Su pasión poética y el mundo de los libros le han dado muchas satisfacciones. Junto a su familia, es de lo más importante en su vida. Ayer por la tarde, Alegría Roncero presentó en el emblemático Ateneo de Sevilla su poemario Luces del alma.
Tras la presentación en un lugar de gran tradición como es el Ateneo de Sevilla de su nuevo libro, Luces del alma, ¿qué nos puede contar sobre el mismo?
Se trata de una recopilación de poemas que me ha editado Ende, en la que expongo mis sentimientos y vivencias. Soy una niña arco iris, nacida después de la muerte de un hermano, y lo he construido sobre esa base. Cada poema lleva una introducción en prosa y va dedicado a mis hijas, a un nazareno de la hermandad de Pasión, a Sevilla… El libro lleva también una presentación en la que doy las gracias a Dios por haberme devuelto la salud. El poema estrella, para mi gusto, es Violeta de Sevilla. Ya fue publicado en un número de la revista de la Asociación Alhoja. Nazareno de Pasión también me gusta mucho… En fin, estoy muy contenta e ilusionada.
¿Cuándo nació en Alegría Roncero la vocación por la poesía?
Yo cursé estudios mercantiles, pero desde niña tuve esta vocación por la poesía. Le dije a mi padre que quería ser poeta. Él me preguntó, “¿y eso qué es?”. Y le respondí: “mira, el cielo es azul. No te lo sé dibujar, pero te puedo explicar que es transparente a la luz”. Yo era pequeñísima cuando le dije eso. Además de esta recopilación de poemas y de cuatro poemarios soy autora de once novelas de narrativa, de cuatro biografías (Desde un lugar de la Mancha, sobre mi padre; Violeta de Sevilla, sobre mi madre; Nazareno de Pasión, a mi hermano; y Antonio, historia de un hombre bueno, a mi marido), de tres estudios místicos religiosos, etc.
A esta vocación literaria le une un gran amor por la Historia, que le ha llevado a investigar sobre los acontecimientos históricos de todos los tiempos.
Sí, aunque mi formación es de ciencias…
Muy curioso, ¿verdad?
Pues sí. Lo explico en mi obra. He vivido dedicada a mis padres, a mi marido, a mis hijas… y a mis libros. Estos han sido y son mi locura. Cuando era joven, los escaparates que me atraían eran los de las librerías. Prefería comprarme un libro a cualquier otra cosa. Me encantaba ir a la librería Pascual Lázaro, que en Sevilla había una en la calle Sierpes y otra en la calle Francos. Estudié Comercio porque mi padre quería que lo hiciera, y entonces había que obedecer. Y bendita la hora en la que me lo dijo, porque me ha ido muy bien. Tengo una anécdota que me gustaría contar. El 9 de enero de 1996 hubo un incendio en mi casa y se me quemaron todos los libros, menos uno. Tenía escritas nueve novelas sin copias de ellas. Pero puede rehacerlas, letra a letra, de memoria.
¿Cuáles son sus autores preferidos?
Me gusta muchísimo como poeta Rafael de León. Otros escritores que me gustan son Walter Scott, Boris Pasternak, Cervantes, Calderón (este, sobre todo). Me encanta El gran teatro del mundo, un auto sacramental del que me cabe el honor de representar el papel de El Mundo para la asociación Alhoja, de la que soy socia, y actualmente, presidenta.
Volviendo a su poemario Luces del alma, hay que decir que la portada del libro encierra un gran valor sentimental.
Sí. Es una fotografía mía de espalda, mirando al mar en Portimao. Es un orgullo poder decir que el texto es mío; la portada, de mi hija, Eva Laguna; el título, de mi otra hija, Coral Laguna… He escrito una dedicatoria a mi quinta nieta, Lucía, “por haber sido mis ojos y mis manos en la preparación de este libro”, y a mi biznieto Daniel. Y el prologuista es un señor muy importante para mí, Enrique Corona. Es maestro, pero en toda la extensión de la palabra. Es un hombre culto, con un verbo esplendente, y un gran amigo.
Fotografía de portada de Patandi.