'Abel Ferrara: “Me siento en deuda con mi profesión”'

Lo último de Abel Ferrara (Nueva York, 19 de julio de 1951) es Tommaso, un filme cuyo guion lo ha escrito él mismo. Interpretado por Willem Dafoe, Anna Ferrara, Cristina Chiriac o Stella Mastrantonio, está considerado una obra personal, un autorretrato del realizador de origen italiano e irlandés. “Todas las películas son autobiográficas”, afirma. “Si quiero hacerlas -prosigue- es para expresarme. No quiero guardarme mis sentimientos ni mis emociones. Siempre intento sacar parte de mí”. “Esa es la belleza de las películas, que transforman las cosas en algo diferente», concluye sobre este aspecto.

Abel Ferrara: “Me siento en deuda con mi profesión”
Fotografía de Patandi

Tras ser icono de Abel Ferrara en su anterior trabajo, Pasolini (“es una referencia no sólo con su cine sino también con su poesía y compromiso político”, comenta del realizar italiano), Willem Dafoe ha vuelto a trabajar con él en Tommaso. Un director de cine italoamericano vive en Roma con su mujer y su hija de tres años. La confusión domina la vida de este personaje, un papel que el actor de Wisconsin lleva a niveles sublimes, y que ayuda a elevar al filme a una obra de culto. «Somos como una especie de familia. Para mí son tan esenciales los que forman el equipo técnico como los músicos, los productores, los actores… y por supuesto, Willem Dafoe», explica cuando se le plantea por su relación con el actor, con quien ya ha rodado seis películas.

Abel Ferrara: “Me siento en deuda con mi profesión”
Fotografía de Patandi

Nacido y criado en el neoyorquino barrio del Bronx, Abel Ferrara es un director de la escuela de realizadores como la de Michael Cimino o Martin Scorsese. Debutó tras la cámara en 1979 con The Driller Killer, título a los que le han seguido posteriormente otros como El rey de Nueva York (1990), Teniente corrupto (1992), Secuestradores de cuerpos (1993), El funeral (1996), Blackout (1997), 4:44 Last Day on Earth (2011) o la referida Pasolini (2014). En Italia ha grabado documentales, los cuales le han dado “la oportunidad de vivir, de respirar… ha sido una experiencia para aprender, para crecer… para involucrarme en el mundo”, declara. “No hay diferencia entre hacer una película y hacer un documental -continúa-. Me siento muy agradecido por haber podido estar en Roma. Me siento en deuda con mi profesión”. En este sentido, Abel Ferrara reconoce las dificultades que existen para “levantar un proyecto”. “Para hacer películas tienes que tener pasión por ello, porque si no, todo el mundo lo podría hacer. Muchos cineastas con los que he trabajado lo dejan en el proceso de buscar financiación. No es como coger un papel y un lápiz”, sentencia. 

Abel Ferrara: “Me siento en deuda con mi profesión”
Fotografía de Peter Zeitlinger

En Tommaso encontramos a una persona obsesionada. Es un cineasta que intenta rehabilitarse y pasa por el trance del alcoholismo. «Comprendo sus ansiedades”, reconoce. “Yo también he sido alcohólico y no puedo probar alcohol ya que no sé beber por copas, sino por toneles”, se sincera. “Hasta que no dejé de beber y drogarme no pude comenzar a meditar de verdad, aunque llevaba años intentándolo, participando incluso en retiros con monjes. Drogarte es el acto más egoísta: primero te aísla de los demás, y después te separa de ti mismo».

«La redención es un proceso que consume 24 horas al día. Tengo dos hijas mayores y ahora otra de tres años, Anna, que ya tiene su propia personalidad y me transmite una gran alegría por cosas simples. Y eso es también un concepto budista: no hemos venido a la vida para sufrir», finaliza.

Fotografía de portada de Patandi.

https://www.youtube.com/watch?v=7ShjwOCyqR4

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