Es la directora de Andalucía Film Commission desde 1998 y miembro de la AAMMA (Asociación Andaluza de Mujeres de los Medios Audiovisuales). También ha estado en las juntas directivas de Spain Film Commission y European Film Commission Network. Ha sido directora técnica del Festival de Cine Europeo de Sevilla durante cinco años. En 2006 publicó Cine y Turismo: Una nueva estrategia de promoción, junto a Carlos Rosado. Ha impartido numerosos seminarios y conferencias… Piluca Querol es, sin duda, una voz muy autorizada para hablar sobre cine. Gatrópolis ha tenido el placer de compartir una interesante conversación con ella para conocer algo más, entre otras cosas, de las vicisitudes de una institución tan necesaria como Andalucía Film Commission.
Para ubicar a los lectores de Gatrópolis, ¿podrías hablarnos un poco de tu intensa trayectoria profesional?
Empecé en la producción de espectáculos, en la producción teatral, gracias a la Expo de Sevilla. Que no solo me sirvió para trabajar, sino para conocer todo el desarrollo que hay detrás de las producciones. Siempre me habían atraído el teatro, la danza, la música, el cine… Y gracias a la Expo descubrí el trabajo que había detrás, y es para lo que me he formado fuera. Entonces era difícil conseguir una formación especializada. Seguí en la producción de teatro y espectáculos en Port Aventura. Decidí regresar a mi tierra, a Sevilla, y tuve la enorme suerte de encontrarme con Carlos Rosado y Eduardo Trías, que entonces ponían en marcha la Asociación Audiovisual. Me llamó mucho la atención todo lo que hacía esa fundación, de poner en marcha la Andalucía Film Commission.
Tuvimos que mirar mucho hacia fuera, porque no existía ningún referente en España. Éramos conocedores de que contábamos con los dos principales valores para promocionar Andalucía: industria y talento y las localizaciones. Y ya son 20 años.
Para quien no esté familiarizado con el tema, explícanos un poco qué es Andalucía Film Commission, cuál es su función en la industria, cómo funciona…
La denominación “film commission” es una denominación internacional. Como puede ser Cámara de Comercio. ¿Por qué utilizamos un anglicismo? Para que nos encuentren productores y localizadores que están buscando un emplazamiento para su producción. Servimos como primer contacto en un país y en una región, sobre localizaciones, gestiones burocráticas-administrativas, y lo que es más importante para nosotros, ponerles cuanto antes en contacto con nuestra industria local. Hacemos una labor de promoción, acudimos a mercados internacionales: Berlinale, Cannes… Ahora también nos han invitado a un festival en Italia, al American Film Market… A través de Spain Film Commission vamos ahora a Shanghai. Es una constante campaña de promoción.
También se llevan a cabo gestiones con instituciones públicas, ¿verdad?
Sí. Durante todos estos años hemos intentado adecuar nuestro servicio. Por eso hemos hecho convenios con muchísimos ayuntamientos y diputaciones provinciales, a las que les proporcionamos una formación. Explicamos cómo funciona realmente un rodaje, para intentar unificar una respuesta en ordenanzas municipales. Para nosotros es muy importante esta red de ciudades de cine, porque son las que atienden directamente el rodaje en todo lo relacionado con las operaciones de 4:04, para ponerles en contacto con el sector empresarial local. Además pusimos en marcha en 2006, gracias a nuestro patronato, a la Radio y Televisión de Andalucía y a Turismo andaluz, lo que es el plan estratégico de turismo cinematográfico. Poner en valor esos escenarios que han aparecido en la gran pantalla, para que el viajero que ya viene a Andalucía tenga la oportunidad de descubrir, además de nuestra gastronomía, nuestros monumentos y nuestro folclore, todos esos escenarios de cine. No solo de los años en los que nosotros hemos trabajado y atendido a los rodajes, sino también de nutrirnos de esa filmografía tipo Lawrence de Arabia, que se rodó en Almería y en Sevilla, y que sigue siendo una obra cinematográfica de culto. Fue complicadísimo sacar la primera ruta de cine, la de Alatriste. Porque los productores decían: “¿cómo te voy a facilitar la información y la fotografía si todavía no hemos estrenado la película?”. Nosotros íbamos a acompañar a la difusión, íbamos a darle una oportunidad al turista de conocer la película a través de las localizaciones.
¿Es compleja esta labor de difusión en distintos ámbitos?
Para eso estamos. Hoy en día formamos parte de la European Film Commission Network, de toda la red film commission europea. El año pasado estuvimos en Bruselas. Todo el tiempo intentando convencer a nuestra sociedad de que los rodajes no son un fastidio, aunque te corten las calles de tu barrio, pero nada comparable con la repercusión en la economía que ello supone. También intentamos que los productores no paguen cualquier precio por venir a rodar. Porque hay una competencia enorme en el mundo, hay muchos gobiernos que llevan muchos años con políticas agresivas para traer los rodajes, porque son todos beneficios y ventajas, además de disfrutar de la magia del cine. Que tu pueblo, como en el caso de Osuna, sea invadido por extranjeros que quieren disfrutar de tu ciudad, de tu gastronomía… Y ya tenemos los datos de lo que ello supone de beneficio que tu localidad aparezca en la gran pantalla.
Este año se celebra el 20 aniversario de la creación de la AFC, ¿qué diferencias encuentras en la forma de hacer cine con respecto a sus comienzos? ¿Cómo ha evolucionado?
Ha cambiado muchísimo. Verdaderamente es un sector, una industria, que ha evolucionado muchísimo, que ha sufrido mucho que nuestras administraciones públicas no hayan evolucionado al mismo ritmo. Aquí vengo a señalar la enorme admiración que tengo por los empresarios/as productores/as que sacan adelante proyectos audiovisuales con una legislación cambiante. Estoy hablando a nivel nacional. Aprovecho para decir que Andalucía sí que ha contado en todos estos años, yo he trabajado directamente con un apoyo por parte de su televisión regional, por parte de Canal Sur y de la Consejería de Cultura. Si hubiera mayores presupuestos, todos sabemos que sería mucho más ventajoso para todos. Pero al menos ha sido constante, que eso en estos años es un valor. Porque muchas comunidades autónomas y muchos ayuntamientos han sufrido un freno que ha sido letal para muchas empresas y para muchos creadores.
En todos estos años, de verdad, estamos trabajando cada día, y aprendiendo en cuestiones legislativas, en gustos… Ha habido épocas en las que hemos tenido un cine más de autor, que sería cualquier ciudad, cualquier emplazamiento, incluso no considerado bello. Un cine más social, por lo que puede ser cualquier barrio de la ciudad. Otras épocas en las que hemos tenido un cine más histórico, de acción. Y desde el 2015 lo que es la ficción televisiva. Que son otros planteamientos, pero que es interesantísimo porque nos da la oportunidad de desarrollar un trabajo más ágil, más rápido, más inmediato… Sí que la industria y el sector, que vuelvo a recalcar mi admiración por esos profesionales que han tenido que enfrentarse a grandes retos, y, quizás, todo lo que es nuestra administración y burocracia tienen todavía un reto por delante, que es estar a la altura de las necesidades.
Hace unas semanas presentasteis la memoria correspondiente a 2017 con números de récord, convirtiéndolo hasta la fecha en el mejor ejercicio desde el nacimiento de la AFC. ¿Qué balance haces de estas dos décadas?
Somos ambiciosos y creemos que si contamos con mayores infraestructuras, si apoyamos en la agilidad que el sector privado requiere en cuestiones legislativas, de permisos y de incentivos, podríamos optar a mucho más. Celebramos que hemos cumplido un año muy interesante, llevamos ya unos años en los que afortunadamente se ha ido recuperando. En la memoria de 2017 señalamos que notamos tres puntas del año en las que no se podían encontrar a profesionales libres para trabajar. Eso es un reto en el que llevamos tiempo insistiendo, como las industrias auxiliares, de servicios; no para la creación de una nueva escuela de cine, sino más para lo que podría ser la formación, como están haciendo en Inglaterra, de industrias auxiliares de técnicos y profesionales. Y que también nos preparemos mejor para poder atender a producciones internacionales. Que nuestra industria y nuestros profesionales estén preparados, que ya son buenos, pero que puedan trabajar con el mercado anglosajón y con producciones internacionales.
Andalucía, un gran plató
¿En qué momento crees que ha estado ese punto decisivo para el despunte a la hora de que tantas producciones quieran rodar en Andalucía?
En 2013 en el caso de Exodus, de Ridley Scott. Fue un reto enorme y un tipo de producción que vino aun sin contar en aquel momento con incentivos fiscales. Tuvimos la suerte, ya han sido en dos ocasiones, con Ridley Scott. Él mismo nos recriminaba, cuando buscábamos localizaciones para este proyecto, que por qué España no contaba con incentivos fiscales. Él es un enamorado de Andalucía. Pero es verdad que las grandes producciones no solo se pliegan a los deseos del director, sino también a la economía y al incentivo fiscal a menor coste. No del profesional, sino que el Estado fomente esa atracción de rodaje. Ese año fue bastante determinante. Comenzábamos a vislumbrar que pasábamos de la crisis que afectó a todo el mundo en general, y nos sirvió para estar en el foco, y que te miren desde fuera. Al año siguiente empezamos con Juego de Tronos. Que repitan profesionales y empresas es ya un punto de calidad. Profesionales que tienen la oportunidad trabajar y vivir la experiencia. Si tuviera que poner una fecha sería la de Exodus y Ridley Scott. Además, fue muy apasionante. Fueron muchos meses con un estrés muy grande, pero con un resultado increíble.
A partir de 2015 se puso en marcha este incentivo fiscal, por el que hemos peleado y trabajado mucho desde las Film Commission, no solo hablo de Andalucía. Apoyamos a esas empresas de servicios que no son productoras cinematográficas, pero son importantes. Porque son empresas que nos traen ese otro tipo de producciones que no tiene nada que ver con nuestra cultura, que no promocionan en muchos casos nuestro talento, eso es cierto, pero que son muy necesarias no solo en España sino en todos los países. Esas producciones son las que nos ayudan a formarnos. Y también que los profesionales de nuestra cinematografía autóctona puedan pagar las facturas, que tengan trabajo todo el año. Que por otro lado sería muy complicado solo con producciones propias.
En enero se estrenó una serie de la magnitud de La Peste con Alberto Rodríguez y Rafael Cobos. En los últimos años muchos han sido los profesionales andaluces que han conseguido premios Goya en diversas categorías, ¿en qué momento crees que se encuentra la industria del cine en Andalucía?
Estás mencionando a profesionales con los que empezamos. Cuando comenzábamos nosotros, ellos lo estaban haciendo con sus cortometrajes. Te voy a contar una anécdota personal. Cuando vi por primera vez La isla mínima en el Festival de San Sebastián. Primero quedé impactada por la película, pero cuando aparecieron los títulos de crédito y empecé a ver los nombres de tantos profesionales y personas de enorme talento y de enorme esfuerzo y trabajo, yo me emocioné. Recordaba esos cortometrajes y me emocioné muchísimo al ver que verdaderamente habían conseguido hacer esa gran obra. Que se haya rodado La Peste, ni en nuestros mejores sueños nos lo podrían haber dicho. Es una producción nacional de Movistar, pero que haya contado con todo el equipo, todas las localizaciones y todo el talento andaluz, es increíble y fantástico. El año pasado, y a lo largo de este también, contamos con producciones andaluzas con presupuestos dignos, y con una proyección y difusión en mercados internacionales, que podemos estar muy, muy orgullosos.
Veo que además del componente profesional está también el factor emocional, ¿verdad?
Sí. Yo tengo la enorme suerte de trabajar cada día con una serie de profesionales a los que admiro mucho. Me parecen absolutamente increíbles sus apuestas, los riesgos que corren a la hora de abordar una producción. Creo que tenemos muchos datos sobre la mesa para saber que esto no es un momento, sino fruto del trabajo de muchos años. E insisto con una inversión privada personal de cada uno de estos profesionales, que deberíamos dar un paso más y abordar cuestiones formativas para industrias audiovisuales y mayores infraestructuras. Nosotros hemos hecho la propuesta en el caso de la Ley del Cine de Andalucía, buscar fondos de inversión para la producción. Lo que se llama film fonds. Ya hay datos determinantes que afirman que esto tiene un feedback en nuestra economía, en nuestro empleo, en nuestras administraciones públicas y demás. Hay muchos retos cada día.
Siempre se ha dicho que en Europa el cine ha sido más un tema cultural que industrial, como pasa en Estados Unidos. Pero con el paso de los años esos límites parece que se han ido fusionando, ¿cómo lo percibes tú?
Nosotros cuando empezamos nos encontrábamos con muchas reticencias por parte de muchos ayuntamientos y demás que no querían que se contaran historias violentas o emplazadas en otras localizaciones que no fueran Andalucía, que fuéramos otros países. Para que Halle Berry saliera de La Caleta como si estuviera en Cuba, sufrimos mucho. Y llegamos a enfrentarnos a situaciones increíbles como que se nos prohibía que atendiésemos rodajes en los que había disparos. Bienvenidas todas las historias. Eso lo hemos peleado mucho siempre, que no fuéramos en ningún caso inquisidores en las historias, sino que diéramos apoyo a todas. Porque efectivamente tiene una connotación económica y de industria. Las producciones publicitarias también son importantes, las televisivas… No solo el cine.
En este sentido nos encontramos con el documental. ¿Cómo ves la evolución que está teniendo desde hace algún tiempo?
Ha sido tan maltratado en los últimos años… Es fundamental para dejar constancia de nuestra memoria, de nuestra historia, de nuestra cultura. Ahora, ya está siendo mejor considerado en nuestra producción, como algo propio. Por eso hay que tener en cuenta a las nuevas generaciones. No me imagino a un chaval en Wisconsin o en Budapest acudiendo a un libro de una estantería para conocer a La Alhambra o a Medina Azahara. Yo me lo imagino frente a una pantalla, y a través de la ficción o por medio de noticias de Twitter, descubriendo emplazamientos. A ese hilo y a esa pantalla tenemos que dotarles de contenido. Nuestras historias tienen que ser contadas. Es cierto que nos hemos centrado en atraer producciones internacionales, en facilitar producciones nacionales, pero es importantísimo, y nos remitimos a los números del resto de Europa, hacer una gran inversión en nuestras producciones audiovisuales. Ahí están los ejemplos de Inglaterra, de Francia o de Italia.
Andalucía y el cine andaluz necesitaban la irrupción de una institución como AFC y, de hecho, lo están agradeciendo con esta positiva transformación. Para promocionar a la región hemos recurrido siempre al tópico de Lawrence de Arabia y la Plaza de España de Sevilla. Ahora ya son otras muchas las localizaciones promocionadas gracias al cine. ¿Cómo lo ves desde tu perspectiva?
De nuevo me remito a La isla mínima. Nos han invitado muchos foros internacionales para hablar sobre el cine, el turismo, las iniciativas llevadas a cabo a través del libro Las rutas del cine… Es muy admirable que desde aquí nos hayan descubierto una parte de nuestra historia y unas localizaciones desconocidas. Emplazamientos que están aquí al lado. Y esto ha servido para el beneficio económico de pequeños municipios y poblaciones.
¿El cine es también una manera de hacer turismo?
Por supuesto. Con el cine se pueden descubrir muchísimos lugares. Te sorprenderías con historias agradables contadas por gente que nos cuenta que se enamoró de Andalucía a través del cine. Con él no solo conocemos lugares bonitos, como playas, ciudades o pueblos, sino también historias preciosas, que son próximas y nos reafirman en la idea que tenemos. También te podría mencionar Solas. Esa película nos cuenta una historia muy dura, local pero con una proyección internacional, universal. Bienvenidas, por eso, todas las historias. Eso es algo por lo que también hemos luchado. Nos valen todas las historias, sean violentas, alegres, fantásticas, porque el cine no solo proyecta la imagen de una bella playa sino también esa influencia que tiene en la sociedad; y ahí está también Thema & Louise, todo un icono del feminismo que nos muestra localizaciones maravillosas pero también la historia de dos mujeres que huían de una realidad terrible. El emplazamiento que aparece al final de la película se ha convertido en un punto de encuentro de muchas mujeres que van allí en peregrinación.
Fotografía de portada de Patandi.