'Ayanta Barilli: «Una mujer y dos gatos es la crónica de una mujer que soy yo que se encuentra en una pandemia personal y en una mundial»'

El personaje de su última novela, Una mujer y dos gatos (Editorial Planeta), afronta la dura etapa del confinamiento sola y tras haber sufrido unos problemas personales que acentúan todavía más su crítica situación. Ayanta Barilli es la protagonista de una obra sincera, ágil, real, donde los sentimientos y las emociones impregnan al relato de una gran humanidad.

Ayanta Barilli: "Una mujer y dos gatos es la crónica de una mujer que soy yo que se encuentra en una pandemia personal y en una mundial"
Fotografía de Patandi

Una mujer y dos gatos es el relato autobiográfico de la experiencia padecida durante el confinamiento al que nos llevó la pandemia de la Covid-19. Una mujer afronta en soledad una dura situación universal. Para colmo todo ello coincide en el tiempo con problemas personales.

Bueno. Una mujer y dos gatos es la crónica de una mujer que soy yo, porque efectivamente es un libro absolutamente autobiográfico, que se encuentra en una, digamos, pandemia personal y una pandemia mundial. Coinciden ambas. Cuando comienza el confinamiento esta mujer se acaba de divorciar, sus hijos se han ido de casa, se ha quedado con dos gatos… Pero esta no es una novela sobre el síndrome del nido vacío, ni sobre dos mascotas (detesto la palabra mascota. Los gatos vienen a significar un sentimiento de desobediencia, de rebeldía, de unas ganas de volver a reconstruir la propia vida en un momento en el que se está destruyendo todo alrededor). Es una mujer que nada contracorriente y que a lo largo de esos meses en los que se van desarrollando todo este confinamiento y esta pandemia va conociendo aspectos de su carácter que desconocía. Y es verdad que a veces las circunstancias diversas hacen que de pronto nos veamos también como personas diferentes. Esta mujer descubre de pronto que es una desobediente y una mentirosa, también.

Al fin y al cabo, ambos son dos defectos comunes en el ser humano…

No creo que sean defectos, de manera necesaria. Quiero decir que la desobediencia y la mentira dependen del momento en que aparezcan. Hay momentos en la vida en los que no queda otra opción. Es una tabla de salvación. Y creo que ese era mi momento.

Habitualmente caemos en el deseo de saber si una obra es autobiográfica, hasta qué punto el artista está reflejado en su creación. Una mujer y dos gatos, efectivamente, es una novela autobiografía 100%. 

Sí. Una mujer y dos gatos es completamente autobiográfica. Se ha vendido en la editorial Planeta como autoficción, pero realmente, aunque hay algunos pasajes que sean difíciles de creer y alguien puede pensar que me los he inventado, no es así. Es tal cual. Lo que pasa es que el hecho literario, afortunadamente, porque ese es el trabajo de un escritor, consiste en dar un punto de vista, relatar las cosas bajo tu propia luz. Y eso puede ser una ficción en el sentido en que nadie ve lo mismo. Pero pertenece a un trocito de mi vida.

¿Has sentido pudor a la hora de escribir sobre ti?

No tengo ningún pudor. Pienso que el escritor no tiene que tenerlo. Al menos, yo como escritora no tengo pudores. Los escritores trabajamos con las emociones, con la verdad… Podemos trasladar esas emociones a una ficción y decir que todo aquello ocurrió en el siglo XVI y que he montado a caballo. Muy bien. Pero la realidad es que al final estamos escribiendo sobre vivencias propias que conocemos y que tenemos la habilidad de convertir en otras historias. También está la posibilidad de contarlo a tumba abierta de un modo autobiográfico, como es el caso. Dependiendo de la historia que uno quiera abordar y de la apetencia personal del escritor a veces uno utiliza la ficción, otro la autoficción, o directamente las memorias, la biografía, el diario… los diversos géneros que hay. Pero un escritor, un poeta, incluso cualquier artista en cualquier arte, si no está dispuesto a ponerse en juego, difícilmente va a transmitir bien.

En este sentido, entre otras cosas, hablas de tu madre y de su prematura pérdida. Hay sucesos en la vida cuyas heridas nunca cicatrizan, ¿verdad?

En los momentos en los que hay una crisis siempre tendemos a mirar hacia delante para buscar respuestas y soluciones. Y también miramos hacia atrás. Y en esta novela hay momentos en los que hago un viaje interior. Esto significa mirar también hacia atrás e intentar entender el pasado, las cosas que han sucedido, para, también, una vez más conocerse a sí mismo. Si no conoces también a las personas que te han criado, que han estado antes que tú, difícil será que sepas de dónde vienes. Es decir, saber de dónde vienes para saber hacia dónde vas. En ese sentido es un recorrido de ida y vuelta que, en efecto, hago en Una mujer y dos gatos.

Ayanta Barilli: "Una mujer y dos gatos es la crónica de una mujer que soy yo que se encuentra en una pandemia personal y en una mundial"
Fotografía de Patandi

Hablas de sentimientos, de malos momentos, críticos, pero le das a la novela un toque de humor, de ironía. Sin este espíritu positivo es difícil salir adelante, ¿piensas igual?

Creo que todos estamos metidos en este oleaje en el que el drama se alterna con la comedia. Al final el género perfecto de la vida de cualquiera es una tragicomedia. Estamos continuamente zarandeados por el humor y por el desastre. Y en esta circunstancia concreta, todavía más. Hemos vivido cosas muy duras. Y al mismo tiempo han sido completamente surrealistas. No quería perder la ocasión de que este libro también fuera una crónica del asombro que me han producido algunas de las medidas que se han planteado, algunas decisiones paternalistas de los políticos y tantas cosas a las que nos hemos visto obligados a hacer que realmente resultaban sospechosamente absurdas. Hemos soportado una actitud paternalista, humillante en el tono en el que nos han explicado las cosas. Nunca he tenido un buen concepto de la clase política. Creo que es mucho más importante abandonar las ideologías desde el punto de vista individual y personal y abrazar las ideas. Hay una responsabilidad en un daño psicológico que ahora cada uno tiene que abordar como buenamente pueda. Y en la vida nunca hay que perder el sentido crítico. Incluso a riesgo de equivocarse. Y digo todo esto sin faltarle el respeto a nadie, por supuesto, y sin negar nada de lo que ha ocurrido. Hay que mantenerse alerta, sin tragarnos todo como si nos estuvieran dando un potito.

Has escrito en la novela: «El confinamiento es un tiempo arrebatado a la vida«.

Lo es. Claro.  Pero no sólo el confinamiento, si todo este año. En mi caso, y en tantísimos casos, la imposibilidad y la dificultad de estar con nuestros mayores. He estado un año sin ver a mi padre. Cuando el tiempo de la vida se va achicando, porque con pandemia o sin pandemia, nos vamos a morir todos. Realmente he sentido como algo muy triste no poder estar con él.

Es curioso que has usado títulos de películas para enunciar algunos capítulos.

De películas, de libros… Están muy presentes el cine, la literatura, la poesía, la música… Hay toda una banda sonora que acompaña a Una mujer y dos gatos. Mi cabeza está poblada por ese alimento. A lo largo de todo el proceso literario, que fue muy curioso porque fue algo experimental, porque esta novela se me cruzó cuando estaba escribiendo otra y acabé esta novela por la mañana y la otra por la tarde, que es la que sigo escribiendo a día de hoy, porque es más voluminosa, en mi cabeza zumbaba un montón de referencias que siempre han sido una compañía y un consuelo. No hay nada que me consuele más que el arte.

Efectivamente. Porque quienes sois capaces de transmitir sentimientos a través del arte podríais ser unos privilegiados, por decirlo de alguna manera; es algo que no está al alcance de mucha gente.

Es un don, indudablemente. No sé si somos unos privilegiados. Es un don. Pero es un don también maravilloso el que lo recibe. El lector o el periodista que de pronto conecta contigo y entra en esa misma sintonía. Adoro eso. Porque de pronto encuentras a unos hermanos a los que no conoces. A unos hermanos de corazón. Y eso me anima mucho a escribir, a generar una constelación en la que nos entendemos a través de unas páginas.

Cuando la obra pasa a dominio público escapa un poco del creador y cada lector la entiende y la vive de manera personal y diferente.

Claro. Eso es fabuloso. Que en el último año y medio en el que ha habido tantas dificultades para relacionarse de manera normal, de pronto, puedas tener en la mano un libro, es casi una experiencia espiritual. Y hasta paranormal… (risas). Es fundamental porque tiene que ver con el mundo de los afectos. Escribo siempre con mucho cariño, con mucho amor.

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