La cuarta jornada del Festival de Cine de Sevilla fue inaugurada con el posado de Gonzalo García Pelayo y Pedro G. Romero, que han presentado Nueve Sevillas. El primero, cineasta de culto y productor musical de algunos discos míticos del rock andaluz, el segundo, investigador versátil y fuera de moldes. Juntos han creado una obra para celebrar el flamenco y que se puede ver en esta 17 edición.

“Lo que más me gusta de lo que ha quedado en la película”, ha dicho Romero, “es lo que para nada estaba escrito, aquello que surgió rodando y ni siquiera sospechábamos al comenzar”. Un retrato noctívago y viviente de las muchas Sevillas posibles, al que García-Pelayo otorga un tono provocador y transgresor: “Tiene que haber cierta tensión dialéctica”, ha comentado al respecto, aunque los codirectores han afirmado que la voluntad polifónica de este documental ficcionalizado hace que el amor por la ciudad también esté muy presente. 

Otro título que busca lugares insólitos desde los que acercarse al arte cinematográfico es Los inocentes, estreno mundial en la sección Revoluciones Permanentes. Desde la sede del festival en Madrid, Guillermo Benet, guionista, cortometrajista y cofundador de la productora Vermut, debuta en el largo con esta obra en la que un grupo de amigos vive una noche aciaga que tratan de poner en pie. “Quería que la narración no se impusiera a sus recuerdos y puntos de vista subjetivos sobre lo que cada uno piensa que ocurrió”, ha comentado el director sobre este relato poliédrico y contradictorio con una estructura “un poco a lo Rashomon, donde no hay una verdad global sino que cada personaje pone el filtro de sus propias emociones”. Entre ellos está el que interpreta Pablo Gómez-Pando, que ha destacado el intercambio de perspectivas y la improvisación en las actuaciones. Un film-collage que afronta temas como la culpa y el individualismo desde parámetros estéticos, donde el pacto de silencio entre los protagonistas los conduce al aislamiento, también en una serie de encuadres concebidos como retratos de la soledad.

Y el Festival de Cine de Sevilla ha acogido también hoy la prèmiere de Dear Werner (Walking on cinema), en la que Pablo Maqueda sigue literalmente los pasos del cineasta alemán Werner Herzog en su peregrinaje a pie de Múnich a París, que narró en el libro Del caminar sobre el hielo. “Lo leí de muy joven y me impactó muchísimo”, ha explicado Maqueda. “Me ha acompañado siempre la imagen de Herzog caminando en medio del frío y me parece una metáfora perfecta del camino de la creación cinematográfica, muy duro y lleno de obstáculos”. Un proyecto catártico que situó al cineasta madrileño, con lo puesto y dos pequeñas cámaras, tras la pista del mítico director alemán y en su piel, representando y replicando el esfuerzo físico que supone sacar una película adelante, “que es un poco lo que él hace en toda su filmografía”. Así, imbuido por el espíritu herzogiano de búsqueda de lo desconocido, Maqueda incluso logró establecer una correspondencia con su querido Werner, “como si le rezara a un dios”.

Fotografía de portada de Iván Castellano – Festival de Cine de Sevilla.