En la 18 edición del Festival de Cine de Sevilla, Hilario Abad presentó su película documental Parasceve, retrato de una Semana Santa. La acogida de crítica y público fue muy positiva. Gatrópolis rememora con el realizador aquella experiencia y recoge sus sensaciones sobre su creación y el momento actual del tratamiento audiovisual que recibe actualmente un acontecimiento en el que los sentidos son tan relevantes.
En la edición del Festival de Cine de Sevilla de 2021 presentaste tu película documental Parasceve, retrato de una Semana Santa. Las críticas fueron muy favorables. ¿Qué sensaciones guardas de esa experiencia?
Muy buenas. Ya el año pasado tuvimos otra película en el Festival de Sevilla, que se llama Llega la noche, y se estrenó con las condiciones de la pandemia. Tuvimos un aforo reducido y se proyectó a las cuatro de la tarde. Y este año ha sido todo lo contrario. Con Parasceve, retrato de una Semana Santa hemos tenido un pase de estreno de 300 butacas, todas vendidas, y en la hora importante de ir al cine. Hubo muchos nervios por la responsabilidad pero también mucha ilusión.
La película es la Semana Santa de Sevilla vista desde una perspectiva distinta a la que estamos acostumbrados. ¿Cómo surgió un proyecto como éste?
La idea viene desde hace diez años. Todo esto empezó cuando yo estaba en la carrera de Comunicación Audiovisual. Justo después de hacer un cortometraje que no tenía nada que ver con esto, nos pidieron un trabajo para una asignatura que se llamaba Industria Cultural. Se trataba de escoger una industria y hacer un documental de ello. Era para hacer vídeos corporativos. Pero decidimos darle una vuelta y lo que hicimos fue crear un trabajo sobre la industria de la Semana Santa; es decir, todas las cosas producibles, por ejemplo, los llaveros con la cara de una determinada devoción o los cirios, los escudos… Y a partir de este trabajo anecdótico, surgió la idea de contar la Semana Santa utilizando lo que habíamos visto que funciona también para esta obra. Usamos todas las herramientas de la imagen tomando como referencia una película muy inspiradora, como Semana Santa, de Manuel Gutiérrez Aragón, que creíamos que había iniciado un camino y permitía transmitir la Semana Santa sin racionalizar demasiado el discurso, algo que no queríamos. Empezamos a hacer grabaciones y surgieron inspiraciones de distintos sitios. Me gustaba leer entonces obras de Chaves Nogales, hay un poema de Luis Cernuda muy bonito llamado Luna llena en Semana Santa… La película y ese poema tienen una relación fuerte. Nos dio la idea de plasmarlo en imágenes y hacer un discurso a raíz de eso que está también escrito. Estaba tratado muy bien desde el punto de vista de la escritura pero no se había llevado a la pantalla toda la perspectiva de la narración de los ambientes, de ir a lo más emotivo de la Semana Santa. Además, este poema tiene algo muy bonito que es que el poeta lo relaciona todo con la infancia. Y ello nos hace ver que con este poema, Cernuda regresaba a su infancia y a recordar cómo se vivía todo cuando era niño.
Has nombrado a Gutiérrez Aragón y a su película Semana Santa; una obra que me encanta y que he visto muchas veces… Pero ¿cómo ves la evolución que ha tenido la manera de tratar la Semana Santa en cuanto a lo audiovisual?
Cuando se estrenó Semana Santa había muy pocos trabajos de verdadera calidad sobre la Semana Santa. Los había muy contados. Estaban las grabaciones de los hermanos Lumière, un documento histórico muy antiguo pero muy valioso. Recientemente ha aparecido un reportaje de la Fox que se ha adaptado como si fuera una especie de noticiario, tipo NODO. Hay alguna película en cortometraje, en cine, pero cuando Semana Santa apareció impactó a la gente. A partir de entonces ha sido una referencia, no sólo para mí, sino también para aquel que se dedica a lo audiovisual y que le interesa la Semana Santa. Ahora todo está grabado. No tiene tanto sentido entonces que el foco sea la Semana Santa más icónica. Porque puedes ver con una calidad fotográfica estupenda casi cualquier momento. Y nosotros queríamos aportar algo más a este discurso. Y hemos intentado llevar al espectador a la calle, mostrando también todo lo que no es icónico. Todo lo que puede evocar la Semana Santa, como una persona consultando la meteorología en su móvil, o un niño con un algodón de azúcar… estampas tan identificativas de la Semana Santa que no se han visto tanto en el cine. Entonces, en relación con la pregunta sobre la evolución del tratamiento audiovisual puedo decir que ahora está todo filmado y hemos intentado mostrar la Semana Santa desde otro punto de vista.
Se ha dicho de tu película que es un retrato impresionista y sensorial de la Semana Santa. Al final, se trata de eso, ¿verdad? Además de lo religioso y lo artístico, de recuerdos, sentimientos… y de ese regreso a la infancia como comentas sobre el poema de Cernuda.
Sí. La Semana Santa tiene un componente muy cinematográfico sobre todo en cuanto a la iluminación y a lo barroco. Parasceve… es una película sin iluminación adicional; es una licencia muy importante en relación con la de Gutiérrez Aragón. No había necesidad de poner focos en ningún sitio. La sensibilidad de las cámaras de hoy en día permiten grabar a plena luz natural. La Semana Santa de noche es muy cinematográfica. También tiene mucho movimiento. Me gusta mucho la animación. Y está la animación principal y la animación secundaria. Y los pasos tienen eso, la animación principal, que sería el movimiento de los costaleros, y la animación secundaria sería el movimiento de las plumas de un casco de un romano, el de un cordón, o el de un rosario. Todo se mueve con su propia cadencia, y es cinematográfico.
Habéis invertido una década para crear la película. ¿Por qué tanto tiempo?
No fue un propósito inicial. Sí se parece mucho a lo que ha quedado, pero la idea era hacer un retrato de la Semana Santa impresionista, sin una limitación de tiempo. ¿Qué ha pasado? Que ha sido un trabajo muy personal, muy perfeccionista. Entonces siempre había cositas que quería repetir o grabar de una manera distinta. Y siempre teniendo claro que la máxima era alcanzar una calidad buena y óptima para el proyecto. Hemos ido adquiriendo material hasta que en la Semana Santa de 2019 quedamos satisfechos con lo que teníamos. Sin embargo, en el proceso del montaje surgieron dudas… llegó la pandemia, y fue lo que nos frenó de golpe. Ha tardado tanto porque es un proceso artesanal y muy atípico. No tiene sentido hacerlo desde una producción institucionalizada porque todo el esfuerzo y el trabajo del equipo supondría un coste inasumible para una productora con un modelo de producción convencional.
Y también está la banda sonora…
Y la banda sonora ha sido otro proceso de locura. Tiene como el 85% de la película. Es una banda sonora original. Hablamos de una película musical. Y todo ese trabajo se ha desarrollado en mucho más tiempo del que normalmente tienen los compositores de bandas sonoras. Se ha estado trabajando en ella durante unos seis meses.
Fotografía de portada de Patandi.