Emilio Ortiz: “Las mujeres de los mil nombres es una historia que atrapa de principio a fin”
Hablamos con el autor de su nueva novela
En 2016, Emilio Ortiz se convirtió en una de las grandes revelaciones del panorama literario español. Su novela A través de mis pequeños ojos (Duomo Ediciones) llamó espectacularmente la atención de los lectores con la historia de amor, lealtad y fidelidad entre un joven ciego, Mario, y su perro guía Cross. Todo saldrá bien (2017), La vida con un perro es más feliz (2018), Mil maneras de darte las gracias (2019) y Seis patas, dos amigos (2020) confirmaron la obra de un autor caracterizado por su visión social, las relaciones interpersonales y con los animales y su sentido crítico de la sociedad que vivimos. Ahora, el aplaudido escritor disfruta de la reciente publicación de Las mujeres de los mil nombres (Bunkerbooks).
Antes que nada me gustaría darte la enhorabuena por el buen estado de salud de este proyecto literario que empezaste en 2016 con A través de mis pequeños ojos, y que siete años después continúa con la publicación del sexto libro, Las mujeres de los mil nombres. ¿Qué balance haces de este camino recorrido hasta hoy?
Sí, comencé de una forma peculiar, sin ningún tipo de ambición ni expectativas, y alcanzó mi primer libro el éxito a nivel internacional. Fue muy gratificante para mí. Y continuar ese camino y mantenerme en la brecha, es satisfactorio. Pero, eso sí, es agotador. Requiere de muchísimo esfuerzo. En el éxito, entre comillas, no todo son flashes, es mucho trabajo el que hay detrás. A veces, incluso el esfuerzo es superior a los resultados. Y como dices, ya con el sexto libro, he hecho un cambio radical. No se si decir todavía si es de formato o de estilo. Al fin y al cabo, uno siempre escribe con la necesidad de contar algo. Ya se hable de perros o de personas, la novela siempre tiene un trasfondo detrás. He dejado a un lado a los perros, pero casi como un juego literario y por hacer un guiño a mis lectoras, sí aparece uno en esta novela (risas). Pero, he dejado esta temática para hacer una obra más genérica, más urbana, más de gente, más humana, también.
Evidentemente, es necesario renovarse para seguir adelante, pero la creación de Las mujeres de los mil nombres (cuyo título me parece muy cinematográfico), ¿de dónde surge, de una necesidad solidaria de adentrarte en un problema tan complejo como el que muestras? ¿Cuál ha sido el resorte?
Exacto. Lo de cinematográfico nunca me lo habían dicho. Pero ahora que me lo dices, suena bien. Y sí. Nace por la necesidad de contar algo que está en el ambiente y percibimos todas las personas que nos preocupamos de la actualidad, y de cómo va avanzando y evolucionando la sociedad. Y esa realidad es la que he querido plasmar como fondo de la novela. El feminismo copa ahora mismo todos los espectros sociales, políticos, económicos. No se da un solo paso en esta sociedad sin que el feminismo esté presente. En lo deportivo lo hemos vivido con la victoria de la selección española. El feminismo está muy presente. Esto no es nuevo. Ha habido varias olas de feminismo. Lo que ocurre es que ahora se están revolucionando las formas de comunicarse las personas. Y esta ola también ha utilizado estos medios, y se ha difundido por todas partes. Cuando un movimiento comienza a crecer de manera tan exponencial, aunque repito que el feminismo siempre ha sido un movimiento político muy potente, ocurre que ahora es más expansivo. Pero, insisto, cuando se ven los éxitos y el apogeo de cualquier movimiento de cambio o revolucionario, también se ven sus deficiencias, sus divisiones, sus peleas internas. Eso sale en la novela. Pero quiero dejar claro que no es una novela feminista ni antifeminista, ni mucho menos. Humildemente, como autor y aliado de la causa feminista, no soy quién para decirles a las asambleas o a los militantes lo que tienen que hacer, ni tengo la solución para acabar con sus males y tensiones. Ni soy quién para atribuirme sus éxitos. Pero como escritor sí he reflejado ese trasfondo en la historia. Y además hay otros argumentos, como en cualquier otra novela.
En tu trayectoria como escritor te has caracterizado por tu conciencia social. Incluso has dicho en Gatrópolis que un escritor no puede estar ajeno a lo que ocurre a su alrededor: “Los escritores tenemos que generar conciencia”. ¿Te mantienes en el mismo planteamiento con Las mujeres de los mil nombres?
Sí, exacto. Tenemos que generar conciencia pero al mismo tiempo no tenemos que decirle a la gente lo que tiene que hacer o pensar; ni mucho menos. Quizás, remover un poquito o bajar al terreno de la literatura los debates que están en la calle. Y sí, sigo pensando que los escritores tenemos que generar conciencia. Y te agradezco que te acuerdes de ese titular. Yo lo recuerdo cada vez que he leído vuestras entrevistas. Pero siempre hay que hacerlo con respeto a los lectores. Yo no me considero un opinador. Pero sí quiero plasmar la realidad sobre el papel para que el lector piense lo que le dé la gana.
¿Qué sensaciones estás teniendo personalmente y qué es Las mujeres de los mil nombres?
Las mujeres de los mil nombres no es un tratado feminista; es una historia que engancha porque es de amor, de dos mujeres que se cruzan después de caminar por senderos opuestos. Dos mujeres entre las cuales nacen cosas muy bonitas pero que también saltan chispas de todo tipo. Es una historia muy potente, que atrapa de principio a fin, y siempre con el trasfondo de la lucha feminista. Es un tema que da mucho juego. Creo que a la vez es una historia bella.


Los escritores, no sólo tenemos derecho, sino casi la obligación de aportar nuestra opinión y nuestro trabajo
Emilio Ortiz
Y los lectores, ¿cómo la están recibiendo? ¿Qué te está llegando por parte de ellos?
Pues me decía el otro día una lectora a través de Instagram que le alegraba haber leído una historia que incitaba a la utopía, porque últimamente se está escribiendo o rodando muchas series y películas distópicas. Y Las mujeres de los mil nombres es al revés. Con toda su lucha y los tropiezos de estas mujeres, siempre se encaminan hacia la utopía de la igualdad y de hacer un mundo mejor. La utopía es inalcanzable y la distopía, inevitable. Pero, quizás, lo bueno no esté en alcanzar el objetivo, sino en encaminarlo, en ir en la buena dirección. Esto ya es un buen síntoma. También me han comentado que muchas mujeres se han sentido identificadas. Me satisface mucho como escritor hombre (risas). Que empaticen con mis personajes me gusta. Ya no por cuestiones sociales, ni por profesiones, sino por edades, hay muchas que se identifican con Rosa Parks, que tiene 21 años. También, muchas luchadoras que se sienten afines a Sol, a Aurelia… Es una novela de personajes. He disfrutado mucho creándolos porque tienen mucho carácter. Me han dado muchas satisfacciones. Al final les coges cariño. Y cuando acabas la novela hay una despedida cariñosa. Y las lectoras están para hacerlos crecer.
Rosa Parks, una militante feminista, y Aurelia, una mujer prostituida. Dos personajes femeninos que cruzan sus vidas. ¿Sientes o alguien te ha dicho que tocas temas complejos?
Los escritores, los pensadores, los artistas, no sólo tenemos derecho, sino casi la obligación de aportar nuestra opinión y nuestro trabajo. Me decían, “no te metas en el barro”. Yo no me he metido en el barro. He contado una historia basada en una asamblea feminista. La RAE, que no es una institución precisamente feminista, dice que el feminismo es una filosofía que busca la igualdad entre los géneros y los sexos. Es más, este libro viene respaldado por dos feministas muy reconocidas, la que ha escrito el epílogo, Esther Díaz Pedroche, y Cristina del Valle, cantante de Amistades Peligrosas, quien ha escrito una frase preciosa en la contracubierta. Es un lujo haber contado con ellas.