El pasado Festival de Cine de Sevilla tuvo como protagonistas de uno de sus “Un café con…” a los directores de tres de sus películas programadas: Georgia Oakley (Blue Jean), Martin Jauvat (Grand Paris) y Emily Barbelin (To be loved by whom).
Blue Jean y Grand Paris han participado en la sección Historias Extraordinarias del certamen, mientras que To be loved by whom ha formado parte de Revoluciones Permanentes. Este encuentro tuvo como leitmotiv la idea de comunidad, de vínculos familiares, de amistades, en ambientes hostiles.

La cineasta británica nos traslada en Blue Jean a la Inglaterra de la década de los 80, con Margaret Thatcher al frente del país. En 1988 se promulgó la famosa Sección 28, una ley homofóbica, que se derogó en 2003, y que prohibía “promover la homosexualidad”. En ese ambiente hostil, la protagonista de la cinta, una profesora de gimnasia, se ve obligada a mantener su sexualidad en secreto. Esto le lleva a enfrentarse a su novia Viv, que sí vive abiertamente su condición sexual, y que estallará en paranoia cuando una de las alumnas de Jean empiece a frecuentar uno de los bares de ambiente a los que va la pareja.
Esta película le ha valido a Georgia Oakley el Premio del Público de las Giornate degli autori en Venecia. A la directora se le preguntó en este encuentro sobre el motivo de la elección de este momento en concreto de la historia de Inglaterra para situar el contexto de su argumento. A lo que ella respondió que “desde el principio de la producción siempre quería hacer una película que se desarrollase en los 80, pero con línea de comunicación con la actualidad”.
Por su parte, Grand Paris sigue la tradición de las películas en la que todo ocurre en 24 horas. Martin Jauvat nos presenta a dos muchachos de extrarradio sin mayor oficio ni beneficio que salen una mañana de su barrio a hacer un trabajillo para un mafioso y terminan siguiendo la pista de una misteriosa reliquia arqueológica que se topan en las obras de la futura línea de metro Grand París.

El realizador quiso recalcar en esta charla la libertad que ha tenido al escribir el guión en el que “las improvisaciones son pequeñas, pero el diálogo es importante”. Además de ofrecernos un prisma empático de la amistad.
Por último, Emily Barbelin en To be loved by whom combina la ficción con el documental a través de la experiencia de un grupo de trabajadoras migrantes en Bruselas. Abre una puerta desde la que el espectador puede acceder a una de las visiones más honestas de la prostitucion que se ha mostrado en el cine. En el que las mujeres crean su propia comunidad. En este relato se entremezclan los momentos de cotidianidad compartida, de unidad grupal fuera del burdel, y las noches en el club se entretejen con los registros con el móvil de una de ellas.
“Creo que había una urgencia para seguir trabajando en el tema. Para mí se trataba de ver algunas relaciones sociales, con el dinero, el lugar donde están encerradas… En Bélgica tenemos bares donde hay prostitucion, son bares de azafatas”, explicaba la realizadora.
Respecto al enfoque utilizado, a la utilización austera de las escenas, Emily Barbelin respondió que “en las escenas en el bar necesitaba poner una distancia con el público. Para que la gente no pudiera identificarse, y reflexionara”.
Fotografía de portada de Patandi.