que está de baja por depresión. La gente puede creer que es otra novela completamente distinta, porque Eva es otro personaje que no había aparecido antes. Ella es la protagonista de la historia. Cuando ve la televisión y oye el grito de ayuda de Isabel para saber qué pasó con su hijo y pide que su caso no se olvide, conecta con ella, con esa madre, porque ella también es madre. Se ve reflejada en Isabel y decide ayudarle.
Para ti, la familia, tras leer tu obra, se ve que es fundamental en tu vida.
Sí. Lo es. El vuelo de la mariposa la escribí por mis abuelos. Y El susurro del ángel la he escrito por mi madre. Esta novela nace por una llamada que me hace ella en la que me dice “como yo no te va a querer nadie”. Y en realidad lleva razón. Por más gente que pase por mi vida, como mi madre no me va a querer nadie. Yo quería hacer una novela que hablase del amor de una madre por su hijo. Es muy grande, pero también quería decirle a mi madre que el amor de un hijo por su madre también lo es.
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.