'Antonio García Barbeito: “En Talhara hay cosas de cuando era niño recuperadas de la memoria”'

Antonio García Barbeito: “En Talhara hay cosas de cuando era niño recuperadas de la memoria”

'Talhara', primera novela de García Barbeito

Talhara es un viaje de ida y vuelta. Antonio García Barbeito se estrena en el género de la novela tras una extensa carrera poética.
Concha Cruzado se va de la pequeña Castilleja de Talhara a la inmensidad de Buenos Aires con solo 19 años, huyendo de su presente. Décadas después llega a Talhara su nieta Aurora Zorrentini en busca de su pasado. Talhara (Algaida) es un viaje de ida y vuelta. Un viaje vital en el que participan varias generaciones, la iniciada por Angustias y continuada por Concha, quien funda en Argentina su segunda familia con su hija Esperanza y, posteriormente su nieta Aurora. Antonio García Barbeito se estrena en la novela de manera brillante, haciendo uso de su privilegiada memoria y su habilidad lírica y narrativa.
Después de una carrera profesional tan intensa como comunicador, ¿qué ha supuesto publicar tu primera novela, Talhara?

Un reto. La novela es una vieja idea. La primera vez que intenté escribir una novela creo que fue en el año 88. Me acuerdo que le puse el título y todo. Iba a empezar aquella aventura en el mes de junio y la titulé Plenijunio. Comencé un capítulo, pero con esto de hacer un artículo diario, intervenir en la radio, en la televisión… Yo no soy el paradigma de la disciplina y de la constancia. Entonces, me conformaba con eso. Y es verdad que esta novela ha salido gracias a mi mujer. Ella sí es constante y disciplinada…

… Ese detalle lo destacas en la dedicatoria, que va a ella…

Sí, claro, “me pidió las manos para escribir esta historia”. 

¡Qué bonita dedicatoria!

Sí, porque ella me decía, “Antonio, escribe; Antonio, escribe”. Me estaba pidiendo las manos. Y llegó un momento en que me lo pidió llorando. Yo le daba largas. Le presentaba unos folios y me decía “precioso, Antonio, sigue”. Y así pasaron tres meses, un año, dos años… Cuando me detectaron la enfermedad, dije “Dios mío, me has dado otra oportunidad”. Y me propuse responder a ella. ¿Y cómo?, terminando la novela. Todo el orden que tiene Talhara es el orden que tiene Lola. Ha sido una experiencia muy bonita porque es una novela escrita a cuatro manos.

¿Y qué te dice ahora que la novela está publicada?

Que es la mujer más feliz del mundo. Ella dice “es mi gran obra”. Claro, para ella es su obra porque ha conseguido que yo la haga: “…¡cuántas veces el genio/así duerme en el fondo del alma,/y una voz como Lázaro espera/que le diga «Levántate y anda»!”. Ella ha sido la voz becqueriana de “levántate y anda”. 

¿Crees que Talhara, el lugar físico, pueda ser un descubrimiento para muchas personas? ¿Cómo surgió la idea de escribir sobre ella?

Talhara está en Benacazón, muy cerca de mi pueblo, Aznalcázar, más próxima de Aznalcázar que de Benacazón. Yo fui allí de niño. No tenía ni siete años. Fue una gira a la que nos llevó un cura recién llegado. Está en Castilleja de Talhara. Y cuando vi aquello me quedé sorprendido. La primera cámara de fotos que me compré la estrené haciendo fotografías en Castilleja de Talhara.  Y así he ido varias veces a hacer fotografías de aquello. Siempre, de manera inconsciente, ha habido una atracción hacia Talhara. Parecía que me llamaba. Y después, la finca donde está el pozo, y la casa del guarda, y la alberca, son de un amigo mío. He ido mucho allí con él.

Antonio García Barbeito: “En Talhara hay cosas de cuando era niño recuperadas de la memoria”

Fotografía de Patricia del Zapatero

Cita textual:

Si Buenos Aires estuviera donde Madrid, yo iba todas las semanas

Antonio García Barbeito
¿Y el hecho de incluir a Argentina en la historia, de dónde surge?

La cuestión Argentina en la novela surge porque de niño entré en una casa de mi calle, y vi una foto. Le pregunté a la dueña quién era aquella persona, y me respondió que era su hermana Dolores, que se fue con su marido a Argentina, al fin del mundo, y empezó a llorar. Esa idea la he tenido siempre, hacer un viaje a Argentina. Fui cogiendo retales, ideas…, asociándolas a vivencias que tuve de niño. Y decidimos Lola y yo que si la novela se iba a ambientar en Buenos Aires y otras partes de Argentina, había que ir allá. Y en 2015 nos fuimos a Argentina. Estuvimos casi un mes. Si Buenos Aires estuviera donde Madrid, yo iba todas las semanas. La casa de Aurora Zorrentini en Buenos Aires existe, la casa de la novela: calle Peña, 2065. Me gusta mezclar las cosas de tal manera que no se distinga la ficción de la realidad. Hago un homenaje a Borges, siempre presente en mí, al poeta Speroni, un poeta enorme… Y al año siguiente volvimos a Buenos Aires. 

La novela posee un toque lírico muy importante, muy propio de ti, ¿verdad?

Es inevitable. Soy poeta, y no puedo evitarlo. Pero lo he dosificado mucho. He sacrificado muchas cosas, muchas. Y hay quien me dice “más”, y digo, “más no, está bien así”. Hay cosas inevitables, como cuando sale Aurora del cementerio. Yo la veo venir, “toda de negro, elegante verticalidad de la pena…”. La frase se me cae. No tengo más remedio que ponerla. 

Antonio García Barbeito: “En Talhara hay cosas de cuando era niño recuperadas de la memoria”

Fotografía de Patricia del Zapatero

¿Te puedes creer que leyendo la novela, en muchos momentos, tengo la sensación de oír tu voz narrando?

(Risas). ¡Qué bueno! Pues también me lo han dicho. Y una señora me ha dicho “estoy leyendo pero me falta su voz”. Otras personas me han comentado que ahí hay una película, y estoy de acuerdo con eso. Y tiene una explicación. No es algo que sea enteramente mérito mío. Soy de una generación que ha crecido con la transmisión oral. Fui un niño muy curioso. Escuchaba mucho a los mayores. Me encantaba. Cuando los oía hablar me callaba como una grabadora. Lo cogía todo. En Talhara hay cosas de cuando tenía seis o siete años recuperadas de esa cinta que es la memoria. ¿Qué ocurre? Que necesito daros la imagen con la palabra. La narración oral tiene eso. Aporta mucha imagen. Esa transmisión oral me ha resultado una ventaja. Me ha permitido contar las cosas con una cercanía de la imagen. En definitiva, el grito de Juan Ramón: “¡Inteligencia, dame/ el nombre exacto de las cosas!/ …Que mi palabra sea/ la cosa misma,/ creada por mi alma nuevamente”. Es fundamental eso. Siempre he tenido mucha necesidad de narrar, de contar cosas. Y, claro, también hay un gran homenaje al campo… Me encanta.

Cita textual:

Siempre he tenido mucha necesidad de narrar, de contar cosas

Antonio García Barbeito
La aparición del pintor Emilio Sánchez Perrier es de agradecer por la trascendencia que posee en la historia.

Claro. Hay un cuadro en concreto de él (Un paseo por el río) que es el que figura en el libro. Esto está en mi pueblo (dice señalando la fotografía). Me puse a buscar y encontré este paisaje del Guadaíra. Está en pequeño formato en el museo Thyssen. Y metimos a Sánchez Perrier en la historia.

Concha se va a Buenos Aires con 19 años huyendo de su presente, y décadas después llega a Talhara su nieta Aurora en busca de su pasado. Es un viaje de ida y vuelta. La novela ofrece momentos fuertes sentimentalmente, pero supongo que te lo habrás pasado muy bien escribiendo porque también hay sitio para la alegría, la nostalgia…

Sí. Me lo he pasado muy bien. Por ejemplo, en el viaje de Concha desde su casa a la estación. Cuántas veces lo he visto, y lo conozco tan bien… Cualquier persona de Aznalcázar sabe perfectamente dónde está cada piedra. Y el homenaje a las tierras que tiene Aznalcázar; tiene un término bestial, de 45.000 hectáreas. También hay un homenaje a una película que me marcó, Arroz amargo, con Vittorio Gassman y Silvana Mangano. Eso está escrito en blanco y negro. ¿Por qué? Porque quería homenajear a los dos. Le agradezco muchísimo a mi querido amigo Omar Hugo Zein, que se ha encargado de revisar la novela y todos los giros argentinos. Los ha repasado y ha corregido muchos de ellos. 

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