Fernando Méndez-Leite, en su condición de presidente de la Academia de Cine, ha ofrecido el discurso institucional, agradeciendo su presencia a los políticos asistentes, entre ellos Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y recordando en el comienzo de su alocución a la figura de Carlos Saura. Esta ha sido su intervención al completo.
“Buenas noches Sevilla,
En Cantabria, en un paisaje maravilloso del norte de España, está a punto de nacer ‘El bosque del cine español’. La Academia de Cine, que tengo el honor de presidir desde el pasado mes de junio, plantará en los próximos meses todo un bosque de especies autóctonas, en la idea de compensar la huella de carbono que deja esta gala.
Y, como nosotros, lo harán también otras producciones españolas que colaboran en este proyecto que no es más que un pequeño gesto simbólico de la preocupación que los cineastas españoles sentimos ante las continuas noticias que nos alertan de peligro inminente por el cambio climático. Y ahora, si les parece, vamos a hablar de cine. Del cine español.
El fallecimiento ayer de Carlos Saura ha conmovido muy profundamente a toda la profesión cinematográfica porque era uno de los activos más brillantes de la cultura española. Y por supuesto a la Academia, que reconocía este año su polifacética obra, su talento y su entrega al cine en los últimos setenta años. Carlos, a quien admiraba como maestro y quería como amigo, se ha despedido de nosotros, de sus espectadores, estrenando esta misma semana su penúltimo trabajo. Y yo estoy seguro de que andará ya por esas galaxias en la preproducción de Esa luz, su película sobre la guerra civil, su proyecto más querido.
Presidente del Gobierno, autoridades, ni siquiera he tenido tiempo para el saludo protocolario, pero les agradezco mucho que hayan querido celebrar con nosotros la noche de los Premios Goya. Ustedes saben mejor que yo lo aburridos que son los discursos institucionales. Pero eso es lo que toca ahora.
Queridos académicos y amigos, creo que podéis entender la emoción que por razones bien distintas siento en estos momentos. He pasado toda una vida en las salas de cine, trabajando en la televisión y en las películas. Y ahora mis compañeros, casi todos insultantemente jóvenes, habéis tenido la ocurrencia de elegirme para que me dirija a todos vosotros en este magnífico auditorio de Sevilla para hablaros de cine. De nuestro cine.
Fui un niño abducido por las películas y en mi descargo alegaré que ya entonces mi cuota de pantalla era muy alta: de las 100 primeras películas que vi entre mis seis y mis nueve años, 40 eran españolas. Desde entonces, soy más que ninguna otra cosa, un espectador de películas, que esta noche se toma un respiro para recordarles lo que es la Academia de Cine.
La Academia es una institución viva que desarrolla múltiples y variadas actividades de carácter formativo y cultural, como las Residencias, el proyecto Rueda o el Campus de Verano, y otras culturales, asistenciales y de recuperación de la memoria de nuestro cine, y que organiza proyecciones abiertas al público, conferencias y coloquios. Y además, una vez al año, hacemos los Goya.
La Academia somos los del cine, cada uno con sus ideas, sus creencias y sus preferencias en todos los terrenos. Una entidad que toma sus decisiones democráticamente y que colabora con administraciones de distintos colores pero que mantiene una escrupulosa independencia y el máximo respeto a la libertad de expresión. He heredado de mi predecesor, Mariano Barroso, una institución en marcha y con un portentoso equipo técnico.
Parece ser que hemos llegado por fin al acuerdo de que el cine español pasa por un buen momento, un cambio de ciclo que ha supuesto el respeto del público, el reconocimiento de la crítica y premios en los más importantes festivales del mundo. Y una notable mejora en los resultados de taquilla de nuestras películas.
La pandemia ha afectado de manera especial al sector de la exhibición, que en las presentes circunstancias necesita el apoyo institucional y de la profesión. Las plataformas han sido decisivas para lograr la plena ocupación de técnicos y generan mucho trabajo para los intérpretes. Pero no olvidemos que el placer de ver y oír las películas en la gran pantalla es incomparable.
Este año se ha confirmado la tendencia de la incorporación protagónica de las mujeres a los más distintos oficios de nuestra profesión. Tres de las cinco nominadas a la Mejor Película están dirigidas por compañeras que dan una visión nueva sobre historias de ahora y de siempre. Son películas lideradas también por mujeres en la producción. Cuatro de ellas también están escritas por mujeres.
La industria del cine de Animación ha alcanzado un extraordinario desarrollo y no para de darnos alegrías. A sus profesionales, todo mi reconocimiento. Y ¡cómo no!, a los que hacen documentales que nos acercan a nuestras realidades presentes o pasadas. Finalmente, importa destacar el auge que vive el mundo de los cortometrajes. No lo olviden, el corto es cine.
La taquilla del cine español remonta en buena medida gracias a las películas comerciales que no suelen aparecer en las entregas de premios, pero de indiscutible importancia para nuestra industria y para los cientos de trabajadores que hacen el cine español. Reconozcamos también el esfuerzo de quienes hacen películas independientes y experimentales, quienes buscan nuevas formas de narración, quienes retuercen el lenguaje tradicional en una continua experimentación.
Y ya termino. En nuestra memoria están muy presentes aquellos compañeros que nos trajeron hasta aquí, muy especialmente nuestros fundadores y pioneros. En el décimo aniversario de su fallecimiento, la Academia creará un Premio Elías Querejeta en recuerdo del productor que abrió más puertas al cine independiente en tiempos difíciles.
Ministro Iceta, querida directora del ICAA, ministras y ministrables, como pueden ver este año no pedimos nada. Estamos muy contentos. Para las rogativas, los matices y las protestas ya nos veremos en los despachos.
Buenas noches y muchas gracias”.