La idea partió de la lucha de unos padres por hacer visible la enfermedad de su hija. La apuesta encabezada por Dani Rovira y secundada por otros altruistas personajes de organizar un largo viaje en bicicleta de Barcelona a El Vaticano para visitar al papa Francisco, ha dado lugar a esta magnífica película documental de la que su directora nos cuenta sus impresiones. Como Paola García Costas dice, “un canto a la infancia”.
Todos los caminos es un documental que trata de dar visibilidad a una enfermedad, el Síndrome de Rett, y a la lucha de unos padres para que se conozca y se investigue sobre ella. ¿Cómo nace este proyecto de filmar el reto que se propuso realizar este grupo de valientes encabezado por Paco, el padre de Martina?
A Dani Rovira y a Paco, el padre de Martina, les conocí con mi anterior película. Una película documental que también trataba el Síndrome de Rett, aunque desde otra perspectiva, y concursó en los Goya. Conocí a Dani en la Academia, le gustó el documental. La película tuvo además bastante reconocimiento en festivales internacionales, y luego estuvo aquí en salas de cine. El papá de Martina, que es de Badajoz, vio la película en un cine de allí. Mantuvimos el contacto, y cuando deciden al año y medio hacer esta prueba deportiva, me llamaron por teléfono para saber qué podríamos hacer. Lo que iba a empezar siendo algo para dar visibilidad como algún cortometraje, vimos que había una tonalidad de personajes y una serie de acontecimientos durante la prueba, que había material para que se convirtiera en largometraje. Después de grabar la prueba deportiva de 15 días, esa hazaña épica, decidimos grabar en cada uno de los lugares de España donde vivían los personajes. Nos fuimos a Badajoz con el padre de Martina y su familia, siguiendo la vida de ella misma y de otras niñas Rett. De Alicante es Germán, el bombero, que es amigo de Paco y hace de guía. Dani, que vive en Madrid, y que junto con Martín que también hace la prueba. Esto servía para entender cómo cuatro personas tan diferentes, que vienen de caminos distintos, convergen en uno común por visibilizar lo que es invisible, que es una infancia con una enfermedad. La película sobre todo es un canto a la infancia, al derecho a ser niño por encima de cualquier etiqueta, de cualquier enfermedad. Un canto a ser feliz, pero sobre todo a la alegría de vivir. Y a través del cine conseguir hacer visible lo invisible por medio de Dani Rovira que es un protagonista maravilloso, que se muestra en su primera película documental inmensamente valiente, auténtico, generoso. Él es la luz que hace visible a todos los niños y niñas, y el derecho a ser niños por encima de todo.
En el documental vemos, como has comentado, las escenas que pertenecen a la prueba en sí, y también el día a día de los protagonistas. Desde la perspectiva de la dirección, ¿cómo fue el rodaje? ¿Cómo lo viviste?
Fue muy emocionante porque se creó una sinergia muy bonita entre los personajes que había delante de la cámara y el equipo que había detrás. Pero también fue un rodaje durísimo, porque ten en cuenta que durante dos semanas estuvimos cada día en un sitio distinto, con muchas horas en bicicleta, con muchos días de lluvia, incluso, a veces, diluviando, con muchas horas perdidas… Fue muy duro; un desafío positivo. Pero pese a que hubiese días muy duros donde ellos lo pasaron tan mal, siempre estaba Dani para poner su nota de humor como antídoto, y el resto para poner la amistad como respuesta a la adversidad.
El elenco de participantes en el reto es de lo más variopinto. Está Paco, el padre de Martina, que es militar; Dani Rovira, actor y humorista; Germán, bombero; y Martín, entrenador personal. Una de las grandezas del ser humano, como demuestra este equipo, es unirse para luchar por un bien que está por encima de todo, sea cual sea el origen o la causa, ¿no?
Ese es el camino común. Todos los caminos son desde los que venimos, y al final como ser humanos compartimos uno común, que al final es el amor, el hecho de haber sido niños, el derecho a ser feliz, a tener una vida digna… Y que por encima de la enfermedad, el espectador vaya a disfrutar de la película. Primero porque es una montaña rusa de sentimientos. Lloras, ríes, ríes, lloras… Es una road movie muy emocionante dicho por los espectadores que ya la han visto. Al final puedes entender al otro, porque todos tenemos nuestras circunstancias, pero todos reímos, lloramos, hemos sido hijos e hijas de, hemos sido niños, padres, madres, primos… Eso es un espacio común que no entiende de idiomas, ni de países, ni de fronteras, que hace que conectemos como seres humanos.
La relación que existe entre los personajes es muy natural y traspasa la pantalla. Como dices, cuando uno flaqueaba, ahí estaban los demás para animar a su manera, creándose una comunión y una camaradería. Todo fluye sin impostura ni guion…
Sí, es muy interesante en la prueba deportiva que son cuatro personas que apenas se conocen entre ellas y que tienen que convivir durante dos semanas, y lo van a hacer realizando una prueba deportiva durísima. Cada día van a vivir horas y horas en bicicleta y eso va sumando, afectando física y mentalmente. Es muy bonito ver cómo ante la adversidad está la amistad, y el espíritu de equipo, al final, es la respuesta a los obstáculos. Es una metáfora de la vida. Por encima de todo ello, lo que nos queda es poder compartirlo con el otro, la amistad como respuesta.
Todos los caminos es una película donde constantemente el espectador va pasando por distintos estados de ánimo, desde la tristeza a la alegría; todo un abanico de sensaciones, llegando incluso a la lágrima. Pero aunque toque un tema tan complicado como el Síndrome de Rett, y todo lo que lo rodea, a uno cuando la ve se le queda un poso de esperanza, de alegría y de ganas de comerte el mundo.
La intención de la película es ser un canto a la vida, nada más lejos de la realidad. Aunque podría parecer que parte de un tema duro, como la enfermedad en la infancia, es un canto a la alegría de vivir. Es una defensa a la infancia por encima de todo, y es una reivindicación a ser felices. Porque a pesar de las circunstancias, la gente merece ser feliz, y es un recuerdo a los niños que fuimos y los niños que somos. Porque los niños que fuimos y los niños que somos muchas veces nos pueden salvar de los inconvenientes de ser adultos.
Dani Rovira ha hablado en varias ocasiones sobre la importancia que tienen los niños en nuestras vidas, y la poca relevancia que les damos, ¿no? Estamos muy cercanos a ellos, pero como que no les damos el sitio que merecen en la sociedad.
En este país se habla muy poco del derecho a la infancia, de los niños, porque ellos no votan, porque no tienen dinero para pagarse un abogado… Y los niños son el valor más grande que tenemos, son los ciudadanos del futuro. De ellos depende todo, son la vanguardia. Entonces hay que defenderlos. Dani Rovira defiende la infancia en palabras mayúsculas. La película intenta ser una bandera del Síndrome de Rett, y sobre todo una bandera al derecho a ser niños, niños felices por encima de cualquier circunstancia. Y también el derecho de los adultos de no olvidar los niños que fuimos, y poder permitirnos seguir siendo niños, poder seguir jugando en otro códigos. No podemos perder de vista que muchas veces nos vemos abrumados, justificadamente además por muchos problemas, pero como dice Dani, seguimos vivos, y mientras hay vida, hay esperanza.
Hay un momento de la película en que los padres de Martina hablan del momento en el que conocen la enfermedad y deciden mover cielo y tierra para que se avance en la investigación sobre el Síndrome de Rett, ¿qué valor le das a esta labor tan grande que están haciendo y a lo que están consiguiendo?
Paco me pone los vellos de punta. Paco es un ejemplo del auténtico héroe. Es un hijo de vecino que ha conseguido que a través de la lucha incansable y del amor del apoyo incondicional de Marina, su compañera, poner en marcha en menos de 3 o 4 años una línea de investigación en el hospital San Juan de Dios, que no lo han hecho ni administraciones, ni farmacéuticas. Y eso lo ha conseguido él, una persona de a pie, que no tiene supuestamente poder, pero que tiene el poder más grande que es el de la lucha y del amor. Paco para mí es David contra Goliat. Y David ganó porque fue suficientemente fuerte, paciente y constante para esperar a que Goliat se acercara para darle el tiro de gracia. Paco es el héroe en palabras mayúsculas, además de carne y hueso. Lo que me ha enseñado, y lo que me enseña Marina, es dónde está la verdad y qué es realmente importante en la vida. La gente inicialmente entra para ayudar a su causa, pero ellos son los que terminan ayudando al resto con su ejemplo de vida. Paco es un ejemplo de vida, y desde la dignidad más absoluta.
El documental se estrenó en el marco del Festival de Cine Europeo de Sevilla, ¿cómo fue la experiencia vivida en el Teatro Lope de Vega? ¿cómo fue acogido por el público?
La respuesta fue abrumadora, porque todo el teatro se puso en pie con una ovación de más de 5 o 6 minutos. Estábamos todos emocionadísimos. Había gente de allí que me decía que nunca había vivido una ovación como esa. Una emoción y una alegría… En la película entras en una montaña rusa y acabas aplaudiendo al hecho de vivir. La historia tan impresionante de Paco, de su camino incansable, que es un ejemplo para todos. De que si él, su mujer y sus niñas son capaces de ser felices, de vivir y de reír… Para nosotros es como una lección de humildad. La acogida ha sido muy bonita, todo el equipo lo vivió con mucha alegría. Esperamos que se vea para que mucha gente conozca esta realidad desconocida del Síndrome de Rett. Concursamos en los Goya, y aunque nadie hace cine pensando en los premios, entendemos que los Goya son una plataforma de visibilidad para la película, y en consecuencia para la causa social que transmite. Por eso es muy importante que el documental lo vea mucha gente. Es una película hecha para el disfrute de todos los públicos, porque tiene capas donde cada uno puede sentirse identificado y sacar sus conclusiones y sus sentimientos al respecto.