Tras The Extraordinary Tale, el realizador sevillano se ve inmerso en la promoción de su última película, Ánimas. El camino recorrido con su compañera de viaje, Laura Alvea, ha sido largo, intenso, complicado pero sumamente gratificante. Porque al fin y al cabo esta nueva obra les ha permitido desarrollar sus propias pasiones cinematográficas. El pasado viernes se estrenaba en los cines y con motivo de ello, Gatrópolis ha tenido la suerte de compartir con José Ortuño un buen rato de conversación sobre Cine, en mayúscula. Un primer fin de semana en cartelera muy emocionante, ya que a su presentación en el Festival de Sitges, se unen los dos galardones conseguidos en el V Festival Nuevo Cine Andaluz de Casares (Pajarraco de Plata a la mejor película de ficción y a la mejor dirección).
Ánimas parte de una idea original tuya, ¿cuál es el germen de esta historia?
Durante los primeros años del siglo XXI se hizo una serie de películas que a mí me hacen reflexionar, y me llevan a crear la historia de Ánimas. La idea se me ocurre en 2004, e intento levantarla como película con Laura (Alvea), con mi productora… pero no hay manera. Porque en aquel momento no habíamos grabado The Extraordinary Tale, y no podíamos levantar una película tan grande. Abandono la idea, y la convierto en novela, y ahí quedó Ánimas. Pero el estreno de The Extraordinary Tale, que funcionó bastante, me permitió retomar la idea que tenía originalmente de Ánimas. Y de hecho fue en una entrevista en Los Ángeles, donde estaba vendiendo The Extraordinary Tale ante unos productores, a los que al final no les interesaba ese proyecto, pero me preguntaron si tenía algo más. En ese momento empecé a recapitular y me acordé de esa idea de Ánimas, que había convertido en novela. Se lo conté, y les encantó. Hasta tal punto que eso hizo que resurgiera algo que ya tenía casi olvidado. Le conté a Olmo Figueredo, el productor, lo que había pasado en esa reunión, me preguntó que qué era eso de Ánimas, le encantó la idea, y me preguntó si quería que él la sacara adelante; yo, encantado. Ahí surgió de nuevo esa idea que se había quedado en forma de novela. De pronto surgió la idea de hacer la película, y hasta hoy que la estrenamos.
Durante estos 14 años que han pasado desde que creas la historia, hasta ahora que se estrena la película, ¿cómo ha evolucionado? ¿se mantiene igual a como la pensaste en un primer momento?
Ha cambiado bastante. Ten en cuenta que el Jose Ortuño que escribe en 2004 no es el mismo Jose Ortuño que en 2017 rueda la película. Pasa más de una década, yo soy otra persona, interesada en otras cosas muy distintas. Con lo cual el guion ha evolucionado en la medida que yo lo he ido haciendo como persona. La base seguía siendo la misma, el miedo a crecer en el que se basa la película, y yo ahora estoy pasando de la edad adulta a la vejez. Ahí es el paso de los 17 a los 18 años, de hacerte mayor de edad. A mí el rodaje me ha cogido pasando a los 40 años, que es un cambio de edad muy brusco, pero muy similar. En ambos casos se habla de saltar de una etapa de tu vida, pero ya no es sobre la adolescencia. Ya no soy un adolescente, ahora hablo desde una perspectiva de un señor que pasa a los 40 años. Pero sigue manteniéndose ese miedo a hacerse mayor y a que se acerque la muerte. Al final, en la película el mayor miedo no está en los monstruos, los fantasmas, etc, sino en la muerte. De eso habla la película, y sobre eso sigue manteniéndose, solo que desde perspectivas diferentes.
¿Qué problemas puedes encontrarte (como director) en proyectos de estas características?
El mayor enemigo que te puedes encontrar eres tú mismo. ¿Por qué Ánimas no salió en 2005, 2006, 2007…a pesar de que de hecho la película ya gustaba en esa época? Yo no tenía la capacidad ni el conocimiento para poder levantar un proyecto así. Mientras que 10 años después sí lo estaba, y el proyecto seguía siendo el mismo. Sin embargo era yo la persona que todavía tenía que madurar. Y muchas veces no nos damos cuenta, nos creemos que estamos preparados para abarcar determinados proyectos. Hay una frase de Oscar Wilde que me gusta mucho, que dice algo así como que “ya no soy tan joven como para saberlo todo”. Cuando más joven eres, más te crees que sabes, que lo sabes todo, que estás preparado. Y cuando pasa el tiempo, miras hacia atrás al niño de 2004, y piensas “¡ay, criaturita! ¡No te quedaba nada para levantar un proyecto así!”. Y sobre todo tienes que ser consciente de hasta dónde puedes, sobre qué estás preparado, qué sabes, qué conocimientos tienes, y saber cuándo es el momento. En 2014 era el momento de este proyecto, no en 2004. Sin embargo en 2012 sí estaba preparado para hacer algo como The Extraordinary Tale. Pero lo primero es hacerte consciente de hasta dónde estás preparado y qué capacidades tienes, aunque es muy complicado mirarte al espejo y hacerte esa pregunta.
En este viaje has estado acompañado por Laura Alvea en la dirección, ¿cómo es trabajar con ella? ¿qué ha aportado a la película?
Siempre que dirijo intento co-dirigir. Muchas veces me preguntan, “¿cómo puedes dirigir con otra persona?”. Yo no concibo cómo no se puede dirigir con otra persona. Porque un director tiene una responsabilidad tan grande, que tiene que saber de todo, todo el mundo te pregunta. Y muchas veces da miedo decir “no lo sé”. Cuando alguien te pregunta, “¿esto lo pongo allí o aquí?”. Y el director tiene esa presión de que como diga “no lo sé”, van a pensar que no sé lo que estoy haciendo. Para mí en ese sentido es muy importante apoyarme en otra persona, además en una persona que tenga el mismo criterio artístico, estético… Laura y yo llevamos trabajando juntos muchísimos años, nos conocemos perfectamente, y está muy bien el apoyarse el uno en el otro. Para mí es maravilloso poder tener a alguien a quien volverme y decir, “Laura, no tengo ni idea de qué decirles, ¿eso es rojo o verde?”, y otras veces pasa al revés. En ese sentido nos complementamos muy bien. Hay quien piensa que uno se dedica más a los actores, otro más a la cámara, que uno es más técnico…, y no, no es así. A veces Laura tiene muy claro dónde poner la cámara para rodar la escena, otras veces qué decirle al actor, y otras veces es al revés. Es verdad que a veces chocamos durante el rodaje, los dos tenemos muy claro dónde queremos situar la cámara, solo que cada piensa que debe estar en un sitio distinto. Pero está muy bien porque al final si Laura piensa que es allí [señala a la derecha], y yo pienso que allí [señala a la izquierda], seguramente vamos a hablar y llegaremos a la conclusión de que la cámara va allí [señala al centro]. Y por eso es fantástico co-dirigir.
¿Cómo ha sido la elección del casting?
Ha sido toda una aventura. Casi todos los personajes han salido de un proceso de casting, menos Ángela Molina. El proyecto ha evolucionado mucho, cuando nació se iba a hacer en inglés, y de hecho hicimos un casting en Alemania y otro en Irlanda, hasta que finalmente tomamos la decisión de hacerlo en español. Y volvimos a hacer el proceso aquí. Por un lado abrimos un casting buscando chicos de 17 años con unas características, y por otro pensamos nosotros quién puede hacer, por ejemplo, de la doctora Karla Berger. Igual que para el padre decidimos que el ideal era Luis Bermejo. Para los chicos fue curioso, porque Chacha Huang es una actriz china que interpreta a la novia de uno de los personajes. En la última versión del guion era una chica española llamada Ángela. Pero Laura, que es la directora de casting, vio su trabajo, le gustó, me lo comentó, y me pareció muy buena idea. Álex era un chico, hasta que de nuevo Laura, que iba tomando las decisiones o las propuestas venían de ella, preguntó, “¿y si Álex no es un chico?”. Porque estábamos teniendo muchos problemas para encontrar a un Álex perfecto, y fue entonces cuando pensó en Clare. A Clare la habíamos probado para el papel de Ángela, hasta que llegó Chacha y nos gustó más. Era una pena que se quedara fuera de la película porque las pruebas que había hecho eran bestiales, nos entendíamos muy bien con ella, y fue cuando pensamos que iría muy bien de Álex. Vino a hacer las pruebas para este personaje, y cambió de ser un chico a ser una chica ¡Las aventuras de hacer un casting! (risas).
La post producción de la película se ha desarrollado en Bélgica.
Tuvimos la suerte de que el proyecto lo cogieron en Cannes, en L’ Atelier, que es un sitio donde se elige una serie de proyectos europeos para encontrar socios co-productores en otras partes de Europa. Y allí fue donde encontramos a nuestro socio belga. Hablamos con otras productoras de Alemania, de Francia, de Irlanda, etc. Pero finalmente con quien cuajó la cosa fue con Raised By Wolves, que es la productora de Bélgica. Y nos dividimos la producción de la siguiente manera: hasta el rodaje se hacía en España, se grabó íntegramente aquí, pero toda la postproducción se haría en Bélgica, efectos especiales, música, montaje, talonaje, sonido, efectos sonoros, etc. Aunque hubo una parte que ya se había montado en España, con lo que el montaje en sí fue una colaboración entre belgas y españoles, por eso aparecen cuatro montadores en los créditos. Y muy bien la experiencia.
Después de 14 años, cuando por fin ves que este proyecto es una realidad, ¿qué sientes al respecto? ¿Ilusión, satisfacción, orgullo…?
Yo sigo sin parar de trabajar, con lo cual no terminas de disfrutar esa parte que tú dices, o por lo menos no me pasa. No termino de disfrutar porque estás más pendiente de lo que está mal o puede salir mal, que de lo bueno, dígamos. Lo bueno está ahí, lo disfrutas, pero estás tan pendiente de que la copia llegue a tiempo a su sitio, de los carteles, de que hay un fallo en el proyector de no sé dónde… Estás tan pendiente de todas las cosas técnicas que fallan o pueden fallar que no te permites disfrutar al 100% de la película. Y quieras que no la presión de si gustará o no, siempre está presente. De si la crítica nos va a destrozar, si van a ser buenas… De hecho, de nuestra anterior película empecé a disfrutar cuando salió en DVD, porque ya te has quitado todas las presiones, y es cuando dices, “¡qué bonito lo que he hecho!”. Así que estoy deseando que la película salga en DVD (risas). No sé si me gustará, pero sí podré verla objetivamente al 100%.
Eres un gran amante del cine, y eso se ve en las influencias cinematográficas que has tomado como referencias en esta película. Háblanos un poco sobre ellas. Porque vemos que el protagonista es un gran fan del cine de terror, hay varios guiños a Hitchcock…
Tenemos a uno de los protagonistas que es un obseso del cine de terror, qué mejor excusa para poder hacer un homenaje a este cine. De hecho, yo siempre digo que la película no es de miedo ni pretende dar miedo. Va sobre el miedo, y es un homenaje al cine de terror. Vosotras detectasteis el homenaje a Hitchcock, pero también los hay a los grandes clásicos de este género. Y creo que puede ser muy interesante para el espectador ir detectando todo eso. Al final, Álex, todo lo que va viviendo, sobre todo durante la primera parte de la película, es pasar de un film de terror a otro. Se ve de pronto inmersa no en una película de terror, sino en muchas. Y no solamente en Psicosis, sino en La invasión de los ladrones de cuerpos, Déjame entrar, aparece un Freddy Krueger… Todas las situaciones de terror por las que pasa la protagonista están sacadas de películas de terror clásico.
Siendo tan fan del cine de terror, ¿qué significa para ti que se haya presentado en Sitges?
Era lo que quería. Se hablaba de otros festivales, algunos muy importantes, pero en el fondo lo que quería era estrenar en Sitges. Es que esta peli es para Sitges, y el público de este festival es el que verdaderamente va a entenderla. La verá y dirá, “aquí está el homenaje a Déjame entrar, aquí otra a La invasión de los ladrones de cuerpos, esta frase es de tal otra…”. Y eso si no lo ve el público de Sitges, no lo ve nadie. Y sí, estrenar en otro festival también me hará ilusión, pero yo quería estrenar en Sitges. Es el festival de terror más importante del mundo. De hecho, John Carpenter le hizo un homenaje en el episodio piloto de la serie Masters of Horror, en el que cada capítulo estaba dirigido por un maestro del terror, y él le dedicó uno a Sitges. Era algo fundamental.
Viene a premiar todo el esfuerzo volcado en esta película.
Es la culminación. Todos estos años han sido para llevar y estrenar la película en Sitges. Además va inaugurando una sección que se llama Noves Visions, que está dedicada a un nuevo cine, que prueba nuevos lenguajes, más arriesgados y poco tradicionales. Inaugurar una nueva sección en el Festival de Sitges es la leche.
Haciendo referencia a lo de que habla con nuevos lenguajes, ¿no te daba miedo no poder materializar la idea que intenta transmitir la película? El concepto es complicado y puede tener dos vertientes: que sea demasiado obvio para algunos, pero que para otros sea tan sutil que tarden más en captarlo…
De hecho en el montaje hubo dudas. Hay un momento en la película en que hay una frase donde se explica todo tal cual, y decidimos hacer así y en ese instante porque pensamos que el espectador iba a estar muy perdido en algunos casos, y éste necesitaba una explicación clara. Sí es verdad que hasta ese momento se puede estar perdido, pero a partir de ahí, que se dejan las cartas sobre la mesa, empieza una nueva película. Es más, media película es de misterio y la otra, de supervivencia, con lo cual es un 2×1.
Siempre que intentas hacer algo te arriesgas a que salga bien o mal, y ya no puedes hacer nada. Habrá gente a la que le guste, habrá quien la odie, quien no se entere de nada, quien la abandone en el misterio… Es verdad que el misterio puede llegar a ser muy opaco. Pero hay películas como Enemy o cualquiera de David Lynch que son todavía más opacas que esta. Hay un tipo de cine difícil y tiene su público. Espero que esta película encuentre su público. Además, no es que la película acabe diciendo “¿qué ha pasado aquí?”, sino que a la mitad te dice “te lo voy a explicar muy claro, es esto”. Jugamos con esa doble vertiente. Aparte de que la película no se basa en eso, es decir, hay una lectura superficial en el que se resuelve un misterio, pasa esto, fin de la película. La película tiene un misterio pero no se basa en él, sino en otras cosas. De hecho para mí es mucho más importante el lenguaje del color en el film, y cómo se transmiten cosas a través de él, y cómo está tratado el tema del miedo. El miedo a crecer creo que es más importante que el misterio.