'Manuel Martín Cuenca: “’La hija’ cuenta una historia intrigante y perturbadora”'

Gatrópolis tiene una especial afinidad con Manuel Martín Cuenca. El realizador andaluz estuvo en el pasado Festival de Cine de Sevilla, y en una distendida y edificante conversación pudimos conocer algunos detalles y su parecer sobre su última película, La hija, presentada en el certamen sevillano y ya en salas para el disfrute del público.

Manuel Martín Cuenca: “La hija cuenta una historia intrigante y perturbadora”
Fotografía de Andrea del Zapatero

La hija sigue la tendencia de películas anteriores de tener a Andalucía como escenario de la trama. En este caso nos encontramos con Jaén y la Sierra de Cazorla, ¿qué fue lo que te llevó a elegir estos enclaves?

Cuando hay una premisa, una semilla de una historia, pienso en un lugar donde pudiera ocurrir, y antes de escribir voy a ese lugar. Fui por primera vez cuando era niño, a unas colonias durante dos veranos, en Santiago de la Espada. No había vuelto y tenía un recuerdo mítico de la sierra. Eran cinco horas en autobús para llegar. Había ido a Sierra de Cazorla, pero no tenía un conocimiento de la sierra. La provincia de Jaén me gusta mucho, tengo muchos amigos. Y cuando pensé en esta historia, pensé en Jaén. En ese lugar mítico de mi infancia. Lo primero que hicimos Alejandro, el coguionista, y yo fue irnos a hacer un viaje por la sierra. Él no había estado en su vida en Jaén, y yo me reencontraba con ese espacio, y fue maravilloso y revelador. Primero porque hice como un pequeño viaje personal a mi infancia, y segundo porque empezamos a descubrir la belleza y los rincones de un parque natural que es el segundo más grande de Europa, con 20.000 hectáreas. El paisaje se convierte en un personaje, está en el ADN de la película. Hemos escrito allí, hemos convivido allí, y eso es parte del ADN de la película.

Mencionas al paisaje como un personaje más en la historia, que junto con la banda sonora consiguen generar una atmósfera de mucho agobio.

La historia que contamos es algo intrigante y perturbadora (risas). No pienso en géneros, pero quizás una vez hecha la película se habla que si thriller, que si drama, de terror incluso, pero yo lo veo más como un western. Donde hay dos que pelean por un tesoro, pero en vez de ser un saco de oro es un bebé, una vida. Y el trabajo que hizo Vetusta fue maravilloso, que surge también de la naturaleza. Les propuse de ejemplo la banda sonora de la serie Chernóbil, y de hacer un trabajo que surgiera de los sonidos de la película, de los ambientes que grabábamos. Y que a ellos a su vez les inspiraran para que a partir de ahí surgieran las melodías y las atmósferas.

Y con la letra de la canción lo han bordado. Han ido a la esencia de la película.

Total. Eso tiene una gran historia. Les llamé y les dije que no quería que hubiera una canción. No quería una canción de Vetusta Morla para la película. No veía ninguna canción a lo largo del metraje, y tampoco al final un fundido a negro, títulos de crédito y a capón una canción. Eso me parece más de una operación comercial. Lo que quería era la banda sonora. Hay un momento del final en el que la actriz tenía el bebé en las manos, y la idea del guión era que cantara una nana. Se me ocurrió decirles, “en vez de pedirle a la actriz que susurre cualquier nana que se nos ocurra, ¿por qué no hacéis una canción que sea una nana que la susurre ella? Y a partir de ahí ya vemos qué pasa”. Ellos me vinieron con un par de propuestas maravillosas, y me dijeron que se les había ocurrido escribir una letra inspirada en el guión, porque habían estado muy metidos leyendo el guión, yendo al rodaje… Porque trabajaban más desde la letra que desde la melodía. Me mandaron un borrador de lo que es ‘Reina de las trincheras’. Y me pasó como a ti, pensé “¡pero qué letra más buena!”. La melodía me encantó, pero la letra había cogido la esencia de lo que le pasaba a la película de una manera muy racional. Esa canción se la aprendió la actriz, y empezamos a cantarla y a usarla en el rodaje. Ellos retomaron el trabajo que habíamos hecho con la actriz desde el material primario de la canción, y terminaron elaborando la canción final. Que tiene mucho sentido porque viene de la escena, y desemboca en los títulos de créditos porque ya ha sido cantada antes.

Manuel Martín Cuenca: “La hija cuenta una historia intrigante y perturbadora”
Fotografía de Andrea del Zapatero

En La hija nos volvemos a encontrar unos personajes que se van volviendo oscuros a medida que avanza la historia. Y con los que es muy difícil tomar partido por alguno de ellos, aunque entiendas sus motivaciones.

Somos así de complejos. Al final lo que nos diferencian son los actos. Creo que todo el mundo está lleno de buenas intenciones, pero es la decisión final, el qué haces o no por ética. Si te sacrificas o no, si sacrificas al otro y lo conviertes en un medio para alcanzar tu fin, y en ese momento pasas la línea. Y ya aun con buenas intenciones, cometes un acto atroz. Pero no es los buenos hacen cosas buenas y los malos hacen cosas malas; el ser humano es capaz de hacer las dos cosas a la vez. 

En el reparto encontramos a Javier Gutiérrez y a Patricia López Arnaiz, que encarnan al matrimonio protagonista que busca tener un hijo, y a Irene Virgüez, la menor a la que acogen en su casa, ¿cómo ha sido trabajar estos personajes tan complejos con ellos?

Tenía muchas ganas de volver a trabajar con Javier después de El autor. Es un actor maravilloso. Él tiene de manera natural esa bondad, porque es muy generoso. Yo digo que es un tipo al que recién conoces le darías las llaves de tu casa para que te regara las plantas. Y a la misma vez tiene una capacidad para explorar en complejidades, y siempre está ahí en el filo de la navaja. Tiene una gran capacidad para transmitir complejidad moral. A Patricia la encontré en una prueba, me pareció una persona con una gran capacidad de emoción, se entregaba a flor de piel. Y eso me pareció fascinante. Fui llevándola al terreno de la contención, a ella y a Javier. Con Irene me pasó lo contrario, después de un largo proceso de casting, me pareció una actriz muy natural de manera que tengo de entender la interpretación. Una persona nada estridente, muy sutil, muy interna en su trabajo y en lo que daba. Transmite una cierta sensación de perturbación y al mismo tiempo de inocencia. Me pareció una actriz con una potencialidad maravillosa. 

El rodaje de la película comenzó a finales del 2019. En tu última visita al Festival de Sevilla ya se hablaba de este proyecto, pero poco antes de finalizar entramos en confinamiento, ¿ha sido un rodaje complicado?

El diseño de producción de la película en sí mismo ya era complicado, teníamos que contar el paso de tres estaciones. No está hecho digitalmente, es todo real. Yo vine a recoger el premio de Canal Sur después de grabar el primer bloque, el de noviembre, o iba a grabarlo, pero era por esas fechas. Fue una semana de rodaje, después paramos, seguimos preparando. Hicimos el bloque principal, que había cosas de otoño interiores y sobre todo de invierno. Ahí fue donde se nos paró el rodaje con la pandemia. Tuvimos que adaptarnos a las circunstancias, y volvimos a rodar en cuanto el Gobierno nos permitió salir, que fue a finales de mayo. Pillamos una primavera impresionante, explosiva. Los humanos nos habíamos retirado durante dos meses y la naturaleza había respirado. Nunca había visto una primavera como aquella. La pandemia nos lo puso muy difícil a nivel de producción, ha supuesto un mayor coste para la película. Pero creo que conseguimos manejar las circunstancias, mantuvimos la cabeza fría, nos adaptamos, y la película no ha sufrido por ello. Me siento muy orgulloso de que los productores y yo hayamos sabido manejar la situación dentro de las dificultades, que fueron inmensas para todo el mundo. 

Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.

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