Ganadora de un Goya por La isla mínima y con numerosos éxitos a la espalda, Nerea Barros es una de nuestras actrices más potentes. Con su característica mirada, nos regala personajes que te llegan a lo más profundo. Además de esto, y valorando el rato que disfrutamos junto a ella, es humilde, generosa y tiene mucho sentido del humor. Podríamos decir muchas más cosas de ella, pero sus trabajos hablan por sí misma: hoy, 24 de julio, hace doblete; estrena en cines Voces, de Ángel Gómez, y La isla de las mentiras, de Paula Cons, en Filmin. Sobre esta hemos tenido la oportunidad de hablar.

¿Cómo te llega el papel de María?
Un año antes de rodar la película se pone en contacto conmigo Paula Cons, la directora, porque había pensado en mí para ese papel. Lógicamente, como buena directora tiene que verme, tenemos que hablar y ver si realmente un personaje tan alejado a mí y tan complejo lo podemos desarrollar las dos en equilibrio. Al final es un personaje muy importante en la película, y para un director, una película así, son muchos años de trabajo.
Empezamos a conversar, leo el guion y me encanta el personaje. Me parece que es un diamante, de estas cosas que te llegan y dices “wow, es una oportunidad maravillosa y para disfrutar”. Empiezo a darle mi visión del personaje y coincidimos en muchísimas cosas. Poco a poco nos ponemos a ensayar para encontrar el tempo y la energía de ese personaje, sus miradas… ensayamos mucho antes de la película. Tuve que aprender a remar y a embriagarme de toda la gente gallega que vive en la costa. He pasado gran parte de mi vida en esa costa y la isla de Sálvora siempre ha sido un paraíso al que yo iba de pequeña, y me gustaba mucho estar allí.
Interpretas a María, que es un personaje fuerte, pero también muy hermético, que sobre todo trata de sobrevivir más que de vivir.
Primero hay que partir de dónde están esas mujeres y cómo se han criado. Se han criado en una isla y pocas veces iban a tierra. Es una isla maravillosa pero muy pequeña. Se han forjado en esa dureza climatológica y emocional. Nadie les ha enseñado a gestionarse emocionalmente, ni a leer ni cómo es la vida en una ciudad. Esa es una persona muy dura que se ha hecho a sí misma y que a la vez tiene mucha fuerza. Es de esas mujeres a las que no les va bien ese tiempo, porque son duras pero con una visión liberadora de la mujer que ni ella sabe que tiene. Está siempre en contra del poder establecido, del abuso de poder de aquel momento por ciertos hombres. Se siente libre y no le cuadra ese abuso de poder.
María es una mujer que no cuadra en ese mundo, ¿verdad?
María se rebelaba en una época en la que no podías hacerlo, ni como hombre ni, mucho menos, como mujer. Eso por un lado ya marca. La sociedad es aquella en la que las mujeres no podían destacar y eran las que se quedaban en casa. Y María no tenía nada que ver con eso. María es esa isla; la isla de Sálvora es María, y siempre lo tuvimos muy claro. Por eso su arco de personaje. A través de todo lo que vive y de lo que tiene emocionalmente, su hermetismo y los choques con los que se encuentra, con una desgracia tan grande y a la que se tiene que enfrentar, porque ella lo siente así. Cuando aquellas mujeres se encuentran con algo que no esperaban, se quedan en shock postraumático. Después de salvar a esa gente, no es que se sienta heroína, es que se siente culpable por no haber podido salvar a más gente, y siente mucho dolor por todos esos a los que ha visto muertos en el agua.
De hecho, hay una escena muy representativa de la película en la que le dicen que deben estar contentar, pero ella misma lamenta la muerte de todos los que no se han salvado.
Ese momento en el que le entregan las medallas, de los honores que les dan por haber salvado a esa gente, es una forma de tapar las muertes. Las están utilizando para tapar esas muertes. Y ella se siente fatal. Primero porque se siente un mono de feria. La sacan de su vida, la exponen con su analfabetismo. Se siente como en un circo, rodeada de gente que no conoce y que nada tiene que ver con ella. En ese momento está rota. Su única preocupación es qué está pasando. Era un homenaje a las víctimas y ella no sabe qué ha pasado con ellos ni con sus familias. Es su momento de claridad, y cómo se le escapa todo de las manos.

Parece que la película, además del relato que quiere contarnos, desea hurgar en esa huida del dolor que sentían sus protagonistas, tanto por las víctimas como por la sociedad que las rodea.
Efectivamente, eso es algo que se hace mucho. Utilizar un velo para tapar una desgracia. Ellas fueron el velo, uno que ni siquiera les han dado. Les dicen que les van a dar una medalla, les van a pagar una miseria que en realidad no es tanto, pero que para ellas es mucho, porque apenas tienen nada… Eso, lo que da como resultado es el enfado del resto del pueblo, por envidia y porque ellos también colaboraron. Y poco después, el enfado de toda la sociedad que en ese momento hace ese acto, pero mañana tú ya no puedes ser heroína porque eres una mujer. Por lo tanto, ese protagonismo te lo vamos a quitar y te vamos a pisar.
¿Qué investigación o seguimiento habéis hecho previamente?
Tuvimos el privilegio de hacer una investigación muy profunda de esto y pudimos hablar con familiares y amigos de estas tres mujeres. María, la verdadera María, tuvo una hija y hablamos con ella, y nos confesó que nunca fue capaz de hablar de ese hecho. Nunca quería hablar de eso, y cuando habló, siempre lloraba. Hasta ese punto les hicieron daño a estas mujeres.
Es una historia en la que no se sabe a ciencia cierta qué ocurrió, aunque comentas que has estado en contacto con familias y amigos. ¿Cómo lo has vivido tú? ¿Crees que se podrá saber algún día qué pasó?
No lo sé. Creo que ha habido bastantes investigaciones desde ese momento y que por desgracia, y por eso quería llevarla Paula a la pantalla, están muy tapadas pese a ser una historia increíble de tres mujeres. Hay muy poca gente que conozca esta historia, o que conozca la verdadera historia. Es una forma de sacarla a flote y reivindicar el poder de estas mujeres y de muchas otras. Paula quería poner en valor eso en nuestra sociedad, que fue algo delictivo hacia las mujeres. He querido intentar entender a estas mujeres y, en especial, a María, que era la persona a la que tenía que construir y a la que agarré un poco de todo lo que he podido observar de estas mujeres de costas. Son mujeres muy especiales, con una mirada… La mirada de María está basada absolutamente en las miradas que yo siempre he visto desde pequeña. Desconfiadas, duras, pero a la vez vulnerables. Ya te digo, fue un proceso maravilloso y muy complejo. Me moría de miedo porque era un personaje con muchas dificultades, muchísimas aristas y con un fuego por dentro desde el principio hasta el final que se iba modificando dependiendo de lo que le iba pasando. Y siendo una persona que no se muestra y que no muestra sus sentimientos. ¿Cómo enseñar todo esto y vivirlo por dentro sin que se te escapase nada? Me ponía muy nerviosa, sobre todo al principio, cuando estás en peluquería, maquillaje, vestuario…, metiéndome en el papel y marcando a esa María que yo había construido dentro. A medida que pasaban los días, yo que tuve que grabar todos los días, al final se te olvida y significa que eso vale. Cuando no tienes que estar tan pendiente.
Tu simbiosis con María ha sido plena.
La forma que tiene de caminar María surgió espontáneamente. Y sí, María me poseyó. En un momento de la película me dijo Paula que María andaba como si tuviera la polio, que si no me había dado cuenta nunca de cómo andaba cuando era María. Sé que no soy yo andando pero… Me enseñó varias imágenes y no me lo creía. Y cuando intentaba andar como Nerea en alguna toma, a la hora de decir “acción” , era incapaz.
Siempre he sido muy delgada, extremadamente delgada, no he pasado de 50 kilos, e incluso he llegado a pesar 45 kilos. Siempre me ha costado mucho engordar y con María engordé sin planificarlo. Paula quería que mi personaje estuviera más rellenita, porque en ese momento esas mujeres eran así. Daba igual porque me ponían mucha ropa y listo, pero inconscientemente, igual que lo de caminar, engordé por primera vez en mi vida, llegué a los 57 kilos y no me servía la ropa.

Por tu parte, ¿cómo ha sido trabajar con Paula Cons en su ópera prima?
Ha sido un placer. Paula lo sabe, nos queremos mucho y quiero trabajar en todo lo que haga porque tiene personajes estupendos. Nos comunicamos muy bien y con una mirada nos lo decimos todo. Paula escucha mucho, y eso en un director es fundamental, escuchar a sus actores. Cuando el director está tan abierto y te lo expresa de esa forma, tú sabes a qué se refiere y dónde tienes que cambiar algo cuando estás trabajando. Ha sido muy bonito, la verdad.
Como gallega, ¿qué has sentido al poder grabar en Galicia y además en un paraje tan bonito, que Aitor Mantxola ha reflejado tan bien?
Sabíamos que Aitor iba a retratar perfectamente el paisaje y a nosotras de una manera muy interesante. El director de fotografía y el director o la directora son parte fundamental de un rodaje, entre otros, claro. Él va a hacer que lo que estoy creando se multiplique en una pantalla, entonces tenemos que ser uno en eso.
Y para mí como gallega, pues imagínate. Me encantaría trabajar mucho en Galicia, y agarrar un catamarán a las 6 de la mañana, habiéndome levantado a las 5 porque tenían que ponerme mogollón de pelo, la piel quemada por el sol… Me iba vestida de mí misma pero maquillada y peinada como María hasta Sálvora en el catamarán. Era muy especial salir del puerto y adentrarnos en esa isla y a donde había que ir andando. Todo el equipo iba andando, salvo un par de quads que trasladaban el equipo. Era muy complejo y muy caro el rodaje allí, y para mí, un privilegio. Esa isla te embriaga, y yo era María todo el rato. Los caballos salvajes venían a la puerta donde nos maquillaban, veían a pocos humanos y alucinaban con nosotros. Mi tierra gallega la llevo siempre en mi corazón. Desarrollar mi trabajo y disfrutarlo, trabajando en algo que nos apasiona tanto es tan bonito, que hacerlo en casa, en un lugar que amas tanto, te lo puedes imagina…
Se le está empezando a dar relevancia a que los actores interpretéis con vuestro acento y que se rueden películas con actores del lugar en el que se radica la historia. En Andalucía que tenemos el acento muy marcado. Debe de ser muy bonito para un actor poder interpretar con su propio acento.
A mí Andalucía me encanta, amo esa tierra. Como gallega siempre he visto a Andalucía como la antítesis, y La isla mínima me cambió. Sevilla es Santiago de Compostela y he paseado mucho por esas calles. Tiene mucha energía. Y ver a toda la gente del pueblo, durante la grabación de La isla mínima, la primera vez que llegué fue como adentrarse en Galicia. Entiendo perfectamente lo que dices, y me encanta vuestro acento, y cuando hice La Isla Mínima algo que quería hacer, aunque mi personaje no fuese de allí, era que tuviese un deje muy pequeño, casi imperceptible. Tiempo después, la gente me decía “oye, qué bien, que he notado que tienes algo de acento”. Y para mí fue el mejor cumplido que me podían dar, que les gustase. Yo soy gallega, y no hay nada que aborrezca más que alguien imite tu acento y lo imite mal. Es parte de nuestra cultura y de nosotros mismos.
Cuando preparamos el acento para La isla de las mentiras fue muy complejo. Soy gallega y hablo gallego, pero llevo muchos años en Madrid y por mi trabajo he tenido que cambiar mi acento, pero entendiendo que es algo que tengo que hacer y luego utilizar el mío. En Galicia, al igual que en Andalucía, hay expertas lingüistas que te enseñan cómo reproducir ese acento. No podíamos hacerla en gallego por las ventas y por la producción, al ser una coproducción internacional, que sería lo suyo porque esta gente nunca hablaría en castellano. Era muy importante que el acento fuese entendible para todo el mundo a nivel mundial, y que el acento estuviese marcado pero estuviese bien, que es muy difícil hacerlo bien.
Nos atendió Rosa, que fue quien hizo el acento para Fariña. Fue nuestra lingüista y un descubrimiento, porque me enseñó cosas que yo pensaba que sabía pero que no. Es cuestión de hacer correcto el acento de esa zona.
El cine español por fin está teniendo el hueco que se merece, tanto por los espectadores como por los críticos. De hecho, La isla de la mentiras tiene un tinte parecido a Shutter Island, de Martin Scorsese, por esa claustrofobia y ese ambiente húmedo que transmite. ¿Qué piensas de que se le esté dando tanto reconocimiento, y que, sobre todo, el público lo esté siguiendo?
Todos tenemos que trabajar por ello, es nuestra cultura. Creo que si el cine americano tiene tanto éxito es porque tiene mucho dinero detrás, mucha promoción y mucho apoyo para defender esa cultura y ese cine. Francia, Italia, Reino Unido, Alemania… todos lo hacen y nosotros tenemos que hacer lo mismo. El éxito internacional nace de nosotros. Andalucía es un claro ejemplo de esto. Lo habéis logrado desde hace unos años. El cine andaluz se ha convertido en el top 10 español, porque hay mucho apoyo, mucho trabajo, grandes profesionales, y porque hay una comunión y una unión para que eso ocurra. Me gustaría que en el conjunto de España pasara lo mismo, con esta comunión y este empuje entre nosotros.