El próximo viernes 23 se estrenará en los cines la primera película de Nicolás Pacheco, un joven realizador que ya ha recibido el reconocimiento en festivales como la Seminci de Valladolid o el de Cine Europeo de Sevilla. Amablemente ha atendido a Gatrópolis y nos ha dado las claves de una obra que enamora.
En Gatrópolis ha gustado mucho esta ópera prima tuya en la que has mostrado la realidad cruda de unos personajes que no lo tienen fácil en la vida. ¿Por qué has buscado este enfoque?
Bueno. Antes que nada me alegra mucho que os haya gustado la película. Respecto a los avatares que viven los personajes, quería situar a los protagonistas en un entorno donde salir del hoyo fuera muy difícil. Por varias razones, primero porque tenía mucho sentido con la idea principal de la película; y segundo, porque sitúa a los personajes en un estado de necesidad y de conflicto que hace que para el espectador la película sea mucho intensa, mucho más trepidante y mucho más emocionante.
¿Qué ha supuesto esta obra para su director?
Para mí, que es mi primera película, supone una oportunidad para dar a conocer mi mundo, que creo que tiene connotaciones un poco diferentes, que acercan al espectador a una atmósfera y a un tipo de personajes y de temas que no son del todo habituales. Tener esta oportunidad, que esté gustando la película y que esté siendo seleccionada en festivales tan importantes como el de Valladolid o el de Sevilla me parece que para una primera película no se puede pedir más.
Es una película dura, muy real, pero con toques de humor muy sutiles, como en la trama de Antonio Dechent. Recuerda por momentos a obras del Neorrealismo italiano.
Me alegro que me lo digas porque era muy difícil introducir notas de humor en el drama de esta película. Pero era necesario, y había que hacerlo de manera muy sutil. Porque de alguna manera había que relajar al espectador, darle un poquito de aire. Esto se hace no solo en la trama de Antonio Dechent, sino con la paleta de colores, con la música… Es decir, era interesante dulcificar un poco la película con estos ingredientes para que el espectador no sintiera rechazo y siguiera caminando con la película hasta el final. A pesar de que los avatares que sufren los personajes son intensos, a veces tremendos, a veces injustos, y hasta sorprendentes.
La película rompe con muchos de los tópicos atribuidos a Andalucía y al cine andaluz. ¿Cuáles han sido tus fuentes de inspiración para Jaulas?
Siempre he visto mucho cine español. Por supuesto, he visto todo lo que se ha hecho aquí, en Andalucía, desde que empezó con Solas, de Benito Zambrano, el nuevo cine andaluz, digamos. Por supuesto, he visto mucho cine francés… Pero, quizás, mis fuentes son mis propios cortos, que me han dado la oportunidad de encontrar una mirada, unos temas, unos personajes, una atmósfera en la que yo me sintiera cómodo y que pudiera aglutinar la cantidad de información que necesito expresar. Pero si tuviera que reseñar algún referente, diría que son los cineastas de mi país, Berlanga, Buñuel, Saura, Trueba, Almodóvar, Bigas Luna, Aranda… Empecé a descubrir el cine con todos ellos, con una televisión de camping en blanco y negro, a escondidas, que se la robé a mi padre (risas). Cuando volví a ver esas películas en color me quedé asombradísimo, y me dije “yo quiero hacer esto”.
Ahora que hablas del blanco y negro. ¿Si Jaulas se hubiera rodado en blanco y negro hubiera conservado su esencia?
Es muy buena pregunta… Nunca me la he hecho. Creo que sí, que también. Podría haber funcionado muy bien en blanco y negro. El productor me lo planteó, pero decidí hacerla en color porque la película ya de por sí es dura. Y pensé en los arrabales andaluces, que están llenos de alegría, de color, de vida… a pesar de lo mal que están muchas de las personas que viven allí.
Jaulas es una historia de perdedores.
Sí, pero al final, también de ganadores, porque la protagonista sabe que va a perder, pero lo va a hacer para que gane su hija, que es la siguiente generación. Con su no salvación le da alas de libertad a su hija, a la próxima generación y a la venidera. Por eso es también un cuento hacia la libertad y la esperanza.
Tengo entendido que ha habido una muy buena relación entre todos los que habéis formado el equipo de Jaulas. Eso es muy importante para un buen resultado final, ¿verdad?
Sí. Para mí lo era. El capital humano de la película era fundamental. Quería que hubiera un buen ambiente. Sobre todo que hubiera muchísimo respeto y cariño porque la exigencia era máxima, porque los actores iban a vivir situaciones delicadas… Creo que han confiado, han visto que había algo digno de ser contado. Conforme el rodaje avanzaba se veía que el trabajo iba teniendo calidad, y se veía algo bonito y especial, diferente. Así, la gente se iba encontrando mejor y se transmitía buena energía. Todos han querido vivir esta experiencia y compartir. Porque esto no es otra cosa que una celebración de la vida y del cine.
¿Qué esperas de la película? ¿Qué te gustaría lograr con ella?
Bueno, partido a partido… Ahora estoy disfrutando y celebrando los festivales por los que estamos pasando. El viernes 23 se estrena en cines, vamos a ver la película cómo es acogida por el público. Creo que es más una película de boca a boca, de que se vayan haciendo espectadores a medida que vayan pasando los días en el cine. Solo espero que emocione a la gente y haga reflexionar. Que la gente salga del cine mejor de como ha entrado. Y si, además, esta película me da la oportunidad de hacer una segunda, estaría mucho más que satisfecho.