Su última película, Pa’tras, ni pa’tomar impulso, recibió buenas críticas tras su presentación en el pasado Festival de Cine de Sevilla. Los elogios se vieron confirmados con el reconocimiento a la Dirección Las Nuevas Olas en el evento sevillano. Poco antes, Gatrópolis tuvo el placer de dialogar con Lupe Pérez García.

Antes que nada, desde Gatrópolis te felicitamos por Pa’tras, ni pa’tomar impulso, una película, cuyo título recoge una expresión muy andaluza y positiva, que invita a mirar siempre hacia delante y a no arrepentirse de aquello que ya hemos hecho.
Exacto. Aunque el título no surge de Carmen (Mesa). Ella usa la frase bastante pero la decía mi abuela. Una vez que estábamos hablando comenté, “como mi abuela, para atrás ni para tomar impulso”, y Marta Esteban, la productora de la película me dijo: “ese es el título de la película”. (Risas). Así que nos pareció que encajaba un poco con esa andadura de Carmen por la vida.
… y encima en andaluz, Pa’tras, ni pa’tomar impulso…
(Risas). Sí, con todas las contracciones posibles.
Carmen Mesa, la protagonista, es una bailaora de un pueblo cordobés, Encinas Reales. Sin embargo, el baile aparece en la película fundamentalmente como un instrumento emocional, una manera de expresar sus sentimientos.
Sí, exacto. Yo creo que lo que ella enseña y lo que hace es bailar, pero la película no trata sobre eso. Lo que más nos impactaba era su enseñanza vital. Esas alumnas y esos alumnos con los que se va encontrando no llegarán a ser bailaores, ni dedicarán su vida a esto. Sin embargo, se ven imbuidos de esa energía de Carmen, y de lo que el flamenco transmite, igual que el tango; esa sensación de pertenencia a una familia más grande que la real. Estamos unidos por ese arte.
La película parte de un viaje de Carmen a Argentina, algo que estaba marcado desde niña por ese deseo extraño que tenía de ir a los Andes.
Sí, sí. De hecho, aunque ella se va a Argentina por un amor, la razón principal de ese deseo le viene de pequeña. Una persona se forja su propio camino, y Carmen lo hace así. Se encuentra con el amor, con amistades, pero hablamos de Carmen y sus circunstancias. Estas van cambiando a medida que ella se va haciendo fuerte para poder llevar sus sueños a buen puerto.
La película es un potente viaje emocional a través de Carmen Mesa, más que el mismo viaje físico que ella realiza desde su tierra cordobesa a Argentina. ¿Es un personaje muy fuerte, vital, pero a la vez frágil emocionalmente?
A mí me gusta decir que Carmen es porosa. Ella expresa y transmite desde su interior hacia afuera. Ella dice que hay que bailar desde dentro hacia fuera. Pero también es porosa en el sentido de que está muy atenta a lo que pasa, y sus interlocutores van entrando en ella y la modifican. Y en esa porosidad, más que vulnerabilidad, hay una fortaleza muy grande para poder llevar esa carga de la emigración, del desarraigo y de la precariedad económica y vital de los artistas como Carmen. Pero transmite una fuerza enorme.

La has definido como un “torbellino andaluz”.
(Risas). Sí, porque ella se lleva sus raíces en la maleta. Ella se ha trasplantado. ¿Qué se rompe alguna raíz por el camino?, seguro. Pero ella lo lleva todo consigo. Por ejemplo, hay una cosa que intento conservar, dentro de lo que puedo, que es mi acento argentino. Ello más allá de vivir en España 20 años. Y me doy cuenta que Carmen hace muchos años que está en Argentina, y la escuchas hablar, y parece que no hubiera salida de Encinas Reales. Eso, lejos de ser algo negativo, supone que se expresa como es allá donde esté.
¿Cómo ha sido el trabajo con Carmen Mesa? La película tiene parte de ficción y parte de realidad.
Ha sido muy fácil. Ella es una artista. En la película hace de ella misma y no me imaginaba hasta qué punto era capaz de revivir situaciones de su pasado con tanta transparencia y facilidad. De hecho, nos cuidábamos mucho cuando había que volver sobre algún hecho para encarnarlo en la película, y muchas veces se dice, se recrea. Pero con Carmen es muy difícil la recreación. Lo que hace es volver a vivir. Entonces tenemos que tener mucho cuidado porque en cosas dolorosas no podías repetir las escenas. Ella era capaz de revivir situaciones pasadas, pero después se quedaba hecha polvo. En la película se puede interpretar que hay recursos de ficción, pero en realidad todo está siendo vivido por Carmen. Lo que está en presente absoluto y lo que está recreado. Hemos buscado la forma de contar su vida pero con mis instrumentos del documental más estricto. Pero siempre contando en presente absoluto la vida de Carmen. Los hechos pasados forman parte de un recuerdo en un documental, que podría haber sido mucho más clásico. Pero Marta Esteban, específicamente en este sentido, quería que lo que había vivido Carmen lo viviéramos en presente. Carmen no va a hacer una reflexión sobre su pasado, no es eso la película. La película es ella en presente, viviéndolo con ella. Eso, que al principio podría ser un problema, se convirtió en algo positivo, al dar esa sensación de ligereza que queríamos.
En la película se hermanan España y Argentina, el punto de partida de Carmen y su destino. ¿Tus raíces argentinas han tenido alguna influencia a la hora de exponer la historia desde la dirección?
Creo que en parte por eso Marta me convocó. Tengo con ella una primera película, que es el camino inverso, mi salida de Argentina y mi deseo de regresar, aunque me voy dando cuenta de que nunca regresaré. Y esto de tener la mente en dos sitios a la vez sí que lo comparto con Carmen. Mientras estás preocupado por un lugar también lo estás por el otro. Y, además, el día a día, que te come. Pero para mí la riqueza de Carmen era eso, su curiosidad por la cultura argentina, por el tango, por el folclore. Ella es profesora pero también alumna, y esa ida y vuelta es básicamente la de los desamparados, lo mismo españoles que argentinos. La gente es la misma en Tucumán que en Sevilla. Y aunque no sepas de flamenco o no de tango o de chacarera, en uno u otro sitio puedes estar perfectamente a gusto.
Pa’tras, ni pa’tomar impulso recuerda en ocasiones a la obra de Federico García Lorca por algunos elementos coincidentes que se dan, como el protagonismo de las mujeres, el flamenco, el baile, el sentimiento trágico, el amor a la familia…
Es un orgullo que me digas esto. Se me han puesto los pelos como escarpias. Es verdad que Federico estaba en nuestros pensamientos. De hecho, en las secuencias en que Carmen está vestida de negro nos recuerda a Bernarda Alba. Yo quería mostrar ese dolor y ese anclaje en ese pasado, no como niñas, sino como sociedad, como mujeres en una línea de ascendientes importante. Cuando con Pío cuenta la historia de su tía, que había sido una tía totalmente opresiva y cargada de esa religiosidad asfixiante, descubre en Carmen, no su propia infancia, sino la de su madre y la de su abuela. De este peso que las mujeres siempre llevan extra, en el que el dolor y la soledad cuando coinciden no se pueden separar. Y en Carmen hicimos el intento de que no solo fuese la historia de ella, sino de otras muchas mujeres.