En la 19 edición del Festival de Cine de Sevilla no han faltado las jornadas de “Un café con…”. En ellas el público ha podido acercarse al trabajo de parte de directores y directoras que han participado en el certamen, así como a sus propuestas. El pasado jueves se reunieron en un mismo encuentro Helena Wittmann, directora de Human Flowers of Flesh; Youssef Chebbi, director de Ashkal; y Nikola Spasic, director de Christina.
Human Flowers of Flesh, de Helena Wittmann, nos lleva a las aguas cristalinas de la costa de Marsella. En un barco anclado, hay una tripulación de hombres comandada por una mujer, Ida (Angeliki Papoulia). En esa serena convivencia veraniega, Ida se obsesiona con el mundo cerrado y masculino de la Legión Extranjera, hasta el punto de partir hacia su cuartel original en Argelia.
Tres propuestas muy diferentes
Por su parte, Youssef Chebbi presentó Ashkal, un hipnótico híbrido entre thriller policial, película política y filme de misterio que roza lo sobrenatural. Un hombre se ha prendido fuego en el barrio tunecino de los jardines de Cartago. El mismo barrio en el que se inmoló Mohamed Bouazizi en 2010, desencadenando la revolución de los jazmines. Solo que este nuevo suicida es un albañil sin conexiones políticas. Tras la pista del suceso, la joven policía Fatma, que lucha por hacerse ver y oír en un contexto masculino, y que junto al veterano Batal verá cómo empieza una desconcertante cadena de bonzos por toda la ciudad, unidos solo por una intrigante figura encapuchada y sin rostro.
El tercero de los participantes del encuentro fue Nikola Spasic, director de Christina. Se trata de una propuesta entre el documental y la ficción. Christina viste con un gusto exquisito, asiste a terapia y recibe a sus clientes en casa con elegancia suprema, prepara unas cestas para salir de picnic con sus amigos dignas de bodegón y visita el museo dedicado al pintor Sava Šumanović, asesinado durante la Segunda Guerra Mundial por los fascistas croatas. Nos muestra el retrato ficcionado de la vida de la protagonista, que se sitúa en las antípodas de la sordidez con que se ha vinculado tantas veces la experiencia trans.
¿Cómo surgen estas historias?
El punto de partida de estos tres largometrajes fue muy diferente. Nikola Spasic comenzó hace cinco años la tesis de su doctorado, y quería hacerlo sobre la docuficción. “Quería un protagonista que fuera tan fuerte para soportarlo”, explicó el realizador. Investigando en internet encontró a Kristina Milosavljevic. “Nos pidió que fuéramos a su casa. Era increíble, y lo primero que pensé fue que se podía hacer una película sobre aquel lugar”.
Para Helena Wittmann “el punto de partida de cualquier peli no es tanto la idea de hacerla, sino algo que me pase u observe”, comenzó. Para ella hubo dos aspectos importantes que conectaban la historia que quería contar. “El primero fue la experiencia de estar en un barco mucho tiempo, pudiendo observar la vida en el mar”, y el segundo su encuentro con la Legión Francesa. A partir de ahí trabajó en la relación de estos hombres, y en el papel que juega el mar en sus vidas, en su trabajo.
Youssef Chebbi encontró inspiración para su historia en el mismo barrio tunecino en el que se desarrolla. Comenzó a construirse en 2011, pero el proyecto fracasó. “El vecindario donde grabamos era un barrio muy seguro para gente rica. En 2011 este proyecto se detuvo. Hay un fondo político que ha sido muy interesante de explorar”, aseguró a los asistentes al encuentro. “Cuando entras te das cuenta de que te están observando desde todos sitios. En otros barrios conoces a tus vecinos. Pero este estaba vacío. Esa sensación tan rara me dio el deseo para hacer una peli”.
Fotografía de portada de Patandi.