A través de la mirada de una joven y de la experiencia vital de una princesa, Infierno en el paraíso (Editorial Planeta), la última novela de Clara Sánchez, nos acerca al mundo de esas mujeres que viven condicionadas por un destino ya escrito.
Infierno en el paraíso es el título de la última novela escrita y publicada, cuyo título juega muy bien con la contradicción que narras en la misma, ¿verdad?
Sí. Es el contraste de lo que sucede en la vida en general. Detrás de algo paradisíaco, deseable, apetecible, se puede esconder un mundo oscuro. Nada es lo que parece. Digamos que es de lo que habla la novela. Y que ninguno somos lo que parecemos.
La trama comienza con una joven llamada Sonia que encuentra un empleo y que de buenas a primeras se ve inmersa en una situación llamativa e inesperada, donde el lujo y el dinero esconden muchos defectos. Como dices, nada es lo que parece. ¿Qué resorte salta en tu interior para crear una historia como esta?
Yo venía dándole vueltas a Marbella desde hace ya mucho tiempo. Me parece un escenario increíble. Cuando no están los árabes están los rusos…; es como un foco que atrae mucho al dinero, a la corruptela… Tiene algo, como un imán para todo esto. Pero principalmente me interesaba ese mundo de contrastes que suponía la llegada de la familia real saudí y de los jeques a la Marbella de los años dorados. Me parecía impresionante. Era como meter un cuento de Las mil y una noches en la playa. Lo que me gustaba ver era la cara B de ese cuento y de esas mujeres que venían, de todo ese mundo del lujo, de glamour, de derroche que suponía esta llegada de los jeques. Era lo que más me atraía, pero al mismo tiempo me interesaban esas princesas que en el mundo real intentan escaparse o lo han logrado ya de las redes de sus dueños, como es el caso de Latifa (una hija del emir de Dubái), cuyo vídeo hemos visto todos. Narra cómo ha arriesgado la vida para fugarse. Digamos que esos hechos reales me permitían crear una intriga policiaca, pero al mismo tiempo hablar de la impunidad, del amor, del dinero, del poder que este tiene y de su falta de ética.
¿Cómo se desarrolla el proceso creativo?
Pues a través de una trama casi policiaca yo podía hablar de los deseos, del amor, de la pérdida, porque algunos personajes arrastran una pérdida de seres queridos. Me permitía hablar de la libertad y de la capacidad o no de decidir de las personas.
Amina, el personaje de la princesa, es una chica absolutamente dependiente, pero que al llegar a Marbella con la familia empieza a experimentar deseos y necesidades que hasta entonces no se le habían pasado por la cabeza. Y al mismo tiempo, Sonia, la narradora de la novela, que llega allí por casualidad porque le han pedido que acuda a sustituir como camarera del Beach Club a una amiga suya, conoce a la familia real, intima con Amina, que tiene 17 años, y a través de esta proximidad con ella se mete en la boca del lobo. Se introduce en un entramado que ella no se imaginaba y que pone en riesgo su vida. Cuando termina esa aventura lo que dice es: “yo no era consciente que desde antes de todo esto dentro de mí había una pequeña Amina”. Es decir, Sonia no había sido consciente de que boicoteaba su propia libertad.
El dinero deslumbra a Sonia cuando entra en aquel mundo de abundancias…
Claro. La invitan a dar clases en el palacio real. Se lo piensa mucho. Pero, claro, la fuerza del dinero y sus propias necesidades la animan a meterse ahí. Como hemos hecho todo, toda la sociedad, con esta gente. Digamos que hemos cerrado los ojos a ciertas cosas por ese poder del dinero.
Hablamos de mujeres que no tienen capacidad para elegir. Están supeditadas a unos hombres que imponen sus leyes.
Estas mujeres no tienen derecho a nada. Ni a lo más elemental. Ni a abrir una cuenta en el banco. Las mujeres occidentales hemos conquistado parcelas. Pero, todavía, nosotras mismas nos boicoteamos. No somos plenamente conscientes de todas nuestras posibilidades. Por eso dice Sonia aquello de que no sabía que dentro de ella había una pequeña Amina.
En unas declaraciones realizadas has dicho que has llegado a sentir miedo cuando escribías Infierno en el paraíso. ¿Por qué?
Yo entré en el palacio de la mano de Sonia (risas). Ella es la narradora y allí empieza a percibir muchas cosas. Sobre todo el engaño. Permanece allí engañada. A través de ese engaño empieza a sentir una presión, un encarcelamiento y un terror de no poder salir de esa situación que a mí me daba miedo, personalmente. Me preguntaba qué haría yo si estuviera en su situación.
¿A qué personaje de la novela consideras la piedra angular de la misma?
A Sonia. Su encuentro con Amina le sirve para despertarla. Sonia es con la que me siento más compatible.
Eres una novelista ganadora del Premio Nadal, en 2010 por Lo que esconde tu nombre. Se trata, éste, de un certamen cuyo palmarés inauguró, precisamente, otra mujer, Carmen Laforet, en 1944 por Nada, donde su protagonista es otra joven, llamada Andrea, que se traslada a Barcelona en busca de su propia realización como persona, en una sociedad también muy dura para las mujeres.
Claro. La protagonista de Nada vivió en los años 40. Digamos que una mujer como la de aquella novela está más normalizada. Entonces era algo extraordinario. Pero seguimos teniendo una dependencia emocional y sentimental que aún tenemos que evitar. Tenemos que quitarnos más presión social. Sufrimos muchas presiones, desde la maternidad hasta por qué no estoy cuidando a mis padres. Cosas que no se plantean los hombres.
¿Qué sientes después de tu larga y reconocida trayectoria como novelista cuando terminas una obra y la ves publicada, al alcance de los lectores?
Mucho vértigo. Ya la has terminado, va a salir al mundo y no sabes lo que va a pasar. Es como un niño recién nacido. Siempre estás tratando de retocar las últimas cosas. Piensas que la puedes mejorar. Pero hay un momento en que hay que terminarla y ya no puedes hacer nada con ella. Sí produce vértigo. Sí, sí. Al fin y al cabo es un trabajo en el que has invertido mucho tiempo, en el que has puesto muchas ilusiones, en el que has dejado mucho de ti, y luego se pone en manos del destino.
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.