El asesinato de Patrick O’Conelly (Algaida Editores) es el nuevo homenaje que el escritor Andrés González-Barba le rinde a la literatura británica, y en particular a la novela policíaca clásica. En esta obra se centra en el suceso poco conocido de la desaparición voluntaria de Agatha Christie. La escritora decidió recluirse unos días en el balneario de la localidad inglesa de Harrogate. Éste se convierte en el escenario de una serie de asesinatos, a los que la escritora tratará de dar respuesta a partir de su incipiente experiencia como novelista.
Vuelves a Inglaterra con El asesinato de Patrick O’Conelly, ¿qué tiene este país que te atrae tanto su literatura?
Yo no lo entiendo muy bien. Siempre digo de broma que en otra vida habré tenido alguna vinculación con Inglaterra. Pero es algo que me ha fascinado mucho. No quiere decir que los autores de aquí no me gusten, pero esto ha coincidido con una especie de cierre de una trilogía de autores ingleses. Empezó con Conan Doyle, siguió con Stevenson, y ahora Agatha Christie. Son tres grandes escritores, cada uno de ellos me ha gustado mucho siempre. En el caso de Agatha Christie no había leído tanto de ella como de los otros dos. Londres aquí sale de refilón, la noche en la que ella se va, y es un escenario muy literario. Lo hemos leído en tantas novelas y lo hemos visto en tantas películas, que a mí me influye mucho.
Creas la historia a partir de un suceso real, y poco conocido por muchos, como es la desaparición de Agatha Christie, ¿por qué has tomado esta trama como punto central para tu novela?
A mí me han interesado dos momentos de su vida. Este justo cuando ella desapareció, y otro en el que ella ya es una escritora consagrada, viaja a Egipto, a Mesopotamia… Pero este momento me pareció muy singular porque me resultó un punto muy oscuro de su biografía. Siempre tenemos la imagen de ella de escritora de gran éxito, pero me sedujo ese momento en el que muestra tanta debilidad. Investigando sobre esto leí que ella nunca había hablado sobre ese suceso con nadie. En su autobiografía no lo menciona en ninguna sola línea. En alguna entrevista le preguntaron, pero ella jamás dijo nada. Vi que detrás de todo esto había una buena historia. Obviamente, aparte de los hechos reales, puse mucho de mi imaginación. Los grandes fans de Agatha Christie sí lo conocían, pero muchos lectores ni siquiera conocían ese momento, y creo que les ha sorprendido en ese sentido la novela.
Comentabas que no conocías tanto sobre Agatha Christie. Durante el proceso de documentación, ¿que has descubierto sobre ella que te haya sorprendido?
Había leído lo típico, El asesinato en el Orient Express, Diez negritos… las novelas más fundamentales. Pero a partir de ahí me introduje en su universo y descubrí cosas curiosísimas. Por ejemplo, que ella había utilizado el pseudónimo de Mary Westmacott para escribir novelas de tipo romántico. En una de ellas, medio novela lo que a ella le sucedió cuando se marchó de su casa. Descubrí también que durante la Primera Guerra Mundial había sido voluntaria en el hospital de su pueblo, y había atendido a los refugiados belgas. Fue ahí donde se inspiró para la figura de Hercule Poirot. También conocí curiosidades de cuando se fue de viaje con su marido, y a partir de ahí fueron a Hawai, hizo surf… Lo que narro en la novela de que estuvo a punto de ahogarse por una ola, es real. Conducía su propio coche. Me sorprendió gratamente también, que era una mujer, que a pesar de que su marido tenía una cierta posición económica, ella luchó por su independencia. En esa época, los años 20, no era nada fácil algo así. Una mujer, que a través de sus libros, quisiera tener su independencia y su estatus, me sorprendió mucho para bien. Habla de una persona inquieta, adelantada a su tiempo… Una pionera.
He encontrado cierta similitud, entre la figura de Agatha Christie y la de Conan Doyle, en el sentido de que se conocen más a sus personajes que a ellos mismos como autores. En Conan Doyle siempre ha sido más evidente porque se ha focalizado en un único personaje (Sherlock Holmes), pero habrá gente que no conozca que tras personajes como Hercule Poirot, Miss Marple, o novelas como El asesinato en el Oriente Express, tan leídas y tan adaptadas, está la mente de Christie, ¿no?
Agatha Christie en vida no era muy buena para promocionar sus libros. Era partidaria de que ellos hablaran por ella. En ese sentido es lo que comentas, creó unos personajes tan icónicos, que han sido y son tan importantes dentro de la cultura popular, que como en el caso de Conan Doyle tienen más importancia que el propio autor. Creo que eso es inevitable. Cuando creas un personaje tan potente como Hercule Poirot, llega un momento en el que esa popularidad te gana muchísimo. Si te pasa tiene que ser como un arma de doble filo, porque todo el mundo te alaba como creador de esas grandes historias de misterio, pero por otra parte te exige que si sacas una historia de detectives tipo Sherlock Holmes, luego te obligan a escribir más y más sobre eso. En ese sentido, pienso que ella también se sintió presionada. Aunque creó a otros detectives que no fueron tan populares, con los que también le fue muy bien. No le ocurrió lo que a Conan Doyle que tuvo que matar a su personaje. Creo que ella en ese sentido sí lo llevó un poquito mejor.
Algo que destaca mucho en tus novelas es la humanidad que les das a los personajes. Dejas a un lado la parte del personaje conocido, del escritor de éxito, para centrarte más en cómo pensaba, en qué sentía…
Aquí me interesaba mucho, porque si no hubiera sido como una especie de biografía, resaltando solo lo bueno. A mí me interesaba, como has comentado, mostrar todo el lado humano de ella. Lo bueno, lo malo, sus debilidades, sus puntos oscuros… Por ejemplo, en la fase en la que ella se siente culpable porque la madre estaba moribunda, pero como ella por otra parte estaba teniendo tanto éxito no tenía tiempo suficiente para cuidarla. Eso me interesaba mucho. O el sentimiento de culpabilidad que sentía con su hija, porque pensaba que no la había cuidado tanto. Yo que soy padre, en ese sentido me identifico con ella. Muchas veces ves que no tienes el tiempo suficiente para dedicarles a ellos, y tienes que sacrificar muchas cosas. Me interesaba retratar ese lado más oscuro, y a la simple autora que tuvo tantísimo éxito. Entre lo que leí y lo que pude aportar de cosecha propia, creo que se ha dado una imagen, a lo mejor no exactamente como ella era, pero sí bastante aproximada.
En el caso de Agatha encontramos a una escritora con las dudas de los comienzos, indecisa, con recelos, temores… Que contrasta con la imagen que se tiene a día de hoy de ella de escritora fuerte.
Como ella estaba casada con una persona que tenía un buen empleo, al principio pensaba que lo más importante era su familia. Estar bien en su matrimonio, cuidar de su hija… Ella veía la escritura como algo complementario, pero tuvo tanto éxito a raíz de novelas como El asesinato de Roger Ackroyd, que fue un éxito que a ella le desbordó. Cambió el chip, y creyó más que podía ser una autora. Veía que el público le idolatraba en Inglaterra, en Estados Unidos… Creo que ese complejo inicial de autora/ama de casa desapareció. Se dio cuenta que era una persona muy valiosa, y empezó a desarrollar su pasión por la arqueología, por Egipto, sus grandes viajes por Oriente Medio… El primer contrato literario que tuvo con su primera agencia era leonino. Era una novela al año y cobraba poquísimo. En la etapa de Roger Ackroyd cambió su contrato literario, y se encontró con condiciones fantásticas. Consiguió entonces un estatus de escritora de primerísimo nivel. A partir de ahí ella pensó que tenía un futuro, y cogió las riendas de su carrera. En la novela se refleja todavía esa etapa de culpabilidad donde creo que su crisis matrimonial viene de no prestarle la atención que necesita su marido, y poco a poco lo fue superando.
En El asesinato de Patrick O’Connelly vuelve esa esencia cinematográfica que les das a tus novelas, ¿está presente de manera consciente a la hora de escribir?
Hay muchos escritores que reniegan de lo cinematográfico, que dicen que nos les influye; creo que eso es imposible. Es tan potente el cine, ahora que además tenemos las plataformas en casa, que escapar de ese tipo de narrativa es muy complicado. Algunas veces conscientemente haces episodios que sean más visuales, otras veces creo imágenes más poéticas para darle un sentido más literario… Son herramientas que están al alcance de los escritores, y el hecho de poder aprovechar ese lenguaje, si sabes aplicarlo en una novela, ¿por qué no utilizarlo? Los flashback, los flashforward… creo que le dan a la novela un empaque, y es muy interesante.
En el hotel donde se desarrolla gran parte de la trama, se respira un ambiente asfixiante, y el lector lo siente. Y los personajes pudiéndose ir cuando quieran, deciden seguir allí. Incluso el edificio parece ejercer una mala influencia en ellos. Me ha parecido una mezcla, salvando las distancias, entre El ángel exterminador y El resplandor.
Sí, es cierto. Creo que el hotel era como un símbolo de tranquilidad. En la portada sí se capta muy bien. Es una foto más o menos real, de cómo era esa época. Detrás de lo apacible y lo cómodo, puede haber algo siniestro, y es lo que relato ahí, que las paredes se te hacen muy angostas. Por ejemplo, la pareja de recién casados que llega a decir “podríamos haber ido a un montón de sitios, y hemos terminado aquí”. Es una serie de diez personajes que se encuentran atrapados en ese sitio, y ya no solo porque pasen cosas, sino que a veces es como una influencia maligna. Es como el hotel de El Resplandor, que eso ya es tremendo con los fantasmas que aparecen. Me gusta porque se le da un protagonismo a ese balneario, convirtiéndolo en otro personaje, y juega un papel muy importante. Me hubiese encantado conocerlo porque tiene que ser una pasada. Hay además una placa dedicada a Agatha Christie diciendo que allí estuvo alojada. Cambió de nombre, creo que en los años 50, pero prácticamente se conserva tal cual. Aunque después de leer esto, más de uno no sé si se atrevería o no a ir (risas).
La duda que va surgiendo a medida que vas leyendo es si los personajes son así por naturaleza, o si la influencia maligna del balneario les lleva a comportarse de esa manera. Por ahí iba un poco lo de El Resplandor.
Ellos entran de una forma, y conforme les van pasando las cosas, se van transformando. Creo que eso es algo que le está gustando a la gente. Es una especie de juego que hago con los lectores. Se van encariñando con los personajes, van pensando quién ha podido ser el asesino… Hay una parte muy divertida cuando un personaje le va diciendo a Agatha, “este puede ser sospechoso o este otro”. Y ella va diciendo lo contrario. Se muestra ahí, y ella lo hacía fenomenal, que hasta el personaje más apacible y cándido, puede resultar un asesino en serie.
De hecho los personajes siguen el canon de las novelas de misterio. Con un pasado incierto, transmitiendo desconfianza… Imagino que este tipo de obras te habrá servido de gran influencia.
Efectivamente. La novela es un homenaje a todos los cánones de la novela policíaca. Cómo van apareciendo esos personajes, cada uno marcado por algo de su pasado, cómo les influye eso… A raíz del asesinato, se reúnen y deciden qué hacer porque la situación se les iba de las manos. Son como cobayas que están en medio de un experimento, y juegas un poco con esos elementos de la novela policíaca clásica. Quizás en eso se distingue de la novela negra. En ésta los personajes son más turbios, están más marcados, mientras que en la policíaca son más neutros. Lo atractivo de las novelas policíacas es desplegar un tablero que vas moviendo, y en ese sentido bebe mucho de esa novela tradicional de mediados del siglo pasado. Eso me lo ha recalcado mucho la gente, que está muy bien por el hecho de seguir ese canon clásico. Para mí es un elogio porque quiere decir que ha salido bien.
Y en ese homenaje, construyes una novela de misterio dentro de otra novela de misterio.
Efectivamente. Tiene el elemento metaliterario. Ahí yo juego a cómo Agatha pudo inspirarse para sacar la novela del Asesinato en el Orient Express. Me pareció muy interesante, porque se crea como un juego de espejos. Quién no te dice que ella pudo inspirarse a través de otra buena historia. Ella, obviamente cuando hizo el viaje, en el tren sacó toda la información para su historia, para sus personajes. Pero aquí me pareció bonito que le llegue un manuscrito, y cómo eso pudo hacer para que escribiera la novela. Le da un añadido ese juego metaliterario, y le da un interés extra a la novela.
En El asesinato de Patrick O’Conelly hay un guiño a tu admirado Conan Doyle. No podía faltar tampoco a este homenaje a la novela policíaca clásica.
Como hemos hablado de lo cinematográfico, yo siempre hago referencia a Conan Doyle, como Berlanga lo hacía a los Austrohúngaros. A partir de la primera novela que le dediqué a él, he intentado hacer algún cameo, o que se hable de él o de Sherlock Holmes en las siguientes. En esta he aprovechado que Arthur Conan Doyle dio una charla en Torquay. Y me imagino ese encuentro, en ese verano tan tórrido que hizo en esa época. Me pareció muy atractivo que un escritor ya consagrado, que venía un poquito de vuelta, que ya había escrito lo más importante de su carrera, se encontrara con Agatha Christie, que justo ese año iba a publicar su primera novela. Era como el encuentro entre dos mundos. Ella por supuesto admiraba a Conan Doyle. Queramos o no es un autor muy influyente en la cultura popular. Hay un montón de películas y series que deben tanto a Sherlock Holmes como a él, y creo que aunque sea inconscientemente, le hacen muchos homenajes. Es importantísimo.
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.