‘El Infierno’, una historia de amor al estilo Carmen Mola
Hablamos con los autores de su nueva novela
Siglo XIX. Isabel II, de la dinastía borbónica, reina en España. Se trata de un país convulso. Las algaradas son constantes por parte de una ciudadanía descontenta por la situación socioeconómica. El levantamiento del cuartel de San Gil, en Madrid, conocida como La Sargentada es el preludio de lo que posteriormente sería La Gloriosa con el abandono de poder que llegaría con la salida precipitada de la Reina. Con El Infierno (Editorial Planeta), Carmen Mola vuelve a seducir al lector, atrapándolo en su tela de araña, sin posibilidad de escape. Como ellos mismos advierten, esta novela que combina la veracidad de la historia con la ficción nacida del imaginario de sus autores, Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, es una obra romántica que narra la historia de amor imposible de los jóvenes Mauro y Leonor. Ambos, con quehaceres dispares, se encuentran inopinadamente en aquella revuelta saldada de manera violenta por las fuerzas de seguridad. A partir de aquel instante, las vidas de ambos discurrirán en un querer y no poder angustioso.
“El Infierno es una historia de amor”
Jorge Díaz: “Lo hemos dicho tantas veces que quienes no lo tienen aún claro deberían estar ya convencidos. El Infierno es una historia de amor. Queríamos hacer una comedia romántica. Y una cosa es que no nos haya salido comedia y otra que no nos haya salido romántica. Es una historia de amor, evidentemente, de Carmen Mola, que no es lo mismo que una historia de amor de otro autor. Pero el que la lea va a darse cuenta de que es una historia de amor hecha de otra manera”.
“Nos gusta combinar los géneros”
Antonio Mercero: “Desde La Bestia nos gusta combinar los géneros. Ahí mezclamos el thriller con la novela histórica, la novela picaresca, la novela gótica, la novela de terror… Y aquí estamos haciendo thriller histórico, de nuevo, e introduciendo géneros nuevos para nosotros. Por un lado, el folletín amoroso, del siglo XIX, la novela de Henry James o Jane Austen, y por otro el western, porque tenemos la parte de los cimarrones que se escapan y los cazarrecompensas que se van a por ellos. Te mete un poquito en unos géneros que son súper refrescantes para nosotros.
Y la historia de amor, para nosotros, es un infierno más de los muchos que hay en esta novela. Son los infiernos amorosos los que se cuentan aquí. Y nos gusta eso. El del amor no correspondido, el correspondido e impedido por las circunstancias, la posesión amorosa no deseada, los celos, el desamor… Todos esos infiernos que nos ha gustado recrearlos”.
“Estamos en un sitio en el que no esperábamos estar nunca”
Agustín Martínez: “Estamos en un sitio en el que no esperábamos estar nunca, francamente. De repente Carmen Mola se convirtió en un fenómeno de ventas y tenemos gente esperándonos. Sobre todo, que saquemos una novela nueva. Entonces, estás en un sitio en el que hay expectación por saber qué es lo siguiente que vas a sacar. Ahí lo importante es no ser complaciente. No repetirnos. No hacer una entrega más de Elena Blanco. Hay que hacer algo que no hayamos hecho antes. Intentamos buscar novedades. Nos pica la curiosidad de meternos en nuevos géneros. Y eso es lo que hemos hecho en El Infierno. Rompiendo la barrera del folletín y de repente de llevarla al thriller con la novela gótica, la fantástica… Intentamos estar siempre ahí (risas). Seguir pasándolo bien dando un paso hacia delante diferente”.
“Mauro Mosqueira es el contrapunto de Leonor Montiel”
Jorge Díaz: “Cuando empezamos a escribir sabemos todo, absolutamente todo, lo que va a pasar en la novela. Pero hay un proceso anterior que es cuando empezamos a pensar en la obra. Y con esta, nosotros estábamos en Madrid. Carmen Mola siempre está en Madrid. Siempre hace historias en Madrid que tienen pequeñas incursiones fuera, casi de domingueros. Estábamos escribiendo una novela explorando el siglo XIX. Habíamos hecho en 1834 La Bestia, en un Madrid muy oscuro, con la muralla, el cólera… Y todo esto crea un Madrid cuya reconstrucción nos había quedado muy bien. A la gente le gustó mucho. Pero 32 años después, Madrid había cambiado. Y es una ciudad con teatros, es un parque de atracciones, con actuaciones musicales… Es el teatro de variedades. En todas las calles, el ayuntamiento pone unos rombos que dicen quién ha vivido en tal casa, etc. Y había uno que decía “aquí estuvo el teatro de variedades sede de los bufos madrileños”. Y nos preguntamos qué era eso. Y un día investigamos y nos encontramos con que era un teatro donde se hacían unas obras muy distintas, casi de comedia, que fueron muy famosas en el Madrid del XIX. Y donde había un cuerpo de baile con unas chicas más procaces que las de los demás teatros (siempre decimos que enseñaban los muslos, pero en verdad eran las pantorrillas). Y las llamaban las suripantas. Porque la primera obra de gran éxito de los bufos madrileños se llamaba El joven Telémaco. Y el cuerpo de baile semejaba unas diosas griegas que cantaban una canción en griego inventado que decía “suripanta, la suripanta…”. Y esto nos atrajo mucho y decidimos que nuestro personaje principal fuese una suripanta, una chica frívola, que solo piensa en el baile, en ser famosa, en los aplausos… Y teníamos que ponerle enfrente a otro personaje que fuera todo lo contrario para que hiciera de contrapunto. Y nos inventamos a Mauro Mosqueira, el medio médico, que le llama ella, que es un estudiante de Medicina, que es un revolucionario. Y a partir de ahí comienza la historia de amor”.
“Pensando en una historia de amor nos encontramos con la esclavitud en Cuba”
Jorge Díaz: “Con la idea de evitar la monotonía en la relación de amor entre Mauro y Leonor nos planteamos separarlos. ¿Cómo separa Carmen Mola a la gente? Con sangre, asesinatos… Ellos se meten en un problema, en un hecho luctuoso. Y tienen que huir. Cuando pensamos a dónde tenían que huir analizamos sitios. Y dijimos que el mejor lugar de España en ese momento era Cuba, que no era una colonia, sino una provincia. Y allí, pensando en una historia de amor, nos encontramos con que en Cuba había esclavitud. A mitad del siglo XIX, en la mayor parte del mundo se había prohibido, pero España la mantenía en Cuba. Y empezamos a explorar este tema. Y vimos que esta era nuestra novela. Le ponemos nuestras cosas de Carmen Mola y sale la obra. Hemos encontrado la verdadera historia del infierno”.
“El único demonio es el hombre”
Antonio Mercero: “La frase “El único demonio es el hombre” resume bastante bien lo que es El Infierno. Se representa de diversas maneras al demonio y resulta que aquí tiene forma de hombre. Es de carne y hueso. En las exploraciones que hacemos del mal, en esta novela es donde la hacemos más claramente. Desde el título, El Infierno. Y desde el primer pasaje. Hablamos del poder y esa embriaguez que tiene. Ese uso obsceno que se tiene de él. De sentirte por encima de los demás, de los parias… Eso pasa en la España de los años 60, donde hay una crisis económica tremenda, con mucha desafección entre el pueblo y la corona. Y pasa en mayor medida en Cuba. Con esclavos y libres. Las diferencias se ven con más claridad. La novela se mueve entre España y Cuba. Pero siempre en torno a la misma idea. Que va reflejando el manuscrito constantemente, hablando del demonio, del mal. En la intriga se plantea quién es ese demonio. Efectivamente, ese es el hombre; un hombre, un solo hombre. El lector descubrirá al final de la novela quién es”.
“Todo el mundo, cuando piensa en el infierno piensa en Dante”
Agustín Martínez: “Una de las primeras cosas que tuvimos de la novela fue el título. Toda la historia del manuscrito hallado tiene un vínculo con Dante. Todo el mundo, cuando piensa en el infierno piensa en él. La historia que cuenta el personaje anónimo es un descenso a los infiernos. Es como ir pasando de círculos. Cada vez va más abajo. Y la novela llega a un lugar extremo. En ese viaje que hacemos al último mal nos detenemos en el séptimo círculo. Los de Dante son nueve. Pero los dos últimos son muy bajoneros: el fraude fiscal y la traición. El séptimo es el de la violencia. Y nos parecía que era el que mejor cazaba con lo que contamos en nuestras novelas, la violencia del ser humano. La pregunta que rebota de novela en novela nuestra es ¿por qué esa violencia? ¿Qué hace que de repente estalle esa violencia salvaje en la gente? ¿Qué mueve a cada asesino a cometer estos crímenes? Y ese es el vínculo entre un mundo y otro. Ese demonio que se va describiendo y cuya personalidad se crea a través de todos los círculos. Está en el fin último, ¿qué es el mal para nosotros?”.
“España era una potencia esclavista”
Antonio Mercero: “Nos ha sorprendido lo más básico: descubrir que España era una potencia esclavista. Eso no lo sabíamos. Y creemos que la gente no lo sabe; si es por un sentimiento de culpa, por blanqueamiento de las familias poderosísimas que aterrizaron en España después de la independencia de Cuba… fortunas establecidas basadas en los esclavos o es pura ignorancia. Y había esclavos españoles: gallegos, algunos asturianos y algún leonés. Viajaban bajo la figura de colono asalariado, con la promesa de un futuro próspero, de escapar de la hambruna de la España de la época. Y quizás con la fantasía de volver como un rico indiano. Y con lo que se encontraban en Cuba era distinto, con la esclavitud. Una vez allí tenían que devolver el dinero del pasaje, del pasaporte, de la estancia… Y nunca podían enjugar la deuda. Tenían que trabajar, trabajar y trabajar las 16 o 18 horas al día, exactamente lo mismo que los africanos”.