Niño de Elche ha visitado el Festival de Cine de Sevilla con motivo de la presentación del documental Canto Cósmico (de Marc Sempere-Moya y Leire Apellániz). Este trabajo nos acerca al artista y la visión que éste, y otros profesionales, tienen sobre el arte. Nos ofrece nuevas propuestas que rompen los esquemas establecidos, y que nos acercan a una música fuera de convencionalismos.
Has venido al Festival de Cine de Sevilla para presentar Canto Cósmico, de Marc Sempere y Leire Apellániz, tu figura y tu arte, ¿cómo te llega la idea?
Hace siete años Marc Sempere me lo propuso, después de reencontrarnos en el Festival Zemos 98 en Sevilla, donde presenté un disco, Voces del extremo, que me produjo Pony Bravo. A partir de ahí nos reencontramos y nos citamos en mi casa en Elche, y me lo propuso.
¿Esos siete años se deben a que ha sido un trabajo gestado durante este tiempo o porque no ha sido hasta ahora el momento propicio?
Se ha ido gestando. Las películas tienen una concepción compleja a la hora de la producción, también en el discurso. Hace siete años, cuando me propone esto, no me conocía casi nadie. Ha ido todo transformándose mucho, ha habido muchos cambios personales y artísticos, y se entendió que ahora había llegado el momento. Empiezas un proyecto y a veces tienes que esperar. Si no eres impaciente esperas hasta que sientes que aquello ya se ha conformado. Y Marc lo sintió y así fue.
¿Qué sientes cuando te dicen que quieren hacer una película sobre ti y tu música?
Hace siete años, imagínate. No entraba en mis planes. Estaba luchando por dedicarme a esto, y que se entendieran un poco las cosas que hacía. Fui viendo que Marc se lo trabajó muchísimo, después buscó apoyos, la codirección con Leire Apellániz, producción… Una de mis premisas era que no se hablara de mí de una manera directa, y eso se ha conseguido, por eso estoy contento. Mi discurso va cambiando, mi forma de pensar va cambiando… Entonces sí que estoy contento de que no sea ni documental ni una película al uso, sino que sea un híbrido de cosas que habla más allá de mi persona. Habla de la España contracultural y también de los heterodoxos de una manera muy radical.
Aunque no sea un documental directo sobre tu vida, sí que es cierto que entra en tu casa. Vemos en su cotidianidad a tu madre, a tu padre, a tu sobrina… ¿cómo ha sido mostrar esa parte de tu intimidad en un formato como éste? ¿cómo lo has llevado?
En cierta forma bien. Les dije a Marc y a Leire que ellos hicieran el trabajo, que yo no iba a ser una llave para que convencieran a mi familia o a los artistas amigos que aparecen. Si les convencían, tenía que ser por su discurso, por lo que querían contar. Y lo consiguieron. Son muchos años por parte de Marc trabajando y reflexionando sobre qué suponía mi figura en este pandemonio de desfile. Los convencieron ellos, yo no tuve que hacer mucho. Y me sorprendió. La película nos ha cambiado a todos.
Al comienzo del documental, a través de una voz en off, hablas sobre los miedos y los temores que te han acompañado desde la niñez, ¿qué influencia han tenido al hacer tu música y en tu forma de entender el arte?
Primeramente los temores son un bloqueo para mí, pero la práctica artística y el arte me ayudan a superarlos. Es el mecanismo para superar todos esos miedos, y en eso continúo. Ahora esos temores, más que en un trauma, se han convertido en un espacio de creación, de inspiración.
En el documental se ofrece el punto de vista de varios profesionales sobre la manera de entender la música o de hacer arte. En tu caso, ¿cómo entiendes el arte?
Yo lo entiendo como unas formas de hacer, y sobre todo, que nos ayudan a generar nuevas realidades. Y de esas nuevas realidades pueden surgir palabras como la liberación del ser, la espiritualidad, la revolución, no pensar, el amor, la amistad… Seguir extendiendo la percepción del ser humano. El arte para mí es eso. Cuando se dice que puede existir un arte que cambia, es porque es eso. No tanto un arte que opera desde la lógica, la política o lo social, sino desde un sentido convencional. Ese tipo de arte lo abandoné hace tiempo. Sino un arte que nos puede sugerir nuevas realidades para que nuestro espíritu llegue a otros sitios.
Un poco en esa línea, en un momento y en una sociedad como ésta, en la que a todo se le quiere poner etiquetas, y en la que el arte parece que tiene que hacerse desde una perspectiva convencional, ¿cómo lo vives a la hora de hacer tu música?
A veces lo vivo con un poco de desidia, con un poco de tristeza y de desasosiego. Un mundo que necesita etiquetar, es un mundo conservador, y supuestamente vivimos un mundo mucho más abierto que antes. Vivimos en esa contradicción constante. Ahora tengo la suerte paradójica de que puedo poner en pie algunos proyectos que tengo en mente. Pero con muchas más dificultades por eso que apuntas, no es un trabajo catalogable.
¿Qué te gustaría que consiguiera Canto Cósmico? o ¿qué te gustaría que despertara en la gente cuando lo vea?
Esta pieza artística tiene por un lado la reivindicación de todos los personajes que aparecen. Que son personajes que en muchas ocasiones han sido desechados por la sociedad. No hay ninguno que no haya comenzado a ser reconocido hasta hace poco. Pasando por Israel Galván, Angélica Liddell, C. Tangana, Pedro G. Romero, Los Volubles, Raúl Cantizano, Miguel Álvarez-Fernández, Ramón Andrés, que no le han dado el Premio Nacional de Ensayo hasta hace unos días… Son gente que fueron apartadas de las lógicas culturales y sociales en la convención. Y ahí está esa reivindicación, de que tenemos que seguir escuchando más, y hacerlo antes, estar más despiertos. Y por otro lado, está mi familia. También fueron personas apartadas en algún momento, trabajadores muy humildes… Es una película que habla de las paradojas de una sociedad, como la española, y de lo que supone España, nuestra cultura. Creo que ahí hay algo que nos va a seguir dando que pensar.
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.