Miguel Ángel Vivas: “En Asedio, Dani y Nasha están en un mundo de hombres luchando contra el sistema”
Hablamos con Miguel Ángel Vivas sobre 'Asedio'
Este año es el de Asedio, la última película dirigida por Miguel Ángel Vivas y protagonizada por Natalia de Molina y Bella Agossou. Los lectores asiduos de Gatrópolis conocen ya de sobra este largometraje estrenado el pasado mes de mayo. Pero ahora les traemos las impresiones que sobre la misma nos ha concedido el creador de esta plausible obra cinematográfica que mantiene su espíritu crítico.
Con Asedio has generado en mí las mismas sensaciones que con Tu hijo. Creo que podría ser el mejor piropo para una película muy crítica, intensa, trepidante, que te atrapa y no te suelta hasta el final. ¿En qué momento nació la idea de crear una obra como ésta?
Quería hacer una película-experiencia, más allá de un cine de género, de cine negro… Tenía la idea de generar un clima de tensión que durara una hora y media. Claro, tenía que buscar la historia. Y pensando en eso, vi una noticia de un desahucio de una familia, y me puse a llorar; no exagero. Este es un tema que siempre me ha tocado muchísimo. Porque si todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna, que aquella familia no tuviera ni eso, me resultaba muy duro. “Te vamos a quitar ese derecho; no vas a llegar ni a lo mínimo a lo que puede aspirar una persona”. Empezó a salirme todo el cabreo que tenía y comencé a preguntarme cómo se puede permitir eso. Creo que ese cabreo está reflejado en la película. ¿Cómo permitimos como sociedad, como sistema, que esto pase? Me puse a investigar y salió el tema de la migración ilegal, otro que me interesa también mucho. Hablamos de los invisibles. Cuando echan de una casa a una familia “ilegal”, ¿qué ocurre con ellos? ¿Se van a vivir con otros familiares? ¿Se van debajo de un puente? ¿Se los llevan a su país? ¿Los meten en la cárcel, en una jaula? No tenemos ni idea de lo que pasa con esas personas, porque es mucho más cómodo mirar para otro lado.
Es importante en la película el título, Asedio, porque esto ocurre no solo en el edificio que se desaloja, sino en el propio personaje de Natalia de Molina, en su lucha interna que mantiene entre el bien y el mal, lo legal y lo ilegal. Se trata de alguien muy complejo. ¿Cómo fue su creación?
Me gusta mucho en los guiones, y me pasó con Tu hijo, sobre todo, donde lo llevé muy a la práctica, no contar las historias a golpe de trama, sino de dilemas morales. Los personajes me interesan, y la historia avanza conforme van entendiendo los dilemas que se les plantean y las decisiones que toman como seres humanos. Creo que se ha quedado antiguo aquello de los estereotipos. Mi abuela me decía que no me juntara con tal o cual chaval porque tenía el pelo largo, o tatuajes (risas). Si describimos a un personaje por esas cosas, vamos mal. ¿Cómo definimos a un personaje? ¿Por qué quiere algo y qué está dispuesto a hacer por ello? El coronavirus me cambió muchísimo. Y un día que estaba fatal, como todo el mundo, me di cuenta de que estábamos echando balones fuera y echándoles la culpa de todo a los demás. Pero nadie, yo el primero, se planteó qué podíamos hacer para construir un mundo mejor. Cuando en realidad podemos hacer pequeñas cosas para conseguirlo; no es necesario hacer grandes cosas. Y me quise tatuar la frase “si no eres parte de la solución eres parte del problema”.
Fotografía de Patandi
… Es que ocurre que el cine es un reflejo del mundo en que vivimos, ¿verdad?
Claro. De ahí que se reescribiera la película para tratar todos estos problemas con los que nos encontramos en la sociedad a diario. El de Natalia es un personaje gris. Y cuando coge el dinero, hace lo que hace, mirar para otro lado. Aceptamos el mundo en el que estamos. Y en un momento de la película tiene que darse cuenta de que ella también es parte de ese problema. Y tiene que decidir ser parte de la solución. Entonces, la construcción fue a partir de esa idea, de los problemas que vivimos continuamente y que aceptamos como sociedad, pero que tendríamos que colaborar para evitarlos. Ella tiene muchos problemas personales, pero no pueden servir de excusa. Les echamos la culpa a los demás como la solución. Si no lo hago yo lo va a hacer otra persona. No, cambia, eso no puede ser así. Si todos decimos que no hemos hecho las reglas, el sistema no va a funcionar nunca. Hay que enfrentarse a él. El mensaje de la película es que son dos mujeres, Dani (Natalia de Molina) y Nasha (Bella Agossou), contra el sistema. Se convierten en amazonas. Ellas mantienen una guerra absoluta contra el sistema.
La película tiene mucho de homenaje al viaje que hace Alicia en el País de las Maravillas
Miguel Ángel Vivas
El escenario de la película es el edificio que los antidisturbios pretenden desalojar; es una localización clave en la historia.
Así es. El edificio es importantísimo. Por un lado es una imagen de España. En la última planta está representada la corrupción absoluta; en la tercera está Ramiro, que es el personaje que trabaja para los corruptos; en la segunda están aquellos a los que echan de su casa; y están los ciudadanos medios que miran para otro lado; y en el sótano están esos invisibles a los que echamos del país. Tenía la idea laberíntica del problema en el que se estaba metiendo Dani, y hay una tercera idea que es el libro de Alicia en el País de las Maravillas, una novela que me encanta y por eso metí a Dani colándose en esos agujeros que la van llevando a un mundo cada vez más extraño todavía. Ese mundo es realista pero también muy mental. Se muestra como una idea expresionista, más oscura. Ella va entrando en mundos nuevos. Tiene mucho de homenaje al viaje que hace Alicia en el País de las Maravillas.
Fotografía de Patandi
Si queremos que el mundo cambie, tenemos que empezar por hacerlo nosotros
Miguel Ángel Vivas
En la película se marca una línea muy fina entre el bien y el mal, ¿cierto?
La historia va por ahí. Es una llamada al espectador. Si queremos que el mundo cambie, tenemos que empezar por hacerlo nosotros. El problema no es si coges el dinero. Sino la decisión moral de cogerlo. ¿Quién quiero ser? Esa es la pregunta que acaba planteándose el personaje de Natalia de Molina, Dani. Quisimos meter en el guión a una inmigrante ilegal, negra, africana, ayudando a saltar la valla a una policía para que huya. Es una imagen que da la vuelta a la realidad. Es esa valla la que Dani tira con la furgoneta para empezar a romper las barreras sociales.
La película está marcada por un índice de testosterona muy alto, con el contrapunto de los personajes de Natalia de Molina y Bella Agossou. ¿Cómo ha sido el trabajo con ellas?
Son dos mujeres contra el mundo. Lo tenía claro desde el principio. Siempre quise que Natalia de Molina fuera Dani. Temí que no pudiera ser por tratarse de una actriz muy solicitada. Y cuando nos dio el sí pude respirar tranquilo. En el caso de Nasha (Bella Agossou) sí hicimos un casting. Fueron unas sesenta, setenta personas. Duró muchos meses. Hablé con ella, le pregunté de dónde es, me dijo que de Benin… Le pedí que me contara cosas de su país. Y me habló de las amazonas. Y me contó que hay una canción que la cantaban en su momento cuando iban a la guerra, y ya no había marcha atrás. Me gustó mucho aquello. Me cantó la canción y flipé con la letra. Dice que “este no es mi hogar, esta no es mi guerra, así que lo arraso todo y me vuelvo a mi casa”. Me quedé pensando y vi que realmente la película estaba ahí. Y cambiamos el principio y el final. Dani y Nasha están en un mundo de hombres luchando contra el sistema.
