Nuria Mediavilla debutó tras un micrófono a los 7 años, poniendo voz a Shirley Temple en La pequeña coronela. Desde entonces, su carrera y su vida han estado ligadas a los micrófonos; además de llevar esta profesión en la sangre, gracias a su padre Pepe Mediavilla, recientemente fallecido. La actriz ha sido la voz de Winona Ryder, Rachel Weisz, Cate Blanchett, Nicole Kidman, Juliette Binoche, Cameron Díaz o su preferida, Angelina Jolie. Regalándonos trabajos memorables como Galadriel en la trilogía de El Señor de los Anillos o como Virginia Woolf en Las Horas. Este año ha regresado a Sevilla Ficción, un lugar donde se le admira y se le quiere a partes iguales.
Este año regresas a Sevilla Ficción tras tu visita del año pasado, ¿qué significa para ti volver a este evento?
Sevilla me encanta, me tiene enamorada. Y con la organización de Sevilla Ficción estoy encantada. El año pasado ya intentaba venir mi padre; este año también, pero he venido yo en su nombre y en su lugar.
Eres actriz de doblaje desde los 7 años, cuando debutaste en doblaje tardío, en La pequeña coronela (1935), poniendo voz al personaje de Shirley Temple. Tras una trayectoria profesional tan fructífera, ¿qué balance haces al respecto?
¡Ha habido de todo! Un balance muy bueno. Me ha llevado a sitios magníficos. He crecido con la voz, como persona, a través de mis personajes. También he integrado la voz a caminos personales muy bonitos para crear talleres y así acompañar a la gente que quiere trabajar con su voz.
¿Qué preparación exige el enfrentarte a cada personaje? ¿Se requiere un proceso distinto según el género, el tipo de producto…?
El proceso de preparación te lo dan ellos, en este caso las actrices que doblo. Son ellos los que ya tienen todo un proceso preparado, y mi trabajo consiste en captar lo más rápidamente posible la esencia que ellos le han querido dar, para poderlo transmitir con mi voz.
¿En qué momento crees que se encuentra el doblaje en España?
Está en un momento así… también el mundo está en un momento complicado. Están haciendo cosas muy buenas, pero creo que se está perdiendo la manera artesanal de hacer. Ahora se hace de una forma muy industrial. Antes nosotros en sala aprendíamos de nuestros compañeros, ahora todo eso se traslada a las escuelas, y hay algunas muy buenas en España. Nos toca a mi generación recuperar y transmitir esa forma artesanal de trabajar.
En un momento en el que se ha instalado la tendencia a visionar las series y películas en V.O.S., ¿qué percepción te llega por parte del público? ¿Piensas que en este país se valora lo suficiente el trabajo del actor de doblaje?
No sé si hay que valorar el doblaje en sí, si el doblaje debería existir o no. Lo que pienso que se tiene que valorar es si es un buen doblaje. Creo que siempre hay que compararlo con el original. Si tú tratas tu trabajo con respeto e intentas no traicionar al actor que sale en pantalla… para mí eso es un buen doblaje. Y eso sí que debería valorarse, debería verse cuando hay todo un trabajo detrás.
¿Ha habido alguna ocasión en la que el trabajo del doblador ha supuesto un plus de calidad con respecto a la versión original?
Creo que eso no debe ser. Nuestro trabajo es hacer lo que ya se ha hecho, ni más ni menos. El doblaje es dejar de existir nosotros para poder canalizar a través de nuestra voz, y yo no puedo inventarme nada. No puede entrar mi juicio ahí. Mi trabajo simplemente es transmitir lo que ya se ha hecho. Esté bien o esté mal, porque el bien y mal es muy relativo. A mí me puede gustar y a ti no.
El doblaje siempre ha estado muy presente en tu vida y en tu casa, sobre todo por tu padre, Pepe Mediavilla, ¿qué te ha enseñado?
A amar esta profesión. Eso es lo básico. Y a trabajar desde el corazón.
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.